Los obispos denuncian la deshumanización del trabajo en España

“Este sistema mata y no considera a la persona en su integridad”, afirma Algora, responsable de Pastoral Obrera

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Varias personas en una oficina de empleo el día que se conoció la EPA

JOSÉ LUIS PALACIOS | En este año plagado de citas electorales, el paro será un tema estrella que influirá, a buen seguro, en el ánimo de los votantes. Los obispos, sin tomar partido por una opción política concreta, acaban de advertir de que la configuración de las relaciones laborales, tal y como se ha hecho en España en los últimos años, puede llegar a atentar contra la dignidad humana.

Este diagnóstico viene a coincidir cuando la recuperación económica, a pesar de su tibieza, maquilla los malos datos. El año 2014 se cerró con 477.900 parados menos y con 434.000 puestos de trabajo más, el primer aumento de la ocupación detectado por la Encuesta de Población Activa (EPA) desde que empezó la crisis. Aunque los apuntados en las oficinas del INEM en el mes de enero volvieron a subir, el Gobierno de Mariano Rajoy mantiene su optimismo y asegura que en 2015 se crearán 400.000 nuevos empleos.

“Respiramos, pero todavía con los pulmones manchados, porque esta larga crisis nos ha dejado muy tocados y venimos de muy abajo”, sostiene Antonio Algora, obispo de Ciudad Real y responsable de la Pastoral Obrera de la Iglesia en España. Ya no hace falta un crecimiento enérgico del PIB para generar empleo. Toda una novedad para nuestra economía. Sin embargo, son muchos los que creen que esta solución no es precisamente la ideal, ya que, sobre todo, se está favoreciendo el empleo de menos calidad, sin que el modelo económico esté experimentando grandes cambios.

Esta parece ser la opinión de los doce obispos miembros de la Comisión Episcopal de Apostolado Seglar (CEAS), que han elaborado el mensaje conmemorativo del vigésimo aniversario del documento La Pastoral Obrera de toda la Iglesia. En él se puede leer: “En algunos lugares, hoy, el carácter sagrado de la dignidad humana no se tiene en cuenta y queda especialmente dañado por las condiciones de trabajo que imperan, con frecuencia, en nuestro mundo”. Y, además, se lanza una advertencia: el mundo del trabajo hoy “se ha precarizado aún más, se ha desvinculado el trabajo de la dignidad del ser humano, se ha despersonalizado”.

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En el nº 2.928 de Vida Nueva

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