Cada cual según su vocación

Misión compartida

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JAVIER AGUIRREGABIRIA (ESCOLAPIO) | Llamó a los que quiso; y vinieron a él. Y estableció a doce, para que estuviesen con él, y para enviarlos a predicar… (Mc 3, 13-14). En esas palabras se recoge la razón de ser de toda comunidad cristiana, de toda institución, y también de la Vida Consagrada:

  • Llamó a los que quiso.

Las entidades cristianas no eligen a sus miembros, sino que es el Señor quien lo hace. Nos toca discernir cada nueva vocación, no desde nuestros criterios, sino como colaboradores de Jesús en esta llamada.

Hoy son muchos los laicos y laicas que viven su fe desde su vinculación vocacional a carismas de distintas congregaciones religiosas:

Debido a las nuevas situaciones, no pocos Institutos han llegado a la convicción de que su carisma puede ser compartido con los laicos. Estos son invitados, por tanto, a participar de manera más intensa en la espiritualidad y en la misión del Instituto mismo. En continuidad con las experiencias históricas de las diversas Órdenes seculares o Terceras Órdenes, se puede decir que se ha comenzado un nuevo capítulo, rico de esperanzas, en la historia de las relaciones entre las personas consagradas y el laicado” (Vita Consecrata 54, año 1996).

  • Para estar con Él y para la misión.

Además de estar junto a Jesús compartiendo su pan, el centro está en la misión: La mies es mucha, pero los obreros pocos; rogad, por tanto, al Señor de la mies que envíe obreros a su mies (Lc 10, 2).

Hoy, en muchos lugares e institutos, las vocaciones a la Vida Consagrada son escasas. Podemos vivirlo con desesperanza o como un signo de los tiempos que nos invita a abrir nuestras puertas a los nuevos obreros de la misión, que ciertamente son muy abundantes.

Religiosos y laicos, hoy

En nuestro caso, entendemos que las Escuelas Pías son la misión que hemos recibido de Jesús y de la Iglesia. Y vivimos esta misión como vocación personal y también institucional.

Para llevar adelante esta misión de la “educación cristiana, especialmente para quien más lo necesita, con el triple objetivo de lograr personas desarrolladas y felices, de transformar la sociedad y la Iglesia, y de dar gloria a Dios con ello”, vivimos en comunidades organizadas de una manera concreta, contamos con instituciones y proyectos determinados, leemos la vida y el Evangelio con nuestra específica espiritualidad, intentamos ser fieles al Señor en nuestra vida…

Y, sobre todo, descubrimos que somos siervos inútiles que hacemos lo que debíamos hacer (Lc 17, 10) y que formamos entre todos un solo cuerpo (1 Cor 12), siendo tan solo una parte, imprescindible pero solo un órgano, que ha de estar en comunión con el cuerpo entero que es Cristo.

Así, como escolapios, religiosos y laicos, entendemos las Escuelas Pías entre todos y todas, aportando cada cual su especificidad al proyecto común, del mismo modo que la Orden lo hace, a su vez, con la Iglesia y con el mundo.

Hablamos de distintas formas de participar, cada cual según su vocación:

  • 1. Los destinatarios de la misión –los niños, niñas, jóvenes, adultos…– a quienes se dirige nuestra labor educativa, evangelizadora y social son nuestra razón de ser y nuestro centro. Ellos son los primeros, los más importantes, los más numerosos.
  • 2. Las personas colaboradoras (profesorado y personal de nuestras obras, otros educadores, familias, voluntariado, bienhechores) son la gran mayoría de las manos que hacen posible la misión con su trabajo, con el cariño de su dedicación, con el esfuerzo de su labor.
  • 3. Algunas de estas personas viven su tarea como misión compartida, agrupados en equipos donde se da hondura a este envío institucional asumido como vocación. La identificación hace que esta misión impregne su vida desde la fe compartida.
  • 4. Están también quienes han seguido un itinerario formativo humano y cristiano junto a los escolapios que les lleva a pedir la integración carismática en la Fraternidad escolapia, agrupación de pequeñas comunidades que viven este carisma como vocación personal y compartido con la Orden. Es una realidad que posibilita ministerios laicos, encomiendas, envíos.
  • 5. Algunos miembros de la Fraternidad todavía quieren una mayor integración con la Orden. Comparten, con una vinculación también jurídica con ella, aspectos nucleares como la vida compartida, los bienes, la disponibilidad, la posibilidad de comunidad conjunta.
  • 6. La misma Orden, que ha sido durante siglos el núcleo de las Escuelas Pías, se entiende ahora también como otra forma de participación, especialmente rica y fundamental para la vida y misión escolapias.

Entender unas “Escuelas Pías entre todos y todas” nos permite dar cabida a quien lo desee, de una forma orgánica y ordenada, abriendo grandes posibilidades a la misión, a la complementariedad vocacional que tanto enriquece, a la revitalización de nuestra entidad escolapia y a seguir intentando responder a las diversas llamadas del Señor en medio de nuestro mundo.

En el nº 2.923 Especial Vida Consagrada de Vida Nueva

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