“Evolución”

jscamachoJESÚS SÁNCHEZ CAMACHO | Profesor CES Don Bosco

“Hace 50 años, protestantes como Barth, Bonhoeffer, Bultmann, Cullmann o Pannenberg evolucionaban la teología y la hermenéutica de la Biblia con el método histórico-crítico…”

El sol se disemina en un barrio periférico del actual Madrid. Es domingo. Y un vasto número de personas se dirigen hacia un edificio que despide alegres resonancias musicales. En su interior, un hombre elegante clava su mirada a sus interlocutores y alza su mano izquierda con ademán de parar la orquesta. Con su mano derecha eleva una Biblia y arranca la predicación con un grito iracundo: “Yo no soy pariente del simio. ¡Yo no soy de la evolución!”.

Culpabiliza a los filósofos, teólogos y científicos modernos del creciente número de ateos en el primer mundo. Y, mencionando el libro de biología de sus hijos, se ensaña contra Darwin, restos de fósiles homínidos, teorías de radiaciones electromagnéticas o partículas subatómicas. El pastor evangélico lee los dos primeros capítulos del Génesis y agota su predicación con una oración que llama
a la conversión de la nación española.

VN1Sin embargo, hace 50 años, protestantes como Barth, Bonhoeffer, Bultmann, Cullmann o Pannenberg evolucionaban la teología y la hermenéutica de la Biblia con el método histórico-crítico. El número 444 de Vida Nueva, provocado por un debate en el Concilio, apunta “Hacia un ecumenismo de los científicos”. Diferentes obispos se separan del dogmatismo apodíctico y defienden la reconciliación del saber científico y teológico de Teilhard de Chardin, jesuita proscrito por el Santo Oficio. La apologética se atenúa, y se deja margen a un evolucionismo que respete la intervención de Dios.

La portada del semanario muestra una involución que franquea la línea del debate: la guerra de Vietnam. En la actualidad, el involutivo argumento apodíctico del conflicto bélico atenaza a más de veinte países. Hace 50 años, el calvinista Roger Schutz, fundador de la Comunidad de Taizé, hacía un llamamiento a la evolución de la conversión del corazón, tras la construcción de su Iglesia ecuménica: la Iglesia de la Reconciliación.

En el nº 2.917 de Vida Nueva

 

MÁS DE ESTE AUTOR:

Compartir