José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
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El gota a gota de los abusos


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

Inmenso dolor y preocupación ante los abusos sexuales cometidos por sacerdotes. A estos sentimientos, los obispos están uniendo una cada vez mayor determinación para combatirlos, ajustándose a las directrices de la Santa Sede y la CEE. Una muy buena noticia cuando “esto no ha hecho más que empezar, porque el goteo de casos va a continuar”, como confirma en conversación confidencial un canonista con experiencia diocesana en estos procesos.

Presuponíamos que España no padecería la plaga criminal que asoló Estados Unidos o Irlanda. Pero tampoco esperábamos un limbo donde la mera luz del sol que atempera el carácter fuese capaz de deshacer las tinieblas que mandan en la voluntad de algunos consagrados. ¿O sí? Granada, Lugo o Mallorca son los últimos casos en donde hay una investigación policial abierta. Y otros, en proceso en sus diócesis, con el obispo tomando directamente cartas en el asunto, nos indican que algo está cambiando: la sensación de culpabilidad de la víctima y el fin de la impunidad para el agresor.

Desde 2001 hasta 2010, el Vaticano investigó 14 casos en nuestro país. Un período no especialmente proclive a la transparencia en la Iglesia española, cuando no solo no se atendían las denuncias internas, sino que, si se podía, se eludía llevar los trapos sucios a lavar ante la autoridad competente. Las hemerotecas guardan testimonio de todo ello. También de la factura que estos casos le pasaba a la imagen eclesial, sobre todo por el oscurantismo de siglos y la hipertrofia moralizante que lo impregnó todo.

Contraatacar afirmando que los abusos se dan sobre todo en las familias, aun siendo verdad, no deja de ser pueril. Sí, también ellas esconden pecados y delitos bajo las alfombras, pero la sociedad se ha dado sus propias normas para defender a los inocentes de los depredadores domésticos. Por eso, hay que celebrar que la Iglesia esté entrando en esta senda, dando la espalda a equivocados conceptos que mezclan caridad con un mundanal corporativismo.

Lo que no está en contradicción con salvaguardar la presunción de inocencia y, como ha sucedido recientemente en Osma-Soria, rehabilitar en sus tareas ministeriales al sacerdote cuando la justicia dirima que no ha habido más que infundios. Entonces tocará acompañar también a la nueva víctima.

En el nº 2.933 de Vida Nueva

 

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