EDITORIAL VIDA NUEVA | Como ya denunciamos en su día en estas páginas, la Unión Europea decretó, del 13 al 26 de octubre, toda una caza al inmigrante sin papeles a lo largo y ancho de su territorio. La excusa era obtener información para combatir a las mafias que se lucran con el tráfico de personas y aprovechan nuestras fronteras para su perverso negocio.
Pero la realidad es que hubo una redada policial que, a falta de explicaciones, se desarrolló gracias a la ilegal identificación racial. Aunque el problema va aún más allá.
Si en 2012 se detuvo de este modo a unos 5.000 inmigrantes ilegales y en 2013 a 10.000, el pasado año la cifra se multiplicó hasta casi llegar a los 20.000.
¿Estamos acaso ante una alocada carrera sin fin? Y, si cabe, aún es más grave saber que se ha retenido a cerca de 3.000 menores y a unos 11.000 refugiados de guerra o de cualquier tipo de persecución. No, Europa no es esto. Y el contro de fronteras, tampoco.
En el nº 2.928 de Vida Nueva. Del 7 al 13 de febrero de 2015
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