La ‘tolerancia cero’ de Francisco llega a Granada

El Arzobispado suspende a tres sacerdotes por casos de abusos sexuales que ya están siendo investigados por el juzgado

BLANCA RUIZ ANTÓN | Corruptio optimo, pessima. “La corrupción de los mejores, es la peor”, recuerda este adagio latino, que explica con precisión los casos de abusos sexuales cometidos por sacerdotes. Una llamada del papa Francisco el pasado agosto como respuesta a cinco folios de angustia que le llegaron firmados desde Granada por un joven que llaman Daniel hizo que saltara la chispa necesaria para que este se armara de valor y denunciara lo sucedido ante la justicia.

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Religión Digital filtró la noticia y la conversación entre el joven y ‘el Padre Jorge’ una tarde de domingo de este verano, en la que quería dar consuelo y pedir perdón. “Hijo, serénate. He leído tu carta varias veces. No he podido más que emocionarme y sentir un dolor inmenso al leer tu relato. Quiero pedirte perdón en nombre de toda la Iglesia de Cristo. Perdona este gravísimo pecado y gravísimo delito que has sufrido. Perdona, hijo mío, tanto dolor ocasionado y tanto como habrás sufrido. Estas heridas hacen que la Iglesia se resienta al completo”.

“Cuentas con todo mi apoyo, hijo mío, y el apoyo de toda la Iglesia. Yo tengo próximo el viaje a Corea, pero ya hay gente trabajando para que todo esto se pueda resolver. Doy gracias a Dios porque conserves la fe y continúes en la Iglesia. Reza por mí, hijo mío, igual que yo lo haré, sin duda, por ti, tu familia y el resto de víctimas de este grave delito cometido por sacerdotes. Te mando mi bendición y el apoyo de la Iglesia al completo”, dijo el Papa sin que Daniel pudiera recuperar el habla.

Javier Martínez Fernández

Javier Martínez Fernández

Acto seguido, la maquinaria de la justicia comenzó a rodar. El Papa le anima a denunciar lo sucedido para arrancar de raíz el problema. Poco más de 20 días después de esa llamada, Daniel fue recibido por el arzobispo de Granada, Javier Martínez, quien le pidió perdón y se comprometió personalmente a investigar el caso con urgencia. También recibe a los padres y les anuncia que ya se ha iniciado la investigación de los tres sacerdotes considerados autores de los abusos y otros siete curas y dos laicos que les habrían encubierto.

El proceso canónico sigue su curso y se recogen los testimonios de las víctimas en septiembre. En octubre, Daniel habla con el arzobispo, quien le confirma que los sacerdotes son culpables, pero que los supuestamente encubridores son también víctimas. Algo que Daniel no acepta, porque le consta que sabían de los abusos y no hicieron nada por evitarlos, según se desprende de la relación de los hechos desvelada por el periodista Jesús Bastante.

Francisco quiere sacar la manzana podrida del cesto. Por eso pide en Granada una gestión rápida y eficaz. Además, no deja sola a la víctima y vuelve a llamarla para ver cómo está. Fue el 10 de octubre, cuando otras dos supuestas víctimas habían prestado declaración ante los jueces. En esa conversación, Francisco invita a Daniel a participar en la Comisión de Abusos contra Menores, pero también le pide perdón por cómo se había desarrollado el interrogatorio en el Arzobispado.

Artículo íntegro para suscriptores en el nº 2.918 de Vida Nueva

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