El nuevo currículo de Religión apuesta por contenidos teológicos

La asignatura relega el diálogo con la cultura, la historia y las demás confesiones

dos niños alumnos estudiantes en un aula en un colegio católico

ANTONIO ROURA, director de Religión y Escuela | Los currículos para la asignatura de Religión, publicados el 24 de febrero en el Boletín Oficial del Estado (BOE), tienen formalmente, por fin, un regusto a novedad. No son un refrito de los currículos anteriores y se nota un esfuerzo por responder a las exigencias formales que se siguen del concepto de currículo establecido en la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE).

El currículo aprobado cumple –ahora sí–, en sus aspectos formales, los requisitos técnicos exigidos a las demás asignaturas. Es un texto redactado sin la precipitación del anterior, que ha sido completamente revisado en cada una de los elementos y en el que han intervenido, coordinadamente, teóricos de la pedagogía de la religión, teólogos y especialistas en didáctica, además de técnicos de FERE.

El proceso de elaboración se ha llevado con discreción total y, a diferencia de la práctica habitual de la Comisión Episcopal de Enseñanza, no se ha dado a conocer a las editoriales hasta su publicación en el BOE. Con las modificaciones propuestas, las editoriales disponen de muy poco tiempo para preparar libros de texto que estén disponibles para el curso que viene.

Tiempo habrá de profundizar en la selección de contenidos y en la intención con la que han sido seleccionados. Ciertamente se han reducido en relación a los currículos anteriores y, quizá, haya menos dificultades a la hora de ajustarlos a la carga lectiva de la que dispone la asignatura.

Pero entre los especialistas sorprende, por ejemplo, que en Secundaria no se mencione el Reino de Dios, que no aparezca la expresión Pueblo de Dios, que no se destaque la figura de María o que hayan desaparecido los contenidos de Historia de la Iglesia, de Moral, de Valores o de conocimiento de otras religiones.

Quizás el profesorado eche de menos los contenidos que viene reclamando y que le permitirían entablar un diálogo, desde el análisis de la realidad, entre la perspectiva católica de la historia y la cultura y las inquietudes de sus alumnos o los contenidos curriculares de otras materias.

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En el nº 2.931 de Vida Nueva

 

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