Una Navidad precedida por un rayo

papa Francisco besa figura del Niño Jesús en Navidad 2014

Antes de las fiestas navideñas y delante de la Curia, Francisco desnuda las 15 “enfermedades” eclesiales

discurso del Papa Francisco a los cardenales sobre las 15 enfermedades eclesiales 22 diciembre 2014

ANTONIO PELAYO (ROMA) | La celebración de la Navidad –la segunda de Bergoglio como Papa– comenzó con una sorpresa mayúscula. El 22 de diciembre, Francisco recibió en la Sala Clementina a la Curia para el intercambio de saludos navideños. Según la tradición, este era un discurso-balance del año con algún añadido en forma de meditación espiritual. Pero el Papa se saltó a la torera esta costumbre y dirigió a sus colaboradores un inesperado discurso con el catálogo de las tentaciones o enfermedades de la Curia.

Tras expresar sus mejores deseos para “una santa Navidad”, añadió una insólita petición de “perdón por las faltas cometidas”. A renglón seguido, dio inicio al “examen de conciencia” (este era el titular al día siguiente de L’Osservatore Romano), enumerando 15 “enfermedades o tentaciones que debilitan nuestro servicio al Señor”. Y aquí algunos cardenales, obispos y monseñores comenzaron a palidecer… Sigamos las grandes líneas del repaso papal:

  • La enfermedad de sentirse inmortal, inmune o indispensable: “Una Curia que no se autocritica, que no se actualiza, que no trata de mejorarse es un cuerpo enfermo. Es la enfermedad de aquellos que se transforman en patrones y se sienten superiores a todos y no al servicio de todos”.
  • La enfermedad del ‘martalismo’ (que viene de Marta): “Es la enfermedad de la excesiva laboriosidad, es decir, de aquellos que se sumergen en el trabajo descuidando inevitablemente la parte mejor, sentarse al pie de Jesús”.
  • La enfermedad de la fosilización mental y espiritual: “Es decir, aquellos que poseen un corazón de piedra y tortícolis; aquellos que, en el camino, pierden la serenidad interior, la vivacidad y la audacia y se esconden bajo los papeles convirtiéndose en máquinas de prácticas y no hombres de Dios”.
  • La enfermedad de la excesiva planificación y del funcionalismo: “Preparar todo bien es necesario, pero sin caer nunca en la tentación de querer encerrar o pilotar la libertad del Espíritu Santo”.
  • La enfermedad de la mala coordinación: “Cuando los miembros pierden comunión entre ellos y el cuerpo pierde su armonioso funcionamiento y su templanza, se convierten en una orquesta que produce ruido porque sus miembros no colaboran y no viven el espíritu de comunión y de equipo”.
  • La enfermedad del alzheimer espiritual: “Es decir, el olvido de la historia de la salvación, de la historia personal con el Señor, del ‘primer amor’. Se trata de una disminución progresiva de las facultades espirituales que, en un más o menos largo período de tiempo, causa serias discapacidades a la persona, haciéndola incapaz de desarrollar alguna actividad autónoma, viviendo en un estado de absoluta dependencia de sus concepciones a menudo imaginarias”.
  • La enfermedad de la rivalidad y la vanagloria: “Cuando la apariencia, los colores de la ropa o las medallas honoríficas se convierten en el primer objetivo de la vida. Es la enfermedad que nos lleva a ser hombres y mujeres falsos y a vivir un falso misticismo y un falso quietismo”.
  • La enfermedad de la esquizofrenia existencial: “Es la de quienes viven una doble vida, fruto de la hipocresía típica del mediocre y del progresivo vacío espiritual que licenciaturas o títulos académicos no pueden llenar. Crean así un mundo paralelo en donde ponen de parte todo lo que enseñan severamente a los demás e inician a vivir una vida oculta y a menudo disoluta”.
  • La enfermedad de los chismes, de las murmuraciones y de las habladuría: “Es una enfermedad grave que se inicia simplemente quizás por hacer dos chismes y se adueña de la persona, haciendo que se vuelva ‘sembradora de cizaña’ y, en muchos casos, casi ‘homicida a sangre fría’ de la fama de los propios colegas y hermanos. ¡Hermanos, cuidémonos del terrorismo de los chismes!”.
  • La enfermedad de divinizar a los jefes: “Es la enfermedad de los que cortejan a los superiores, esperando obtener su benevolencia. Son víctimas del carrerismo y del oportunismo, honran a las personas y no a Dios. Personas mezquinas, infelices e inspiradas solamente por el proprio egoísmo”.
  • La enfermedad de la indiferencia hacia los demás: “Cuando uno solo piensa en sí mismo y pierde la sinceridad y el calor de las relaciones humanas. Cuando, por celos o por astucia, se siente alegría viendo al otro caer en lugar de levantarlo y animarlo”.
  • La enfermedad de la cara de funeral: “Es decir, de las personas bruscas y groseras, quienes consideran que, para ser serios, es necesario pintar el rostro de melancolía, de severidad y tratar a los demás (sobre todo a los que consideran inferiores) con rigidez, dureza y arrogancia. En realidad, la severidad teatral y el pesimismo estéril son a menudo síntomas de miedo y de inseguridad de sí”.
  • La enfermedad de la acumulación: “Cuando el apóstol trata de llenar un vacío existencial de su corazón acumulando bienes materiales, no por necesidad, sino solo para sentirse al seguro”
  • La enfermedad de los círculos cerrados: “En donde la pertenencia al grupito se vuelve más fuerte que la pertenencia al Cuerpo y en algunas situaciones a Cristo mismo. La autodestrucción o el fuego amigo de las comilonas es el peligro más sutil”.
  • La enfermedad del provecho mundano, del exhibicionismo: “Cuando el apóstol transforma su servicio en poder y su poder en mercancía para obtener provechos mundanos o más poderes. Es la enfermedad de las personas que buscan infatigablemente el multiplicar poderes y, por este objetivo, son capaces de calumniar, de difamar y de desacreditar a los demás, incluso en periódicos y revistas”.
discurso del Papa Francisco a los cardenales sobre las 15 enfermedades eclesiales 22 diciembre 2014

