Religión en serie

La “era dorada” del género televisivo muestra un llamativo tratamiento de lo trascendente

True Detective

Religión en serie [extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Las series están redefiniendo el modo de ver –y entender– la televisión. Audiencias internacionales, estrenos simultáneos, repartos cinematográficos, productoras que anteponen calidad y libertad creativa, junto a guionistas que apuestan por una narrativa que supera el simple entretenimiento. Y un extraordinario eco en esa realidad paralela que es la web, el visionado bajo demanda y hasta las descargas ilegales. Algunos llegan a hablar de moda. Otros, de “era dorada”.

Lo cierto es que las series contemporáneas han inaugurado una industria a escala prácticamente universal, paralela ya a la cinematográfica, que sigue virando entre el drama y la comedia. Los argumentos también, más que nunca, han evolucionado hasta un privilegiado campo de experimentación literaria. “Es decir: palabra e imagen, literatura y cine, pero en una fórmula que solo ha sabido encontrar la televisión de alta calidad”, afirma el escritor Jorge Carrión. Los géneros televisivos de la series siguen siendo los mismos desde los años 70, pero, como explica el autor del ensayo Teleshakespeare (Errata Naturae): “Lo importante es reconocer que nunca habían coexistido tantas ficciones televisivas de alta calidad ni tanta pluralidad: también hay mucho culebrón, o series entre varias aguas, porque nadie cree ya en los géneros como corsé; pienso por ejemplo en Scandal o en Orange is the New Black. Pero, por primera vez, quien sanciona, organiza, canoniza un lenguaje artístico no es la Academia o la crítica, sino la masa amorfa y global”.

Leftovers

The Leftovers

Ya sea desde el drama o la comedia, o de todas esas fórmulas intermedias de la “miniserie” a series de una o más temporadas, es también evidente –y lo hemos visto– cómo la religión es un recurso notable, muy frecuente también, en la temática de muchas de estas series y sus tramas. De hecho, es raro encontrar alguna serie que no tenga algún capítulo o trama donde no se toque este tema. Incluido las más vistas. Es el caso de la exitosa e impactante True Detective, creada por la HBO y emitida en 2014 por Canal+.

La trama policiaca protagonizada por los detectives Martin Hart (Woody Harrelson) y el oscarizado Rustin Cohle (Matthew McConaughey) tiene de fondo crímenes de una presunta secta satánica. Sin embargo, los diálogos de sus ocho capítulos son un extraordinario recorrido por la filosofía, el nihilismo o la fe religiosa. Nada que ver con la etiqueta de ateísmo que, a partir de su tercer episodio, se le ha colgado. “El caso, que muestra hasta dónde llega la degradación moral de un grupo que se denomina ‘cristiano’, sirve también para demostrar que la bondad, o el bien, no es un asunto de religión en el sentido de ritos, tradiciones o creencias, sino de acciones”, explica el profesor Alberto Nahum García. El personaje que interpreta McConaughey es, durante toda la serie, el epígono del escepticismo y el descreimiento: pero, en el último capítulo, vive una conversión o, como también se puede interpretar, se muestra por fin abiertamente como realmente es. Como realmente piensa. La mentira, ese acento constante que hace la serie en la apostura, en que nada de lo que dicen sus personajes es verdad, es otro de sus grandes temas.

Resurrection

Luz contra oscuridad

El instante en el que Cohle recuerda haber “sentido” entre la oscuridad –más allá de la oscuridad, al borde mismo de la muerte– a su hija y a su padre muertos es una prueba de fuego definitoria en la construcción del personaje y de la trama concebida por Nic Pizzolato. “Hubo un tiempo en el que solo había oscuridad –acaba afirmando Cohle/McConaughey–. Si quieres saber mi opinión, la luz está ganando”. Luz contra oscuridad no es solo el gran tema de True Detective. “Uno de los grandes saltos de la televisión americana, desde la explosión de finales de los noventa, ha sido el de sacar petróleo de la ambigüedad moral.

Es un campo muy, muy rico. Todo un reto para el espectador. Basta con ver los excelentes pilotos de series como Boardwalk Empire o Breaking Bad para constatar que el Bien y el Mal se conjugan en gris”, explica Alberto Nahum, investigador televisivo. Ocurre también con otra serie que también tiene en común mucho que ver con Breaking Bad (Sony) –con sus cinco temporadas– y Rectify (Sundance TV). Walter White y, sobre todo, Daniel Holden, los protagonistas de ambas series, exploran todos los ángulos de la culpa, desde el delito hasta la redención, flirteando con la huida y el imposible olvido.

