Al inicio de la Cuaresma, Francisco reclama una vida de fe “sin hipocresías”

El Pontífice recibió a la canciller alemana, Angela Merkel

El Pontífice recibe, el sábado 21, a la canciller alemana, Angela Merkel

ANTONIO PELAYO (ROMA) | La basílica de Santa Sabina, en la colina del Aventino, tiene el privilegio inmemorial de ser el escenario de la liturgia penitencial del Miércoles de Ceniza. Es un templo austero, pero muy bello, confiado a la Orden de Santo Domingo. El 18 de febrero, a primeras horas de la tarde, Francisco llegó a la abadía benedictina de San Anselmo y, desde allí, en procesión, se dirigió a Santa Sabina para celebrar la Eucaristía con la imposición de las cenizas.

Sobre la cabeza del Pontífice ejecutó el rito el cardenal eslovaco Jozef Tomko, prefecto emérito de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos y titular de la basílica. Estaban presentes una veintena de cardenales, numerosos prelados de la Curia, el abad primado de los benedictinos, Notker Wolf, y el maestro de los dominicos, Bruno Cadoré. “Nos hará bien a todos –dijo Bergoglio en su homilía–, especialmente a nosotros, sacerdotes, en el inicio de la Cuaresma, pedir el don de las lágrimas para que nuestra oración y nuestro camino de conversión sean más auténticos y sin hipocresías. Nos hará bien plantearnos la pregunta: ¿yo lloro? ¿Llora el Papa? ¿Lloran los cardenales? ¿Los obispos? ¿Los consagrados? ¿Los sacerdotes? ¿El llanto es parte de nuestra oración?”.

“ß –dijo más adelante, refiriéndose a las obras mosaicas de misericordia: la limosna, el ayuno y la oración– distingue entre el hecho externo y el interno, el llanto del corazón. En el curso del tiempo, estas prescripciones habían sido corroídas por el orín del formalismo exterior e incluso se habían transformado en un signo de superioridad social. Jesús pone en evidencia una tentación común a estas tres obras que puede resumirse como la hipocresía [lo repite tres veces]… Jesús nos invita a realizar estas obras sin ninguna ostentación y confiando únicamente en la recompensa del Padre, ‘que ve en lo secreto’”.

El Papa impone la ceniza en la frente a una fielEl primer Domingo de Cuaresma, a la hora del ángelus, el Santo Padre reclamó la atención de los fieles sobre “el espíritu de combate” que debe caracterizar el tiempo cuaresmal, “un tiempo de combate espiritual contra el espíritu del mal”. También afirmó que tenemos que acompañar al Señor en el desierto, “porque en el desierto se puede escuchar la voz de Dios y la voz del tentador. En medio del rumor, de la confusión, esto no se puede hacer; se oyen solo las voces superficiales. En el desierto, sin embargo, podemos bajar en profundidad donde se juega verdaderamente nuestro destino, la vida o la muerte. ¿Y cómo podemos oír la voz del Señor? La oímos a través de su Palabra. Por eso es importante conocer las Escrituras, porque, si no, no sabemos responder a las insidias del maligno”.

Esa misma tarde, dos autocares salieron del Vaticano rumbo a la cercana localidad de Ariccia, donde, hasta este sábado 28, van a tener lugar los ejercicios espirituales del Papa y de sus colaboradores de la Curia. Este año, el predicador es el carmelita Bruno Secondin, que ha abordado el tema Servidores y profetas del Dios vivo. Lectura pastoral del profeta Elías. La primera meditación en la mañana del lunes, ya subrayó la movilidad del profeta, que nos lleva a “frecuentar las periferias y las fronteras geográficas y existenciales poniéndonos de frente a los problemas más interiores”.

Como conclusión de sus palabras, planteó a sus oyentes cuestiones como estas: “¿Abrazo una sana y serena sobriedad hecha de recursos sencillos? ¿O, por el contrario, me dejo tentar por el despilfarro en las cosas de las que me rodeo, en el modo de vestir? ¿Conservo la frescura del primer amor o se ha marchitado completamente? ¿Conozco la vida de la periferia o me gusta estar en el centro de los honores? ¿Confío en la Providencia o soy un fanático de la programación y de los resultados?”. Durante estos días de retiro, quedan suspendidas hasta el viernes 27 todas las audiencias papales, incluida la general de los miércoles.