Gesto de gravedad de los curiales al escuchar el discurso del Papa

Quizás para aliviar la tensión en algunos rostros, Francisco añadió: “Estas enfermedades y tentaciones son naturalmente un peligro para cada cristiano y para cada curia, comunidad, congregación, parroquia, movimiento eclesial, y pueden golpear, ya sea a nivel individual o comunitario”. Un poco más adelante, como si quisiera relativizar la importancia de la “enfermedad”, dijo: “Una vez leí que los sacerdotes son como los aviones; solo son noticia cuando caen, pero hay muchos que vuelan. Muchos critican y pocos rezan por ellos”.

El discurso tuvo una repercusión mundial. Algo ya habitual. Como ya sucedió el pasado año, el Papa ha sido elegido “hombre del año” por importantes publicaciones. A la lista de nominaciones hay que añadir, entre otras, la del diario madrileño ABC y la del francés Le Monde.

Solidaridad con los cristianos de Oriente Medio

Antes de la Navidad, Francisco envió una carta a los cristianos de Oriente Medio para expresarles su solidaridad, extensible a “otros grupos religiosos y étnicos que sufren también la persecución. Pienso especialmente en los niños, las madres, los ancianos, los desplazados y refugiados, los que pasan hambre, los que tienen que soportar la dureza del invierno sin techo bajo el que protegerse. Este sufrimiento clama a Dios y apela al compromiso de todos nosotros, con la oración y todo tipo de iniciativas”.

