‘Timbuktu’: un canto a la resistencia

J. L. CELADA | Un cervatillo corre por el desierto escapando de un vehículo con hombres armados que han convertido al asustadizo animal en diana de sus disparos. Aunque su consigna es clara: “No lo matéis, cansadlo”. Esta secuencia, que alza el telón de Timbuktu, se erige de algún modo también en metáfora de lo que el extraordinario trabajo de Abderrahmane Sissako se dispone a contarnos: con frecuencia, el hostigamiento y la persecución son tan mortales como las propias balas.

El realizador mauritano sitúa los hechos años atrás, cuando grupos yihadistas llegados del Magreb tomaron el control del norte de Malí, sembrando el terror entre la población e instaurando un régimen de prohibiciones (no fumar, no escuchar música, no jugar al fútbol…) que desestabilizaría una región asentada hasta entonces sobre la tolerancia y la convivencia interreligiosa. Y da título a esta cinta la ciudad que –en expresión de su protagonista– es el “alma” de las melodías africanas, un escenario donde entran en conflicto la vida sencilla y apacible de los habitantes del lugar con las leyes de un islam que ha desterrado la clemencia, la piedad y el perdón en nombre de la yihad.

timbuktu2Sin embargo, mientras el buen musulmán libra esa “guerra santa” consigo mismo en busca de su perfeccionamiento moral (así lo entiende el imán local, testigo y contrapunto de la barbarie invasora), los impulsores de la sharia más cruel solo persiguen conquistar territorios y voluntades infundiendo temor. Algo que no siempre ocurre, como se encarga de demostrarnos esta historia. Porque todavía hay gente anónima que, por muchos latigazos y lapidaciones que sufran sus cuerpos, nunca permitirá que la locura profane sus espíritus.

En una tierra seca y polvorienta, de la que no pocos vecinos se han visto obligados a emigrar, ganaderos, pescadores, pastores o artistas plantan cara a quienes se empeñan en cercenar sus libertades. Ya sea en la soledad de una jaima o en el bullicio del mercado, a diario soportan las humillaciones con paciencia, resignación e incluso aceptación, pero, muy especialmente, con una resistencia silenciosa y activa digna de admiración (¡qué decir, por ejemplo, de las mujeres, abocadas a matrimonios en contra de su voluntad!).

Claro que nada sería igual sin la cámara de Sissako asomándose a este microcosmos, por desgracia tan universal. Su lenguaje sencillo, su narración pausada, sus imágenes (a veces, delicados poemas visuales como ese partido de fútbol sin balón que reivindica la imaginación frente a la sinrazón)… constituyen un canto a la belleza de unos parajes y unos pueblos que ni la brutalidad más absoluta –en ningún caso ausente– podrá mancillar.

Que Timbuktu sea una de las cinco nominadas a Mejor película de habla no inglesa no es fruto de la casualidad ni obedece a un presunto exotismo de los académicos. Otra cosa es que luego consiga el Oscar, aunque le sobran motivos para ello.

FICHA TÉCNICA

Título original: Timbuktu.

Dirección: Abderrahmane Sissako.

Guión: Abderrahmane Sissako y Kessen Tall.

Fotografía: Sofian El Fani.

Música:Amine Bouhafa.

Producción: Etienne Comar, Sylvie Pialat.

Intérpretres: Ibrahim Ahmed, Toulou Kiki, Abel Jafri, Fatoumata Diawara, Hichem Yacoubi, Kettly Noël, Mehdi A.G. Mohamed, Layla Walet Mohamed, Adel Mahmoud Cherif, Salem Dendou.

En el nº 2.929 de Vida Nueva

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