Paternidad responsable

EDUARDO CIERCO (MADRID) | La columna de M. Á. Malavia en el número 2.926 de Vida Nueva se refiere a las frases que el papa Francisco pronunció en relación con la Humanae vitae en su vuelo de Filipinas a Roma. Entre ellas, esta: “Yo creo que el número de tres hijos por familia es el importante para mantener la población. Perdonen, pero hay algunos que creen que para ser buenos católicos debemos ser como conejos…”.

Es cierto que el concepto de “paternidad responsable” fue claramente introducido en el lenguaje de la Iglesia por la citada encíclica del papa Pablo VI, en 1968, pero no podemos olvidar los siguientes e importantes antecedentes: tres “respuestas” de 1853, 1880 y 1932. La Casti connubii, de Pío XI, de 1830, y la alocución al Congreso de la Unión Italiana de las Comadronas, del 29 de octubre de 1951. Así como la Constitución Pastoral del Vaticano II sobre la Iglesia en el mundo moderno. Francisco mantuvo su habitual estrategia: primero los hechos o las palabras; después, los documentos. Y, ante todo, el gracejo en la dicción: ¡hablar de “conejos”!

La Humanae vitae ha definido la doctrina “oficial” de la Iglesia desde 1968, pero lo “oficial” no es ni “dogmático” ni “inmodificable”. Ni la encíclica se autodeclara tal ni nunca nadie ha pretendido darle ese carácter. Ni se habría podido: las definiciones dogmáticas consisten en que quien tiene autoridad para hacerlas declara que tal enseñanza se desprende de la Revelación, y salta a la vista que la prohibición de los métodos “no naturales” para cumplir con la paternidad responsable no figura en la Revelación.

En el nº 2.929 de Vida Nueva

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