Propiamente, no se podría decir de estas últimas que sean religiosas en sí mismas. Ni mucho menos. Sí, en cambio, otras dos actualmente en emisión: The Leftovers (HBO), por Canal+, y Resurrection (ABC), en el canal AXN, aunque lo hacen desde una perspectiva singular. The Leftovers podría ser traducida como “Los que se quedaron”, “El resto” o, de manera más literal, “Los que sobran”.

El punto de partida es el Rapto o arrebatamiento de las confesiones evangelistas. Pero a lo largo de la serie, de la que se ha emitido solo una temporada, va mucho más allá de una lectura bíblica de las desapariciones, básicamente –aunque es un tratamiento reduccionista de sus múltiples enfoques– a partir de una secta, con voto de silencio, vestidos blancos y un fumar constante, busca reproducir las condiciones sociales de los primeros cristianos, a la vez que invita a una reflexión sobre por qué creer. Aún más compleja, si cabe, es Resurrection, la serie que en sus dos temporadas recrea la “vuelta” de fallecidos hasta treinta años atrás. Las múltiples referencias religiosas, entre ellas, a la Iglesia como refugio: ante lo incomprensible y, sobre todo, ante quienes no la aceptan. El mensaje final, si lo hay, apunta a un escenario, por el contrario, de desesperanza.

‘Perdidos’, la pionera

La popularísima Perdidos (ABC), emitida en España entre 2005 y 2011 por TVE y Cuatro, fue la primera serie que intuyó el nuevo escenario de la ficción televisiva. Su extraordinaria fama concluyó con una lectura que poco a poco se iba intuyendo a la vez que se acercaba el desenlace de los supervivientes del accidente aéreo: la interpretación abiertamente católica. Su capítulo final resuelve –según esta lectura– “lo esencial, lo que atañe al corazón del ser humano, al significado y al valor de la vida y a la capacidad de ser salvados”, según la interpretación que hicieron los periodistas Mar Velasco y Pablo Ginés. La muerte, la entrega final de los protagonistas –Jack, Locke– tras recorrer el purgatorio, esa realidad paralela de la última temporada, se ve en este sentido como el testimonio de la salvación y resurrección. Y con ellos: la luz, la eternidad.

Aún antes de Perdidos hubo otro precedente, El pájaro espino, emitida en Estados Unidos en 1983, que adaptaba la novela homónima de la australiana Collen McCullough. La miniserie fue protagonizada por Richard Chamberlain, como el padre Ralph de Bricassart, y Rachel Ward, la hija de un granjero de la que se enamora el sacerdote. En Pioneros de la televisión –la magnífica entrega documental de la PBS, la televisión pública norteamericana, que emite Canal+ sobre los orígenes de las series–, el productor afirma que el éxito de El pájaro espino se debió a que la fe del protagonista está mucho más arraigada que en la novela. Fue, en cualquier caso, la primera serie que daba a lo religioso un protagonismo extraordinario, más allá de sus vetas románticas.

Battlestar-Galactica

Battlestar Galactica

Mucho ha cambiado la audiencia, y los tiempos. La miniserie La Biblia (History Channel) ha sido un gran éxito en Estados Unidos y en otros muchos países. Pero más por fidelidad de los espectadores al libro sagrado que por la escasa calidad del guión o del reparto. Es irritante su comparación, por ejemplo, con la épica Juego de Tronos (HBO), que adapta las novelas de la saga de Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin, con extraordinaria brillantez. Serie donde lo religioso juega –aunque se intuye mayor aún en el futuro– un papel más que testimonial. Habría que citar otras ya históricas, como Los Tudor o Los Borgia, que se adentran en temáticas religiosas, aunque con tendencia a la leyenda negra. Y hay otras muchas, casi todas norteamericanas, como Carnivàle (HBO) o Battlestar Galactica (ABC), que, aunque ciencia ficción, contiene una indudable lectura religiosa.

jcrodriguez@vidanueva.es

En el nº 2.929 de Vida Nueva

Compartir