Francisco respalda el estado de misión de focolares, neocatecumenales y CyL

“Fidelidad al carisma no quiere decir petrificarlo”

neocatecumenales en el Vaticano

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Dicen que en el Vaticano nada sucede por casualidad. Es una exageración, pero es cierto que aquí se calculan los posibles efectos de ciertas decisiones y se programan las cosas con meticulosidad. Así, no es casual que, en la misma semana, Francisco haya recibido a representantes de tres de los grandes movimientos eclesiales: los focolares, los neocatecumenales y Comunión y Liberación (CyL).

Cada año se reúnen en Castelgandolfo los obispos amigos del movimiento de los focolares, fundado por Chiara Lubich (cuyo proceso de beatificación ya ha sido iniciado). Este año eran 60, provenientes de 35 países diferentes. Con ellos estaba la actual presidenta, Maria Voce, y el copresidente, Jesús Morán. A todos los recibió el Papa el miércoles 4, y les animó a mantener siempre vivo su carisma de unidad: “El obispo es principio de unidad en la Iglesia, pero esto no sucede sin la Eucaristía. El obispo no reúne al pueblo en torno a su persona o a sus ideas, sino en torno a Cristo, presente en su Palabra y en el sacramento de su Cuerpo y de su Sangre”.

El viernes 6 fue el turno del Camino Neocatecumenal, fundado por Kiko Argüello y Carmen Hernández, acompañados por varios miles de militantes a los que el Papa saludó así: “Yo siempre digo que el Camino Neocatecumenal hace mucho bien a la Iglesia”. En el curso de la audiencia, el Santo Padre entregó el crucifijo a 31 sacerdotes que, a partir de ese día, iniciaban una missio ad gentes en otros tantos países, como Papúa Nueva Guinea, Moldavia, Camboya, Jamaica, Serbia, China o Ucrania.

Cada presbítero acompaña a una o varias familias con sus respectivos hijos, que, como dijo Kiko, “llevarán el Evangelio a los no cristianos y a los bautizados que se han alejado de Cristo”. En este caso se trata de 200 familias con 600 hijos de edades muy variadas. El fundador también presentó a los “equipos itinerantes” que recorren el mundo evangelizando, a 800 presbíteros del movimiento y a los rectores de los 52 seminarios que el Camino mantiene abiertos en todo el mundo.

“Más que con la palabra –les dijo el Papa a las familias misioneras–, es con vuestro testimonio de vida con lo que manifestáis el corazón de la revelación de Cristo: que Dios ama al hombre hasta entregarse a la muerte por él y que ha sido resucitado por el Padre para darnos la gracia de dar nuestra vida por los otros. De este gran mensaje, el mundo tiene una necesidad extrema. ¡Cuánta soledad, cuánto sufrimiento, cuánta lejanía de Dios en tantas periferias!”.

Refiriéndose más adelante al Camino como “verdadero don de la Providencia”, les dijo Francisco: “En diversas ocasiones, he insistido sobre la necesidad que tiene la Iglesia de pasar de una pastoral de simple conservación a una pastoral decididamente misionera. Esto es lo más importante que tenemos que hacer si no queremos que las aguas se estanquen en la Iglesia”.

Apoyo interconfesional

El sábado 7, hasta 80.000 miembros de CyL acudieron a Roma para conmemorar con el Papa los 60 años de la fundación del movimiento por Luigi Giussani y los diez años de su muerte, el 22 de febrero de 2005. Además de numerosos cardenales y obispos amigos, acudieron el ex primado de la Comunión Anglicana, Rowan Williams, junto a otras personalidades ortodoxas y musulmanas. También había un grupo de presos de diversas cárceles italianas, acompañados por sus familiares y guardias, con los que el Papa mantuvo, al finalizar el acto, un encuentro de tú a tú.

Kiko Argüello, a la izquierda, encabeza la delegación de los neocatecumenales

Kiko Argüello, a la izquierda, encabeza la delegación de los neocatecumenales

Al mediodía, ya en presencia de Bergoglio, el presidente de la fraternidad, el sacerdote español Julián Carrón, dirigió a todos unas palabras sobre el fin de la peregrinación: “Hemos venido para pedir la frescura del carisma, conscientes de nuestra fragilidad y con la intención de vivir cada día renovando el primer amor. Nos hemos preparado pidiéndole sobre todo al Señor para que se renueve en nosotros aquella disposición del corazón de los comienzos, la sencillez sin la que nos agarraremos a las formas del pasado, olvidando lo esencial y dejando que se debilite aquel ímpetu de vida que nos fascinó”.

El Pontífice rindió un sentido homenaje a Giussani: “Le estoy agradecido por varias razones. La primera y más personal, por el bien que me hizo a mí y a mi vida sacerdotal a través de la lectura de sus libros y de sus artículos. La otra razón es que su pensamiento es profundamente humano y llega hasta el último de los anhelos del hombre”. “Sesenta años después –prosiguió–, el carisma original no ha perdido su frescura y vitalidad. Pero recordad que el carisma no es el centro, ¡el centro es solo Jesús, Jesucristo! Cuando pongo en el centro mi método espiritual, mi camino espiritual, mi modo de ponerlo en práctica, me salgo del camino”.

“Pero, además –añadió–, el carisma no se conserva en una botella de agua destilada. Fidelidad al carisma no quiere decir petrificarlo (es el Diablo quien petrifica, ¡no lo olvidéis!). Fidelidad al carisma no quiere decir escribirlo en un pergamino o ponerlo en un cuadro. La referencia a la herencia que os ha dejado Don Giussani no puede reducirse a un museo de recuerdos, de decisiones tomadas, de normas de conducta. Conlleva ciertamente fidelidad a la tradición, pero la fidelidad a la tradición, decía Mahler, ‘significa mantener vivo el fuego y no adorar las cenizas’. Don Giussani no os perdonaría nunca que perdáis la libertad y os convirtáis en guías de museo y adoradores de cenizas”.

Estatutos económicos

El domingo 1, entraron en vigor los estatutos que regirán ad experimentum el Consejo para la Economía, la Secretaría para la Economía y la Oficina del Revisor General. Son documentos técnicos en cuyos detalles no vamos a entrar. Digamos muy sintéticamente que la Secretaría para la Economía –que preside el cardenal George Pell, últimamente objeto de ataques, como vimos en la crónica anterior– tendrá como objetivos regular los presupuestos de los diversos organismos curiales y del Estado vaticano (función antes atribuida a la Prefectura para Asuntos Económicos, que desaparecerá) y vigilar los gastos, pero no asumirá la gestión económico-financiera. Por lo hasta ahora dado a conocer –que ha sido poco–, la Secretaría de Estado no pierde sus capacidades de gestión, y lo mismo se dice de la APSA, la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.

Finalmente, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, ha confirmado que están en desarrollo las conversaciones entre la Santa Sede e Italia “para alcanzar el objetivo de una más amplia y completa transparencia y de un intercambio de informaciones con fines fiscales”. El presidente de Italia, Matteo Renzi, había aludido a su voluntad de realizar con las autoridades vaticanas un tipo de acuerdo como el que ya ha sido firmado con Suiza, Liechtenstein o Mónaco; eso había dado origen a especulaciones sobre la vieja hipótesis de que el Vaticano fuese considerado aún un paraíso fiscal, cosa que el jesuita descartaba.

Sí es cierto, por otro lado, que el IOR sigue su operación de “limpieza” de algunas de sus cuentas de las que son titulares ciudadanos italianos desde hace muchos años. A algunos se les ha comunicado que no podrán seguir disponiendo de esa ventaja.

En el nº 2.933 de Vida Nueva

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