Dirigiéndose de modo más específico a los cristianos, les animó así el Papa: “Podéis ayudar a vuestros conciudadanos musulmanes a presentar con discernimiento una imagen más auténtica del islam, como quieren muchos de ellos, que repiten que el islam es una religión de paz que se puede armonizar con el respeto a los derechos humanos y favorecer la convivencia de todos. Será algo bueno para ellos y para toda la sociedad. La dramática situación que viven nuestros hermanos cristianos en Irak y también los yazidíes y los miembros de otras comunidades religiosas y étnicas exige, por parte de los líderes religiosos, una postura clara y valiente para condenar unánimemente y sin rodeos esos crímenes y denunciar la práctica de invocar la religión para justificarlos”.

A esta carta se añadió una llamada telefónica del Papa pocas horas antes de la Nochebuena a los prófugos reunidos en Ankawa (población cercana a Erbil), en Irak, para expresarles su cercanía: “Estoy muy cerca de vosotros esta noche. Le pido a Jesús que os acaricie con toda su ternura y a la Virgen que os dé mucho amor”.

Bendición ‘urbi et orbe’

La inquietud papal por la agonía de los cristianos en Oriente Medio estuvo igualmente presente el día de Navidad durante su mensaje con ocasión de la bendición urbi et orbi, desde la loggia central de San Pedro. Las decenas de miles de fieles que rebosaban la plaza y los millones de telespectadores pudieron comprobar cómo la afligida expresión de su rostro y su voz reflejaban sus sentimientos de dolor.

“Jesús –dijo el Papa– es la salvación para todas las personas y los pueblos. A Él, Salvador del mundo, le pido hoy que guarde a nuestros hermanos de Irak y de Siria, que padecen desde hace demasiado tiempo los efectos del conflicto y, junto a los pertenecientes a otros grupos étnicos y religiosos, sufren una persecución brutal. (…) Que el Señor abra los corazones a la confianza y otorgue la paz a todo el Oriente Medio, a partir de la tierra bendecida por su nacimiento, sosteniendo los esfuerzos de los que se comprometen activamente en el diálogo entre israelíes y palestinos”.

A continuación, Bergoglio dirigió sus palabras a Ucrania, para que “esa amada tierra pueda superar las tensiones, vencer el odio y la violencia y emprender un nuevo camino de fraternidad y reconciliación”. Saltando hasta el continente africano, citó a Nigeria, “donde se derrama demasiada sangre y demasiadas personas son apartadas injustamente de sus seres queridos y retenidas como rehenes o masacradas”.papa Francisco besa figura del Niño Jesús en Navidad 2014

La cita se extendió a Libia, Sudán del Sur, la República Centroafricana y la República Democrática del Congo, para que sus responsables políticos “se comprometan, mediante el diálogo, a superar contrastes y construir una convivencia fraterna”.

Con el sufrimiento de los niños

Después de aludir a otros países, como Pakistán (donde habían sido asesinados tantos niños pocos días antes), y a los afectados por la epidemia del ébola (Liberia, Sierra Leona y Guinea), su mensaje se centró en los niños, “víctimas de la violencia, objeto de tráfico ilícito y trata de personas o forzados a convertirse en soldados; niños, tantos niños que sufren abusos… Pienso en todos los niños hoy maltratados o muertos, sean los que padecen antes de ver la luz, privados del amor generoso de sus padres y sepultados en el egoísmo de una cultura que no ama la vida; los niños desplazados a causa de las guerras y las persecuciones, sujetos a abusos y explotación ante nuestros ojos y con nuestro silencio cómplice; o los niños masacrados en los bombardeos, incluso allí donde ha nacido el Hijo de Dios. Todavía hoy, su silencio impotente grita bajo la espada de tantos herodes. Sobre su sombra campea hoy la sombra de los actuales herodes. ¡Hay muchas lágrimas en esta Navidad junto con las lágrimas del Niño Jesús!”.

