Jesús Sánchez Adalid: “Santa Teresa luchó contra el hecho de ser mujer”

El escritor publica ‘Y de repente, Teresa’

Jesús Sánchez Adalid, escritor

JOSÉ BELTRÁN | “No soy investigador, pero he perdido la vista con esta novela”. Literalmente. Jesús Sánchez Adalid (Villanueva de la Serena, Badajoz, 1962) no utilizaba gafas antes de iniciar la fase de documentación de Y de repente, Teresa (Ediciones B), la novela oficial del V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús. Ahora echa mano de ellas. El peaje ha merecido la pena.

PREGUNTA.- Al ahondar en su figura alejándose de la hagiografía, ¿se le ha caído algún mito o ha descubierto otra Teresa?

RESPUESTA.- La he redescubierto como una persona más realista, como una mujer de su tiempo, implicada en las corrientes ideológicas y espirituales. Santa Teresa pertenece a la Contrarreforma, ese gran movimiento místico y espiritual que se llevó por delante a personajes como el arzobispo Carranza, a fray Luis de León, a fray Luis de Granada, a Juan de Ávila… No hay que olvidar que estuvieron incluso en entredicho los Ejercicios Espirituales de san Ignacio de Loyola. Santa Teresa es una figura complicada porque también pertenece a este tiempo.

P.- Mujer y emprendedora. Le echó lo suyo para salir adelante…

R.- Desde una visión del siglo XXI, nos puede parecer natural, pero en pleno siglo XVI su empuje resulta titánico. Tenía que luchar contra el hecho de ser mujer. Lo que menos se podía consentir es que una mujer hablara, y menos todavía sobre cosas espirituales, que estaban reservadas a letrados varones. Lo que hace santa Teresa resulta inaudito en cualquier tiempo y cualquier época.

P.- ¿Francisco es carne de novela?

R.- Eso lo dirá el tiempo, hay que distanciarse bastante. Hoy te puedo decir que es un personaje muy necesario en nuestro tiempo. Hay que darle tiempo para no mitificarle. En el siglo XVI se cometía el error de considerar a alguien santo demasiado pronto. A Francisco le da naturalidad y libertad el hecho de que entendamos que es necesario.

Entrevista íntegra solo para suscriptores

En el nº 2.925 de Vida Nueva

 

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