Editorial

La sensatez de una paternidad responsable

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EDITORIAL VIDA NUEVA | Cuando el debate del Sínodo parecía enfocado a dilucidar cómo afrontar el acceso al sacramento de la Eucaristía de los divorciados vueltos a casar, Francisco propone reflexionar sobre uno de los asuntos con más aristas de la pastoral familiar: la paternidad responsable.

Curiosamente, la cuestión planeó en las sesiones programadas y en los grupos de trabajo en Roma, con las dificultades que se palpan en los diferentes continentes, desde la política del hijo único en China, la promiscuidad y poligamia en África, la falta de estabilidad en el núcleo familiar en América Latina o el control de la natalidad en Europa. Sin embargo, enfrascados en otras materias no menos interesantes, se dejó aparcado o, al menos, minimizado incluso en la Relatio Synodi.

Sin embargo, el Papa ha querido introducir este tema en el debate público precisamente cuando las diferentes conferencias episcopales abordan cómo responder al cuestionario de trabajo enviado desde la Santa Sede para preparar el segundo tramo del Sínodo que se celebrará en octubre.

Fue en el vuelo de regreso del viaje de Filipinas. Francisco echó mano de una expresión tan coloquial que ha dejado descolocado a más de uno: “Perdonen, pero hay algunos que creen –disculpen la expresión– que para ser buenos católicos debemos ser como conejos”.

Resulta llamativo que a menudo se mate al mensajero, esto es, a los periodistas, por descontextualizar una declaración para tener un titular y sea ese mismo dedo acusador contra la Prensa el que aísle esta frase del Papa y la despoje del contenido íntegro de una intervención donde arrancaba diciendo que “la apertura a la vida es condición para el sacramento del matrimonio”.

Juan Pablo II no habló de conejos, pero sí afirmó que “lo que la Iglesia llama paternidad responsable no significa una procreación ilimitada”. Nadie se asombró entonces.

La reflexión que Francisco pone sobre la mesa entronca con la visión de Pablo VI en la Humanae Vitae y su denuncia contra el neomalthusianismo, la teoría que culpa el exceso de población de las clases pobres como la causa de la reducción de su calidad de vida.

Por si quedara alguna duda, dos días después en la audiencia general, Bergoglio subrayó que es la cultura del descarte y no las familias numerosas la causa de la pobreza, y confió en Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, para aclarar que “tener muchos hijos es un don de Dios”.

Desde esta invitación hecha por el Papa a profundizar en los ejes de una paternidad responsable, Vida Nueva ha navegado por el Magisterio, consultado a expertos y dialogado con familias sobre cómo lo viven. ¿Conclusión? Desde la lógica del amor, urge aplicar el sentido común, fruto del discernimiento y el acompañamiento para entender la paternidad y todo lo que implica –procreación, sexualidad, afectividad, cuidado de los hijos…– como un don, pero también como un compromiso.

Con la vista puesta en el Aula del Sínodo, abordar la paternidad responsable exigirá una mirada transversal desde lo cultural, lo social, lo económico y lo político para elaborar propuestas de atención pastoral audaces que respondan a las preocupaciones cotidianas de las familias.

En el nº 2.927 de Vida Nueva. Del 30 de enero al 6 de febrero de 2015

 

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