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‘Las bienaventuranzas, una contracultura que humaniza’


Un libro de Luis González-Carvajal (Sal Terrae, 2014). La recensión es de Diego Tolsada

Las bienaventuranzas, una contracultura que humaniza, libro de Luis González-Carvajal, Sal Terrae

Título: Las bienaventuranzas, una contracultura que humaniza

Autor: Luis González-Carvajal

Editorial: Sal Terrae, 2014

Ciudad: Santander

Páginas: 184

DIEGO TOLSADA | Dice el autor en el prólogo de la presente obra (Las bienaventuranzas, una contracultura que humaniza) que “probablemente no hay ningún texto de la tradición evangélica que haya conocido tantas y tan diversas interpretaciones” (p. 11), la mayoría descaradamente preconcebidas.

Y por eso aclara que lo que le ha guiado a la hora de ofrecer este comentario ha sido una única actitud, pero con dos polos inseparables: la mayor fidelidad posible al texto evangélico y la dimensión pastoral siempre presente en sus publicaciones, la necesaria referencia al ser humano de hoy.

Comienza presentando una visión general de qué entender por bienaventuranza (macarismos o frases del Evangelio que declaran dichoso a un ser humano por alguna actitud o comportamiento), destacando que son muchas las que en él se encuentran. Otros dos capítulos iniciales tratan las dos versiones más conocidas que se nos han conservado. En primer lugar, se presenta la versión de Lucas, y luego la de Mateo, del sermón del monte, en la que se centrará el resto de la obra.

Especial relieve tiene un último apartado de este capítulo, en el que Jesús aparece como el “bien-aventurado” por excelencia, hasta el punto de poder ver la formulación mateana como la expresión en actitudes de lo que fue el comportamiento vivo de Jesús. Esas bienaventuranzas no serían sino la biografía de Jesús convertida en oferta de vida.

Siguen una serie de capítulos dedicados a comentar cada una de ellas. En ellos la exposición bíblica y teológica se mezcla armoniosamente con alusiones continuas a situaciones de nuestro mundo actual y tan de siempre, porque de siempre es pasar hambre, necesitar misericordia y paz, llorar y sufrir, o que nos persigamos los unos a los otros. Y tan humano sigue siendo el ansia de ser feliz.

A la luz esta reflexión, restalla en el epílogo una pregunta que obliga a pararse y pensar: “¿Es posible tomar en serio estas ocho ‘locuras’ de Cristo?”, porque bonitas son, pero ¿“vivibles”?

Javier Gomá Lanzón decía a este propósito que imitar la excelencia de Jesús nos era necesario, pero imposible. Pero Luis González-Carvajal, de mano de la reina de Alicia en el país de las maravillas, nos invita a adquirir el hábito de soñar cosas imposibles al menos media hora al día. Y para ello, para pensar a contrapelo de tantas cosas de nuestro mundo, necesitamos contrasociedades que nos proporcionen contradefiniciones de la realidad, de que las cosas pueden ser de otra forma más humana. Y algunas de ellas son estas invitaciones a la felicidad así entendida.

Como todas las obras del autor, el texto está escrito con rigor pero con agilidad y con los recursos de anécdotas, acontecimientos y citas de nuestra cultura, que facilitan la lectura. Es, pues, muy aprovechable para la lectura espiritual y la oración personal, pero también para las reuniones de comunidades y grupos cristianos.

González-Carvajal ha pretendido y logrado ofrecernos no solamente un comentario técnico de las bienaventuranzas, sino ponerlas a nuestro alcance, subrayando cómo –y este es uno de los valores más importantes de esta obra– este proyecto de Jesús para ser feliz no solo nos asegura una santidad de dimensión trascendente, sino que proporciona al que lo sigue un camino de humanización, de realización de nuestra condición humana aquí abajo marcada, sí, por la exigencia, pero, sobre todo, por la felicidad. Es decir, que quien vive o se esfuerza por vivir este programa no solo es “más divino”, sino también, y tal vez por ello, “más dichosamente humano”.

En el nº 2.931 de Vida Nueva

Actualizado
27/02/2015 | 04:05
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