Finalizó el Papa su mensaje con la esperanza de que la fuerza redentora del Cristo recién nacido “transforme las armas en arados, la destrucción en creatividad, el odio en amor y ternura”. A la ternura, precisamente, se había referido también en la homilía de la misa de Nochebuena: “¡Cuánta necesidad de ternura tiene el mundo de hoy! Paciencia de Dios, cercanía de Dios, ternura de Dios”.Vaticano decoración navideña Plaza de San Pedro 2014

Fiesta de la Sagrada Familia

El domingo 28, fiesta litúrgica de la Sagrada Familia, Bergoglio lo celebró en el Aula Pablo VI con la asociación italiana de familias numerosas. “Decidme –les dijo nada más comenzar a hablar–, ¿a qué hora os habéis levantado hoy? ¿A las cinco, a las seis? ¿Y no tenéis sueño? ¡Pero yo, con este discurso, os haré dormir!”. No fue así, como se pudo colegir ante las nutridas salvas de aplausos que acogieron sus palabras.

“Vosotros, niños y muchachos, sois el fruto del árbol que es la familia –continuó–; sois frutos buenos cuando el árbol tiene buenas raíces (los abuelos) y buen tronco (los padres). La gran familia humana es como un bosque donde los árboles buenos traen solidaridad, comunión, confianza, apoyo, seguridad, feliz sobriedad, amistad. La presencia de las familias numerosas es una esperanza para la sociedad. Y por eso es muy importante la presencia de los abuelos: una presencia preciosa, sea por la ayuda práctica, sea sobre todo por la aportación educativa”.

En Nochevieja, tuvo lugar la celebración de las vísperas de la solemnidad de María Madre de Dios y el tedeum de acción de gracias por el año a punto de finalizar. Refiriéndose al Bautismo como fuente de liberación del pecado original, se preguntó Francisco: “¿Vivimos como hijos o como esclavos? ¿Vivimos como personas bautizadas en Cristo, ungidas por el Espíritu, rescatadas, libres? ¿O vivimos según la lógica mundana, corrompida, haciendo lo que el Diablo nos hace creer que es interés nuestro? Existe siempre en nuestro camino existencial una tendencia a resistir a la liberación; tenemos miedo a la libertad y, paradójicamente, preferimos más o menos conscientemente la esclavitud. La libertad nos espanta porque nos pone ante el tiempo y frente a nuestra responsabilidad de vivirlo bien. La esclavitud, por el contrario, reduce el tiempo a un ‘momento’ y así nos sentimos más seguros y nos hace vivir momentos desligados del pasado y de nuestro futuro. En otras palabras, la esclavitud nos impide vivir plena y realmente el presente porque lo vacía del pasado y lo cierra frente al futuro, frente a la eternidad. La esclavitud nos hace pensar que no podemos soñar, volar, esperar”.

La paz siempre es posible

El 1 de enero, XLVIII Jornada Mundial de la Paz, trajo a basílica vaticana al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, a cuyos miembros el Papa dirigió un saludo y una glosa del lema de su mensaje, No más esclavos, sino hermanos.

“Todos –les aseguró Francisco– estamos llamados a ser libres, todos a ser hijos y, cada uno de acuerdo con su responsabilidad, a luchar contra las formas modernas de esclavitud. Desde todo pueblo, cultura y religión, unamos nuestras fuerzas”.

A la hora del ángelus, se habían congregado en la plaza de San Pedro varios miles de participantes en la tradicional Marcha de la Paz organizada por la Comunidad de Sant’Egidio, con su fundador, Andrea Riccardi, a la cabeza. Leyendo desde la ventana algunas de las pancartas, Bergoglio recalcó que “la paz es siempre posible”.

“Nuestra oración –añadió– está en la raíz de la paz; hace crecer la paz. (…) La proximidad de Dios a nuestra existencia nos da la verdadera paz, el don divino que invocamos especialmente hoy”.

En el nº 2.924 de Vida Nueva

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