Angela Merkell visita el Vaticano

Antes de ese paréntesis, el sábado 21, Francisco recibió a la canciller alemana, Angela Merkel, con la que mantuvo un cordial coloquio privado de 40 minutos. “En el curso del mismo –expuso el posterior comunicado–, y con la perspectiva de la próxima cumbre del G-7, que tendrá lugar en Baviera, se ha prestado una atención especial a algunos temas de carácter internacional, en particular a la lucha contra la pobreza y el hambre, a la explotación de los seres humanos y a los derechos de la mujer, a los desafíos de la salud en el mundo y a la defensa de la Creación. También se ha hablado de los derechos humanos y de la libertad religiosa en algunas partes del mundo, mencionando la importancia de los valores espirituales en la cohesión social. Por último, se ha tratado de la situación en Europa, subrayando en particular el compromiso para lograr una solución pacífica del conflicto en Ucrania”.

La canciller, que mantiene una intensa mediación en Ucrania, expuso al Papa la complejidad de la situación y su peligrosidad. Francisco, por su parte, insistió en los principios que rigen la actitud de la Santa Sede: la urgencia de retomar la negociación como único recorrido posible y el respeto al principio de la legalidad internacional.

En un posterior encuentro con Andrea Riccardi, de la Comunidad de Sant’Egidio, Merkel reafirmó que en la crisis ucraniana, como en todas, “la atención a la integridad territorial de un país es siempre la base para una convivencia pacífica”. Idea que dos días antes el Pontífice había expuesto en el discurso que pronunció ante la treintena de obispos ucranianos venidos a Roma para su visita ad limina. “Os encontráis, como país –les dijo–, en una situación de grave conflicto que se está prolongando desde hace varios meses y continúa ocasionando numerosas víctimas inocentes y grandes sufrimientos a toda la población”.

Solidaridad con Ucrania

El Papa charla con los obispos de Ucrania, de visita ‘ad limina’

El Papa charla con los obispos de Ucrania, de visita ‘ad limina’

La solidaridad papal con el pueblo ucraniano se ha expresado de diversas maneras en los últimos tiempos, pero siempre suplicando al Señor “que conceda pronto la paz” y con un llamamiento “a todas las partes interesadas para que sean aplicados los entendimientos alcanzados de común acuerdo y sea respetado el principio de la legalidad internacional; en concreto, que se respete la tregua recientemente suscrita y se apliquen todos los compromisos que son condiciones para evitar la vuelta a las hostilidades”. No dejó tampoco el Papa de advertirles a los prelados ucranianos contra el peligro de la desunión dentro del episcopado (entre los de rito oriental o greco-católico y los de rito latino), porque “la unidad, además de dar un buen testimonio al pueblo de Dios, rinde un servicio inestimable a la nación a nivel social y cultural, pero sobre todo espiritual”.

Los obispos han regresado a su país satisfechos de su encuentro con el Santo Padre; también hicieron una rápida visita a Benedicto XVI y están convencidos de que Bergoglio visitará su país en cuanto pueda, desde luego no antes de que cesen los enfrentamiento sangrientos entre gubernamentales y secesionistas prorrusos.

El Papa charla con los obispos de Ucrania, de visita ‘ad limina’Otra de las audiencias de los últimos días fue la concedida por el Papa a los fieles de Cassano all’Jonio, a los que recibió junto a su obispo, Nunzio Galantino. Francisco visitó esta pequeña comunidad calabresa el 21 de junio y, en ese escenario de violencia atroz, fue muy duro contra la n’drangheta (la mafia local). “A cuantos han escogido el camino del mal –repitió Francisco– y están afiliados a organizaciones de la mala vida, les renuevo una apremiante invitación a la conversión. (…) O Jesús o el mal. Nadie puede decirse cristiano y violar la dignidad de las personas; quienes pertenecen a la comunidad cristiana no pueden programar y llevar a cabo gestos de violencia contra los otros y el medio ambiente. Los gestos exteriores de religiosidad no acompañados por una verdadera y pública conversión no bastan para considerarse en comunión con Cristo. (…) ¡Abrid vuestro corazón al Señor! El Señor os espera y la Iglesia os acoge; si ha sido pública vuestra opción de servir al mal, será también pública vuestra voluntad de servir el bien”.

En el nº 2.931 de Vida Nueva

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