Los obispos que mueven los hilos de Francisco en España

Blázquez, Sebastián, Osoro y Omella perfilan el rostro del nuevo Episcopado español

Ricardo Blázquez, Fernando Sebastián, Carlos Osoro y Juan José Omella

JOSÉ LORENZO | “Una apertura del corazón y de la mente”. Esta expresión del secretario de Estado, Pietro Parolin, para definir el sentido de los últimos nombramientos cardenalicios del Papa, también podría aplicarse a la máxima que sigue Francisco en su política de nombramientos episcopales para España.

Eso y una demostración de una genuina libertad que le hace pasar por encima de costumbres convertidas en ley (véase el nombramiento de Ricardo Blázquez como nuevo cardenal, 104 años después de que Valladolid hubiese recibido una distinción semejante) o de intervenir de manera muy directa en los nombramientos (como en el caso de la sustitución en Zaragoza de Manuel Ureña por Vicente Jiménez).

Con apenas una decena en total de nombramientos episcopales (tres auxiliares en 2013: Oviedo, Santiago de Compostela y Toledo; y seis en 2014, entre ellos el de Madrid, de innegable trascendencia), no puede hablarse de un cambio radical en el perfil de los pastores. En parte, porque tampoco ha tenido mucho margen, pues el deseo de regresar a España del cardenal Antonio Cañizares motivó “una carámbola” –en expresión de un obispo consultado por Vida Nueva– que le condujo a él a Valencia y el traslado a Madrid de Carlos Osoro, en lo que han sido hasta ahora los nombramientos más significativos.

Así pues, no cabe hablar de novedad, “porque Osoro no lo es, aunque sea un cambio muy positivo para Madrid”, apunta un analista eclesial. Sin embargo, el pastor cántabro se ha convertido en un servidor incondicional del Papa argentino y uno de los encargados de pilotar esta renovación eclesial.

La novedad, sin embargo, sí ha estado en un nombramiento: el de Juan José Omella, obispo de Calahorra y La Calzada-Logroño, como miembro de la poderosa Congregación para los Obispos. La “carambola” de la que hablaba la fuente episcopal antes citada le habría apeado a él de Madrid, pero esa designación de un “simple” obispo de una humilde diócesis para codearse con los cardenales y arzobispos que “fabrican” a los pastores de la Iglesia universal fue “una manera de decir que las cosas ya no se harán porque siempre se hayan hecho así”, añade la misma fuente.

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En el nº 2.924 de Vida Nueva

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