Cuando la imagen de Dios se somete a la trata más aberrante

Líderes religiosos firman en el Vaticano una declaración conjunta contra la esclavitud

Pope Francis joins other faith leaders at ceremony in observance of U.N. Day for the Abolition of Slavery

DARÍO MENOR (ROMA) | Marcelo: creo que sería bueno tratar sobre trata de personas y esclavitud moderna. La trata de órganos puede tratarse en conexión con la trata de personas. Muchas gracias, Francisco”. Hace poco más de un año, Jorge Mario Bergoglio le dejaba estas palabras garabateadas en una nota a su compatriota Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de la Pontificia Academia de las Ciencias y de las Ciencias Sociales. Desde entonces, se han sucedido los encuentros en el Vaticano para afrontar este problema, que tiene tres caras: el trabajo esclavo, la explotación sexual y el tráfico de órganos. El pasado 2 de diciembre, coincidiendo con la Jornada Internacional para la Abolición de la Esclavitud, se celebró en la institución dirigida por Sánchez Sorondo un encuentro de líderes de diversas religiones que concluyó con una declaración conjunta de repulsa ante esta lacra que afecta a más de 21 millones de personas en todo el mundo.

“Cada ser humano, hombre, mujer, niño, niña es imagen de Dios”, dijo Francisco durante su alocución –leída en español– en el transcurso de la ceremonia con los otros participantes en el encuentro. Hizo una defensa de la inviolabilidad y la igualdad de todo ser humano, desgranando los distintos aspectos de la esclavitud moderna, todos ellos “un crimen de lesa humanidad”. “Sus víctimas son de toda condición, pero la mayoría de las veces se hallan entre los más pobres y vulnerables de nuestros hermanos y hermanas”, denunció. La esclavitud moderna, un problema que, “desgraciadamente, se agrava cada día más”, se muestra también a través del turismo. “Se oculta tras puertas cerradas, en domicilios particulares, en las calles, en automóviles, en fábricas, en campos, en barcos pesqueros y en muchas otras partes. Y esto ocurre –lamentó el Pontífice– tanto en ciudades como en aldeas, en las villas de emergencia de las naciones más ricas y más pobres del mundo”.

Las religiones tienen mucho que decir para acabar con la “deshumanización” y “la humillación” que conllevan la explotación física, económica, sexual y psicológica de hombres, mujeres y niños. “Sostenidos por los ideales de nuestras confesiones de fe y nuestros valores humanos compartidos, todos podemos y debemos levantar el estandarte de los valores espirituales, el esfuerzo mancomunado, la visión liberadora, de manera que erradiquemos la esclavitud de nuestro planeta”, dijo el Papa, pidiendo al Señor que “nos conceda hoy la gracia de convertirnos nosotros mismos en el prójimo de cada persona”. Para lograr la liberación de los 21 millones de esclavos, todos los hombres de fe, sea cual sea esta, han de tener presente que no puede tolerarse que “la imagen del Dios vivo sea sometida a la trata más aberrante”.

Delito de lesa humanidad

Los doce líderes religiosos, representantes de la Iglesia católica, anglicana y ortodoxa, así como del islam, el judaísmo y el hinduismo, firmaron una declaración en la que se comprometieron a no ahorrar esfuerzos para acabar con la esclavitud antes del año 2020. En su texto conjunto hay grandes puntos de coincidencia con la alocución de Francisco. “A los ojos de Dios, cada ser humano, sea niña, niño, mujer o hombre, es una persona libre, y está destinado a existir para el bien de todos en igualdad y fraternidad”, puede leerse en la declaración suscrita por los líderes religiosos. A su juicio, constituyen un delito “grave de lesa humanidad” todas las formas modernas de esclavitud, como la trata de personas, el trabajo forzado, la prostitución y el tráfico de órganos. También lo son las relaciones que no respetan “la convicción fundamental de que todas las personas son iguales y tienen la misma libertad y la misma dignidad”. Para atajar este problema, los firmantes se comprometen a poner “nuestra conciencia, nuestra sabiduría, nuestra innovación y nuestra tecnología al servicio de la concreción de este imperativo humano y moral”.

Entre los impulsores de la declaración conjunta, hay dos grandes amigos del papa Francisco: el rabino Abraham Skorka y el líder musulmán Omar Abboud. Ambos le acompañaron en su peregrinación a Tierra Santa el pasado mes de mayo y en la posterior jornada de invocación por la paz celebrada en los jardines del Vaticano. Skorka valoró el encuentro como un acto “muy importante”, que debe tener eco en las legislaciones de los países. En particular, pidió el castigo con “la máxima pena” para quienes esclavizan a una persona, según dijo en los micrófonos de Radio Vaticano.

En el nº 2.921 de Vida Nueva

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