José Lorenzo, redactor jefe de Vida Nueva
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Bajo el lodazal de los ‘Romanones’


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Los obispos, por fin, querían hincarle el diente al asunto de la crisis, pero los periodistas ya teníamos cerrada la mandíbula en torno a Granada…”

 

Seis años esperando. Dos mandatos enteros. Una intentona, en la Plenaria de abril del año pasado, de llevar el tema a la sesión reservada para su discusión, y pesar de que ya se venteaba el cambio de ciclo, nada de nada. Y por fin, cuando, tras pisar decididamente el acelerador en la asamblea de los obispos españoles de la pasada semana, se ofrece una nota pastoral que es un adelanto sobre el documento de la crisis –La Iglesia y los pobres será su nombre-, el lodazal de los ‘Romanones’ la dejada sepultada bajo la inmundicia. De nada valieron los esfuerzos de última hora por ofrecer un aperitivo a la prensa con jugosas afirmaciones donde se critican las previsiones erradas y las respuestas insuficientes, se entiende que las dadas por los gobiernos de turno, esto es, los de Zapatero y de Rajoy. Los obispos, por fin, querían hincarle el diente al asunto de la crisis, pero los periodistas ya teníamos cerrada la mandíbula en torno a Granada.

Está teniendo una mala gestación este texto episcopal, que no solo busca ofrecer una palabra de esperanza tras años de desolación, sino que supone pasar la ITV de la colegialidad, una puesta a punto de la comunión. Y el parto se prevé complicado. No porque abunden los desacuerdos en las líneas maestras del borrador, no, sino porque, si ha de ser aprobado en plenaria, las dos siguientes –las de primavera y otoño de 2015- coincidirán previsiblemente con los períodos electorales de las autonómicas y municipales, primero, y las generales, después. De ahí las prisas de ahora, el querer publicarlo lo antes posible, aunque salga sietemesino. Porque es previsible que su contenido, aquel que más va a escocer, que tiene que ver con la regeneración moral, con la ejemplaridad de las personas con responsabilidad pública – y los sacerdotes y los obispos lo son- se volverá un boomerang incontrolable. ¿Cuánto tardarán políticos, empresarios o sindicalistas en responderles a los prelados con un “¡pues anda que tú!”? ¿Quién correrá primero a denunciar acuerdos, impugnar financiaciones, exigir aulas sin dioses? ¿Será, después todo, Podemos quien les aplauda, como con el Papa en Estrasburgo? Tampoco cabe hacerse ilusiones con esto. Pero lo peor de todo vendrá cuando los aludidos tiren la piedra en el lodazal de los ‘Romanones’ para manchar una credibilidad llena de lamparones.

En el nº 2.919 de Vida Nueva

 

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