Las monjas americanas vuelven a sonreír

El informe del Vaticano “refleja nuestra realidad”, aseguran agradecidas desde su país

Brazilian Cardinal Braz de Aviz speaks at Vatican press conference for release of final report of Vatican-ordered investigation of U.S. communities of women religious

LARA MARTÍNEZ (NUEVA YORK) | Palabras de reconocimiento, gratitud y esperanza. El esperado informe final de la visita apostólica a los Institutos de Vida Consagrada de las religiosas en los Estados Unidos, dado a conocer el pasado día 16 en el Vaticano, no escatima elogios y palabras de aliento. Como apuntó en su presentación el cardenal João Braz de Aviz, prefecto de la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, en la visita llevada a cabo entre 2009 y 2012 se trataba de “conocer más profundamente la aportación de las mujeres religiosas a la Iglesia y la sociedad, así como las dificultades que ponían en peligro la calidad de su Vida Religiosa…”. Y, a tenor de lo que ese día se escuchó en la Sala de Prensa de la Santa Sede por ambas partes, el objetivo parece haberse cumplido. 

Un mensaje conciliador que ha sido bien recibido también al otro lado del Atlántico. En representación de la Conferencia de Superioras Mayores de Mujeres Religiosas (CMSWR), la hermana Adela Galindo confiesa a Vida Nueva que se sienten honradas y agradecidas: “Este informe realmente refleja nuestra realidad y supone un reconocimiento a nuestro trabajo”. Asimismo, en la línea de la madre Agnes Mary Donovan, presidenta de la CMSWR, explica que han acogido “con satisfacción la invitación a la autorreflexión, autoevaluación y el diálogo. Estamos seguras de que servirá para el bien de la Iglesia y de la Vida Religiosa”.

Sin embargo, la gratitud no resta la sorpresa en algunos sectores de la Iglesia, ya que el informe no profundiza en los temas más controvertidos inicialmente, como la preocupación de ciertos responsables vaticanos y obispos estadounidenses sobre la supuesta mentalidad secular de algunas monjas o la inquietud ante lo que denominaron “feminismo radical” en algunas congregaciones.

Cambio respecto a 2012

Lejos quedan los temores iniciales e incluso el rechazo generado en varias congregaciones ante la “visita apostólica”. El mensaje es bien distinto al emitido años atrás, cuando se investigó a la Conferencia de Mujeres Religiosas (LCWR) en 2012. Las acusaciones de “socavar el magisterio de la Iglesia y promover temas incompatibles con la fe católica” contrastan ahora con un informe repleto de agradecimientos a las hermanas por su contribución a la sociedad y en la Iglesia y su abnegación en el cuidado de los pobres.

Cardinal Braz de Aviz holds final report of Vatican-ordered investigation of U.S. communities of women religiousPrecisamente, la representante de la LCRW, la hermana Sharon Holland, reconoció en Roma que recibieron con desconfianza la investigación, sobre todo las madres más veteranas, que “sintieron que estaban juzgando su vida entera”. Al parecer, no eran las únicas. Horas antes de la publicación del informe, la hermana Simone Campbell, directora del grupo Network, entidad católica que aboga por la justicia social, declaró a The Washington Post que todavía se sentían heridas, desconcertadas, enojadas y traicionadas.

Pero, según Holland, los resultados demuestran que el Vaticano las ha escuchado y comprendido. “El informe posee un tono alentador y realista… Se comprenden los retos, pero no es un documento agraviante ni de soluciones simplistas. Al leer el texto, puedo sentirme apreciada, y que confían en nosotras para seguir adelante”, señaló Holland.

La LCRW, que engloba a cerca del 80% de las monjas estadounidenses, forma parte de las 341 familias religiosas femeninas que han colaborado en la visita. Más de 50.000 monjas participaron en el diálogo “hermana a hermana”, en las conversaciones con la visitadora y cumplimentando diferentes formularios para comprender su realidad diaria. “La visita fue, según Holland, una experiencia abrumadoramente hermosa: nos ofreció una oportunidad tangible de ‘sentir’ con la Iglesia, de solidaridad… Creo que, como resultado, las congregaciones estamos más unidas”.

Para la presidenta de las Hermanas de San José de la Concordia, Marcia Allen, los máximos responsables de la investigación han cambiado y suenan diferente: “Las palabras que usan ahora son ‘colaborar’ y ‘diálogo’, y nos brindan herramientas para formar parte de la conversación”. También las Hermanas de la Misericordia han mostrado su optimismo y aseguran que siempre van a “responder fielmente a cualquier llamada de diálogo”.

Asimismo, la directora de la visita apostólica en los Estados Unidos, la madre Mary Clare Millea, concluyó que el estudio ha proporcionado muchas oportunidades para la reflexión, el diálogo y la comunión entre las diversas congregaciones.

En el nº 2.922 de Vida Nueva

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