Adiós a la semana negra

jscamachoJESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Profesor CES Don Bosco

“La tolerancia cero de Francisco profiere otro adiós a una semana negra, que para Añastro queda…”

YA WEN FU 09.jpgLa artista taiwanesa Ya-Wen Fu ha presentado en Gijón Space-in-between. Esta performance escenifica cómo el contexto social condiciona el cuerpo, la conciencia y la conducta humana. Sesenta aros de acero inoxidable simbolizan las estructuras que conforman un sistema social. La conexión entre los aros y el cuerpo representa la imposibilidad de escapar de la sociedad.

Así se encontraba el Concilio Vaticano II; atrapado en el corsé de una estructura llamada Coetus internationalis Patrum. No contemplaba muchos aros, pero su acero conjugaba la aleación de la sagacidad, maniqueísmo y megalomanía que lo convertía en un armazón capaz de maniobrar el rumbo del Concilio. Ruffini, Lefebvre, Carli, Siri y Staffa eran ingenieros metalúrgicos que no soportaban una estructura eclesiológica de comunión. Se pusieron de los nervios cuando la III Sesión fue viento a favor para la colegialidad, la libertad religiosa y el diálogo de la Iglesia con el mundo. El grupo, haciendo uso del poder de Felici y Ottaviani, intentó que Pablo VI abandonase la estela de Juan XXIII.

501En el número 446, el cronista Teófilo Pérez no puede tener suficiente perspectiva histórica sobre la complejidad de una trama desarrollada en la llamada semana negra. Pero el periodista recoge sucintamente los rumores de un sector que se resiste a los cambios y aboga por un inminente final del Concilio.

El sábado 21 de noviembre de 1964, Pablo VI da por finalizada la III Sesión. Con enmiendas que no gustan a todos los reformistas, promulga una constitución sobre la Iglesia que expresa un adiós a las artimañas de la semana negra.

Hace unos días, salió a la luz la investigación del clan de los Romanones. La tolerancia cero de Francisco profiere otro adiós a una semana negra, que para Añastro queda. Desgraciadamente, sanar el acero incrustado en las víctimas de la pederastia dura más de una semana.

En el nº 2.919 de Vida Nueva

 

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