Todos tendrán voz en la reforma de la Curia

miembros del C-9 cardenal Seán O'Malley, arzobispo de Boston, y cardenal de Managua, Óscar A. Rodríguez Maradiaga

‘Vida Nueva’ accede al documento de trabajo para los cardenales en el consistorio

miembros del C-9 cardenal Seán OMalley, arzobispo de Boston, y cardenal de Managua, Óscar A. Rodríguez Maradiaga

Los cardenales O’Malley y Maradiaga, miembros del C-9

Así es la reforma de Francisco que estudiarán los cardenales [extracto]

ANTONIO PELAYO (ROMA) | Se titula Propuestas para un proyecto de revisión de la Constitución ‘Pastor Bonus’ el documento que todos los cardenales recibieron el jueves 12 de febrero al entrar en el Aula del Sínodo para participar en el consistorio extraordinario convocado por el papa Francisco los días 12 y 13. Un día antes, Vida Nueva tuvo acceso reservado al mismo.

Para evitar malentendidos iniciales, no se trata del “borrador” de reforma de la Pastor Bonus que algunos medios habían presentado como el documento sobre el que se estaba trabajando y que, siempre según esas fuentes, constaba de 66 páginas y 185 artículos. En su encuentro con los informadores el miércoles 11, el portavoz vaticano, Federico Lombardi, desmintió que dicho documento “sea atendible; es de hace un año; no es un documento de trabajo, sino uno de los tantos materiales que han llegado a manos de monseñor Marcello Semeraro”, obispo de Albano y secretario del Consejo de los Cardenales (el llamado C-9), reunidos entre los días 9 y 11.

Insisto: el documento que tenemos entre las manos en esta revista lleva fecha de 2015, consta de 34 páginas y se divide en cuatro partes: La actividad del Consejo de los Cardenales; Principios inspiradores y líneas-guía para el trabajo de reforma de la Curia romana; Seglares, familia y vida, perfil teológico; Caridad, justicia y paz, perfil teológico.

En la segunda parte, sobre los principios inspiradores de la reforma, se destacan los siguientes: Naturaleza y función de la Curia romana, Simplificación y racionalización, La Secretaría de Estado o papal, Sinodalidad (de las páginas 13 a la 22).

“Se requiere –es una de sus afirmaciones– una racionalización de las diversas competencias de la Secretaría de Estado, o mejor papal, para que en el cumplimiento de sus competencias sea la ayuda más inmediata y eficaz del Papa. Su tarea es la del órgano de coordinación de los varios sectores de los dicasterios y oficinas de la Curia. Podría ejercer esta función de ‘moderación’ de la Curia a través del sustituto de la Secretaría de Estado. ‘Moderación’ orientada a la realización de la unidad, la interdependencia y la coordinación de los varios dicasterios y de sus diversas secciones y sectores”.

Sobre la sinodalidad, se formula el deseo de que las reuniones de los jefes de los dicasterios (una especie de “consejo de ministros”) “sean más frecuentes, con temas bien delimitados, escogidos por el Papa y también sobre la base de las propuestas de los mismos dicasterios; bien preparadas, con un material hecho llegar precedentemente, incluso por vía electrónica. La preparación podría verse favorecida por reuniones de los secretarios del dicasterio con el sustituto de la Secretaría de Estado”.

En cuanto al personal que trabaja en la Curia romana, el documento afirma lo siguiente: “Para evitar de hecho que se produzcan una especie de pequeños potentados y para favorecer una utilización más racional del personal, un intercambio de experiencia y de profesionalidad, habría que considerar si no fuese oportuno prever una cierta y periódica rotación del personal entre los dicasterios. Además, habría que promover una formación permanente, tanto técnica como espiritual, del personal”.

Estudiado por toda la Iglesia

Los autores de este documento –del que Semeraro no es el ideólogo, sino el ejecutor– piensan que, para proceder a la reforma de la Curia, “sería oportuno que una comisión restringida de canonistas y teólogos se encargase de redactar un primer esquema de nueva constitución. Este esquema sería enviado al grupo de los nueve cardenales para una primera valoración. Sucesivamente, podría ser enviado a los presidentes de las conferencias episcopales, a los jefes de las Iglesia orientales, a todos y cada uno de los cardenales y a los dicasterios de la Curia romana, para ser discutido finalmente en una plenaria de los cardenales. Tras este itinerario, una comisión cardenalicia debe ser encargada de redactar, con la ayuda del algún canonista, el texto definitivo que será presentado después al Papa para su aprobación”.

Como subrayaba el portavoz de la Santa Sede, todo este trabajo “exige unos tiempos no breves y a mí no me sorprende, por lo tanto, que las cosas no sean tan simples como algunos las presentan”. Cuando se dice a modo de dicho popular que “las cosas de palacio van despacio”, habría que añadirse que, tratándose del Vaticano, “van muy, muy despacio”.

En el nº 2.929 de Vida Nueva

 

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