‘Dos días, una noche’: solidaridad a prueba

JOSÉ LUIS CELADA | Asomarse al universo cinematográfico de los hermanos Dardenne es exponerse a recibir una bofetada de realidad tan molesta como necesaria. Antes de que estallara la crisis, ya sabíamos de su preocupación por los desheredados del sistema: inmigrantes ilegales en la construcción (La promesa), jóvenes en busca de un empleo digno (Rosetta), adolescentes conflictivos que aprenden un oficio (El hijo), padres primerizos que sobreviven en los suburbios (El niño)… Tampoco sus últimas propuestas (El silencio de Lorna o El niño de la bicicleta), con el desplome económico y social causando estragos por doquier, se olvidaron de estos “ciudadanos de segunda”. Sin embargo, quizá sea su nuevo filme el que mejor condense las bondades de un cine absolutamente comprometido con los desvelos de quienes menos cuentan.

Dos días, una noche ­–que así se titula esta enésima lección de neorrealismo belga– es el plazo que tiene la protagonista (Marion Cotillard despojada de su halo de estrella, con el ropaje y el alma de obrera) para convencer a sus compañeros de trabajo de que renuncien a una paga extra de mil euros, porque es la única posibilidad que tiene de conservar su puesto. La disyuntiva, que se someterá a votación entre la plantilla, ha partido de su jefe, pero parece que sea ella la promotora de la idea. El perverso engranaje capitalista acaba convirtiendo a la víctima en verdugo.

Cine_detalleLa cámara inquieta de Jean-Pierre y Luc acompaña a esta madre y esposa de puerta en puerta, mientras nos confronta a situaciones y diálogos dolorosamente familiares. ¿Quién no conoce a alguien que, tras una baja por depresión y cuando está al fin en condiciones de reincorporarse, recibe la carta de despido? Tal vez más infrecuente, aunque no menos humillante, resulta oír de un colega aquello de que “no quiero que pierdas tu empleo, pero necesito la prima porque es un año de luz y de gas”. Por no hablar, claro, de los sentimientos encontrados que se despiertan.

Su lucha por mantener un medio de vida que le permita conservar también su casa no es más justa que el derecho del resto a recibir la esperada gratificación. El conflicto de intereses está servido, lo cual pone a prueba el valor de la solidaridad, al tiempo que destapa otros muchos elementos difíciles de ignorar: las amenazas y el miedo, que siempre militan en bandos enfrentados; argumentos tan manidos (crisis, competencia feroz…) que ya aburren; y, sobre todo, esa mujer sometida a la vergüenza de sentirse una mendiga, o peor, una ladrona, cuando lo único que reclama no es piedad, sino un trabajo.

Por fortuna, los Dardenne reservan a esta historia un final digno de la película sobria, valiente, honesta y –por qué no decirlo– imprescindible que han escrito, dirigido y producido. La felicidad de su criatura, otrora angustiada y perdida, es el fruto de una decisión madurada a conciencia, que viene a reconciliarnos con nuestro lado más humano. Gracias por este regalo.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Deux jours, une nuit.

GUIÓN Y DIRECCIÓN: Jean-Pierre y Luc Dardenne.

FOTOGRAFÍA: Alain Marcoen.

PRODUCCIÓN: Jean-Pierre y Luc Dardenne, Denis Freyd.

INTÉRPRETES:  Marion Cotillard, Fabrizio Rongione, Pili Groyne, Simon Caudry, Catherine Salée, Baptiste Sornin, Alain Eloy, Myriem Akheddiou.

En el nº 2.915 de Vida Nueva

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