Retiren la piedra, salgan fuera…

América Latina

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JOSÉ MARÍA ARNAIZ, SM | En el Evangelio de san Juan encuentra la Vida Consagrada de América Latina y del Caribe inspiración para iniciar etapa nueva con ocasión del Año de la Vida Consagrada. En estos meses quiere celebrar, y motivos no le faltan, que en el medio milenio de presencia en esta parte del mundo ha sido la quilla del barco de la Iglesia que ha navegado por nuestros mares. Después de evocar y recorrer una buena parte de la historia de la comunidad cristiana en este continente, bien se puede afirmar que lo más significativo de la vida de la Iglesia ha tenido su comienzo, inspiración y sostén en la Vida Religiosa.

Y así tiene que seguir siendo. La reforma en la Iglesia comienza por la reforma en la Vida Religiosa. Ello supone retirar la piedra, salir fuera y quitarse las vendas y caminar; supone dejar de hacer algunas cosas que se hacían, tener la pasión por Cristo que nos ayude a pasar a la otra orilla, a superar la muerte y, sobre todo, apasionarse por la vida y arriesgar; supone mística y profecía.

Esta preocupación nace de una doble pregunta:

1. ¿Qué jóvenes, qué cristianos necesitamos hoy en la Vida Consagrada? ¿Cómo tienen que ser? ¿Qué deben buscar? ¿Qué preguntas hay que hacerles? ¿Qué respuestas se debe esperar de ellos?

2. La segunda la formularíamos así: ¿qué Vida Consagrada para estos jóvenes, para este momento de la Iglesia y de la sociedad?

Esta doble pregunta queremos que nos acompañe en el Congreso sobre la Vida Religiosa que celebraremos, entre el 18 y el 21 de junio de 2015, en Bogotá. De hecho, ya nos está orientando en la preparación. Entre quienes la llevan adelante, hay un grupo de jóvenes organizados en lo que llamamos “Nuevas Generaciones”. Al verlos a ellos, sobre todo los mayores, hacemos nuestra esta expresión de la Confederación Latinoamericana y Caribeña de Religiosos y Religiosas (CLAR): Escuchemos a Dios donde la Vida Consagrada clama; clama en ellos y ellos claman. Es de vida o muerte escuchar este clamor; ponerle oído, nombre y atención. Este clamor pide respuesta. No creo que llegará solo de los jóvenes. Se tiene que juntar el clamor juvenil, que a veces no tiene edad, con la respuesta conjunta de adultos y jóvenes. Así, conseguiremos pergeñar horizontes de novedad en la vivencia de nuestros carismas en nuestro contexto sociocultural.

El Horizonte Inspirador de la Vida Religiosa en América Latina se está convirtiendo en el hilo conductor de la preparación del citado congreso: Una Vida Consagrada nueva es posible (HI 15). El mismo documento, en su párrafo final, ve el momento actual como una semilla de alternativas que florecerá como signo impredecible del Reino. Para conseguirlo, vemos como urgente y el congreso convertirá en indispensable:

  • Vislumbrar lo que está muriendo y lo que está naciendo en el momento presente de la Vida Consagrada.
  • Discernir los signos que nos revelan nuevos modos de vivir los carismas.
  • Cosechar las intuiciones que garantizan un nuevo paradigma de Vida Religiosa.
  • Desatar el protagonismo de las Nuevas Generaciones en la Vida Consagrada del presente y del futuro.
  • Encender las luces que iluminan el camino de un nuevo modo de ser Vida Consagrada.
  • Proponer otras alternativas de formas nuevas de Vida Consagrada.
  • Despejar los caminos de una Vida Consagrada discipular misionera.
  • Celebrar el re-encanto de la fe y de la vocación.
  • Intensificar la fraternidad.

A quienes acudamos al congreso se nos va a pedir en el Instrumento de Trabajo claridad sobre el eje central, el hilo conductor de los trabajos: Una Vida Consagrada nueva es posible y urgente; una vida que sea encarnación viva de la mística, la profecía y la esperanza; una vida con un estilo más minoritario pero más significativo y evangélico; una vida con la presencia interpelante, activa y protagónica de las Nuevas Generaciones; una vida impulsada por la dinámica de la inter-congregacionalidad y la inter-culturalidad (Plan Global, p. 15). Pero no deberemos olvidar los ejes transversales que se han ido identificando en los últimos años: las Nuevas Generaciones; los pobres; las minorías: indígenas, afro-descendientes, mujeres; la justicia, la paz y la integridad de la creación; el cambio sistémico; los carismas compartidos con los laicos; la humanización; la inter-congregacionalidad; la salida misionera y la profecía del diálogo y la comunión eclesial

No hay duda de que la búsqueda de una Vida Consagrada nueva reclama dinámicas humanizantes y humanizadoras: de siembra y cosecha; de indignación y creatividad; de deconstrucción y construcción; de pertenencia y espíritu misionero; de compasión y solidaridad; de fidelidad y discernimiento; de humildad y verdad; de contemplación y caminar con los pies en el barro.

En este gran encuentro de Vida Consagrada escucharemos que la vida también clama en el interior de nuestras comunidades; si escuchamos ese desencanto y le damos respuesta, lograremos una resignificación de nuestra teología y nuestra praxis, de nuestra vida y misión, de nuestra fraternidad o solidaridad.

Congreso de Bogotá

El congreso de Bogotá será encuentro, celebración, compromiso, acción de gracias, propuesta urgente, formulación de alternativa, revitalización, refundación, inicio de etapa nueva. Y, para eso, a quienes acudamos y participemos se nos pide un perfil especial. A las religiosas y religiosos, laicas y laicos, jóvenes y adultos se nos exige: sensibilidad para los cambios; capacidad de liderazgo y de trabajo en equipo; aptitud para las metodologías participativas; valoración de los sujetos emergentes, de los escenarios y los clamores prioritarios; apertura a la inter-congregacionalidad, la inter-culturalidad y la inter-institucionalidad y a los laicos; vinculación con las conferencias nacionales; disposición para multiplicar la experiencia en su conferencia nacional y/o congregación religiosa.

Nos acompañará el icono de Betania: Casa de Encuentro, Comunidad de Amor y Corazón de Humanidad. En esa comunidad hubo momentos de duda, de fe existencial; esta incertidumbre tenía que ver no solo con la existencia de la vida después de la muerte, sino con la supervivencia, el futuro de la comunidad que, en la figura de Lázaro, está dormida, enferma y hasta muerta. Esta misma duda podemos aplicarla a la Vida Consagrada de hoy: ¿será que estamos durmiendo? ¿Estamos enfermos? ¿O hemos decretado nuestra muerte y comenzamos a deteriorarnos? La resurrección de Lázaro, como reacción al grito del Maestro: “sal fuera”, implica una fe cuyo proceso se traduce en el compromiso comunitario que actúa ‘sacando la piedra’ y ‘desatando las vendas’, para que quienes se despiertan, se sanan o resucitan, caminen y a buen paso.

En el nº 2.923 Especial Vida Consagrada de Vida Nueva

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