Editorial

Podemos: una oportunidad para repensar la política

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EDITORIAL VIDA NUEVA | El barómetro más reciente del CIS encumbra a Podemos, la formación que capitanea Pablo Iglesias, hasta situarla en el primer lugar en intención de voto con la mirada puesta en unas hipotéticas elecciones generales del próximo mes de noviembre. Ha irrumpido en la agenda política después de hacerse con una popularidad a golpe de tertulias televisivas. De materializarse estos augurios, se pondría fin por primera vez al bipartidismo PP-PSOE.

Con esta tesis como futurible, lo cierto es que hoy por hoy cuenta con cinco escaños en Bruselas, habiendo aglutinado el hartazgo de los ciudadanos víctimas de una crisis económica que no propiciaron y la desafección generada por los casos de corrupción política. Este tsunami ha llevado a los demás partidos a repensar formas de ser y actuar, a no verles simplemente como depositarios de un voto, sino como soberanos para el que hay que trabajar como servidores públicos.

Ante este fenómeno sin precedentes en nuestro país, que a unos interesa, a otros inquieta y a muchos preocupa, Vida Nueva ha querido ahondar en qué hay de mito y realidad en la formación

Amén de medidas estrella como la renta básica pero no universal o la flexibilización del pago de la deuda, el partido se presenta como abanderado de la “laicidad del Estado”, interpretando la presencia de la Iglesia como una injerencia más que como un actor más dentro de la vida de nuestro país. De hecho, utilizan el término “privilegio” para referirse a los acuerdos Iglesia-Estado en materia económica y justificar su fin.

El desgaste político de la actual crisis
revela las miserias de los deshonestos,
pero tirar por la borda las reglas del juego democrático
desemboca en un populismo
que hace un flaco favor a la ciudadanía.

Según ha podido confirmar Vida Nueva, el documento que preparan para las generales se asienta en estas bases. En esta línea también defienden el fin de los conciertos en materia educativa y sanitaria. Y eso que en público, han rebajado la contundencia de estos postulados, conscientes quizá de lo inviable que supone sostener el Estado del Bienestar sin el ahorro que la escuela y los hospitales católicos generan a la Administración.

Lo cierto es que dentro de esta estrategia para proyectarse como alternativa a la actual división izquierda/derecha, sus líderes han matizado algunas de sus posturas sobre algunos asuntos clave sin presentar hoy por hoy un modelo alternativo con garantías de viabilidad, amparándose en una revisión del programa dentro del sistema asambleario que defienden. Precisamente en este engranaje se sitúa el llamado Círculo de Espiritualidad, en el que participa un grupo de cristianos convencidos de que el plan de acción de Podemos invita a una sociedad más justa.

A la espera de propuestas reales, el desgaste político de la actual crisis genera síntomas de cansancio en las instituciones y saca a la luz las miserias de quienes no han afrontado con honestidad su labor. Sin embargo, eso no significa que el sistema esté corrupto de raíz o que la Constitución haya caducado. Tirar por la borda las reglas del juego democrático, identificando el todo por la parte, cosificando como “casta” a cualquier institución o cargo, sea político o eclesial, desemboca en un populismo que hace un flaco favor a la ciudadanía, con soluciones simples y excluyentes a problemas que no pueden ni deben resolverse con un volantazo.

En el nº 2.924 de Vida Nueva.

 

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