Los ojos del mundo no siguen en Turquía

Los ojos del mundo no siguen en la india - Jesus Sanchez Camacho

jscamacho  JESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Profesor CES Don Bosco


Como Francisco en la actualidad, hace cinco décadas Pablo VI empezaba el año queriendo rematar las reformas iniciadas en la Curia romana. Si hoy trabajan en ella un G-8 coordinado por el cardenal Óscar Andrés Rodríguez Maradiaga, por aquel entonces, el cardenal Francesco Roberti presidía una comisión que acotaría la burocracia y aumentaría la presencia de los no italianos en la Curia. La máxima expectación del año era la reanudación de la cuarta y última sesión conciliar. A partir del 14 de septiembre, se ultimarían reformas relacionadas con la actitud de la Iglesia ante el mundo moderno, la libertad religiosa o el apostolado de los laicos.

Los ojos del mundo no siguen en la india - Jesus Sanchez CamachoEn España, la recepción de estas novedades impulsará a la Iglesia al renacimiento de valores protocristianos, dilapidados por la corteza histórica. Los redactores y colaboradores de Vida Nueva, al igual que hoy José Beltrán en sus Notas al pie, comienzan a estampar la Memoria de siete días. Ellos sospechan, pero ni con telescopios avistan, la metamorfosis de las relaciones entre la Iglesia y el Estado. Preparan sus plumas para redactar cómo las mieles de la sinfonía no tardarían en convertirse en hieles de estridencias.

Pero para estridencias, la que aún ensordece a París. Terroristas han amputado manos que dibujaban en Charlie Hebdo. A la mina ácida, y a veces tan crítica como ofensiva, del lápiz del semanario satírico, le ha podido la munición de un AK-47. Hace 50 años, la prensa seguía rumiando el mensaje de Pablo VI en la India. Hoy, la cultura del encuentro, escenificada por el papa Francisco y el gran muftí Rahmi Yaran en la Mezquita Azul de Estambul, se difumina por la barbarie.

Si 480 millones de ciudadanos comunitarios hemos de evitar que los miedos se transformen en islamofobia, 20 millones de musulmanes europeos tienen una tarea aún más ardua: señalar al wahabismo y salafismo fundamentalista la senda que traza el Corán; “no arrebatéis ninguna vida” (Al-Anam, 151).

En el nº 2.925 de Vida Nueva

 

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