Osoro en el punto de partida

Aunque el 25 de octubre tomó posesión, lleva dos meses trabajando para radiografiar una archidiócesis de 4,1 millones de habitantes 

JOSÉ BELTRÁN | Toca revisar los ecualizadores de La Almudena. Su voz es potente. Incluso va por delante del coro entonando las oraciones litúrgicas. Los altavoces de la catedral generan un eco más potente de lo habitual. El eco llega fuera. Ya no hay susurro. Otro tono. Tiempo de ajustes. Carlos Osoro toma la palabra por primera vez en la que será su sede en los próximos años. Es sábado 25 de octubre. En el crucero de la catedral se agolpan las religiosas invitadas a la celebración. Casi en la última fila, cerca de un confesionario, dos mujeres miran con atención las pantallas gigantes. “¿Qué esperan del nuevo pastor? ¿Qué necesita la Iglesia madrileña hoy?”. Parecen inertes a la cuestión, incluso invita a pensar que no contestarán, que declinarán responder como otros muchos en estos días, por miedo a “mojarse”, a sentir que sentencian el pasado o que condicionan su futuro. “Apertura, cercanía y una dimensión social”. Seis palabras que recogen tres propuestas de trabajo que minutos después expondrá el nuevo pastor de Madrid en su homilía como propósito, pero que se traducen en una demanda también de quienes les escuchan en una silla plegable.

EDITORIAL: Un pastor de todos y para todos

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La Iglesia madrileña escribe un nuevo capítulo de su historia mientras cierra las dos décadas de trabajo del cardenal Antonio María Rouco Varela. Desde que el 16 de agosto el nuncio Renzo Fratini le comunicara en persona que Francisco había confiado en él para pastorear la Iglesia madrileña, Osoro se puso a trabajar. Casi dos meses y medio para pasar el relevo al cardenal Antonio Cañizares en Valencia –“un buen amigo”– y recibir las correspondientes pinceladas sobre el estado de la archidiócesis por parte de su predecesor en Madrid. Osoro y Rouco Varela se han reunido en varias ocasiones. Además, el nuevo arzobispo ha querido reunirse con todos aquellos que, de alguna manera, han ostentado y tienen algún puesto de responsabilidad. Pero no se ha quedado ahí. Antes de tomar cualquier decisión sobre el gobierno en el Obispado en la calle Bailén, donde ha decidido recuperar un despacho de trabajo, en desuso hasta ahora puesto que Rouco Varela trabajaba directamente en las instalaciones habilitadas al efecto en el palacio arzobispal, también ha querido escuchar a quienes de alguna manera son voz de la experiencia. De ahí su viaje a Albacete para ver al obispo auxiliar emérito, Alberto Iniesta. También ha tomado el pulso a quienes tienen claves para conocer la vida diocesana y quienes no han sido tomados en cuenta en los últimos años: sacerdotes, religiosos, laicos comprometidos… El propio Osoro necesita elaborar una radiografía de su rebaño y lo ha querido hacer en un mano a mano con cada uno de los actores implicados.

No al inmovilismo

Osoro_cermonia6En el territorio de la Archidiócesis de Madrid viven más de 4,1 millones de personas y, como bien apunta el CIS en cada uno de sus estudios, siete de cada diez españoles se definen como católicos, pero menos de la mitad acuden a misa. Esa llamada de Francisco a las periferias existenciales es uno de los retos permanentes, amén de los méritos de Rouco Varela a la hora de capitanear una Jornada Mundial de la Juventud que se saldó con una presencia de más de un millón de jóvenes de los cinco continentes, que lejos de suponer un agujero en las arcas diocesanas, fue reflejo de austeridad y eficiencia económica. Es precisamente en relación a los jóvenes donde ha tomado su primera decisión: traer a la capital las vigilias mensuales de oración nocturna. No es la única. No se verá a Carlos Osoro detrás de pancarta alguna, sea cual sea el color de la misma. Un “no” a la confrontación y al inmovilismo como declaración de intenciones en los titulares que regaló durante su primer encuentro con los periodistas el pasado lunes 27: “Yo voy a hablar con todos. Y diréis, ¿cómo puede ser de todos? Soy de Jesucristo y eso me adscribe al corazón de todos”. “No puedo aparecer con un látigo para ver a quién echo y a quién pongo”. “Hay que abandonar el criterio de esto se ha hecho así siempre”. “No creo en los métodos de la dispersión y la derrota”. En esta misma línea, aunque quiere consultar con sus compañeros en la Conferencia Episcopal, es más partidario de aparcar por un tiempo la multitudinaria misa de las familias en Colón, y sustituirla por celebraciones diocesanas, como ya hiciera el pasado año el cardenal Martínez Sistach en Barcelona.

UNA VACANTE EN EL EJECUTIVO DEL EPISCOPADO


En el ámbito institucional y de relación con la clase política, también es momento de reorganización, en tanto que Osoro, además de ser arzobispo de Madrid es vicepresidente de la Conferencia Episcopal. Rouco Varela dejará en la próxima Asamblea Plenaria su puesto en el Ejecutivo, puesto que como arzobispo de Madrid era vocal nato del organismo. Se queda una vacante pues Osoro ya lo ostenta al haber sido elegido para la vicepresidencia. Entre los obispos se da por hecho que las votaciones mirarán a Antonio Cañizares. De esta manera, se recuperaría el trabajo colegiado que promovió Ricardo Blázquez cuando fue presidente del Episcopado entre 2005 y 2008, cuando delegó en el ahora arzobispo de Valencia las relaciones con el Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero. Fueron tiempos de entendimiento frente a la pancarta, de diálogo con la vicepresidenta María Teresa Fernández de la Vega, que cuajó en un cambio en el modelo de financiación de la Iglesia que dejaría de recibir una asignación directa de los Presupuestos para centrarse en la financiación, además de destensarse las relaciones en el ámbito educativo. Si Osoro está llamado a ser presidente de los obispos o purpurado es tiempo de futuro. Ni le preocupa a él ni al Ejecutivo. Blázquez, Cañizares, Osoro, Del Río, Barrio, Gil Tamayo y Asenjo saben de la fortaleza de trabajar en equipo y delegar responsabilidades para una mayor efectividad.

Reflejo de esta apertura iniciada es su participación en el Foro Cristianismo y Sociedad. Organizado por Justicia y Paz de Madrid, la Parroquia San Jerónimo el Real y la Fundación Crónica Blanca de Jóvenes Comunicadores, será Osoro el responsable de inaugurarlo participando en una mesa redonda de impronta bergogliana: Lampedusa, Ceuta… ¿Cuál será el siguiente? Dignidad de la persona y emigración. Su simple confirmación es significativa, pues según confirman desde Justicia y Paz, no habían contado con la presencia del cardenal Rouco Varela en estos veinte años. Es cierto, aseguran, que nunca puso traba alguna a la actividad de este organismo eclesial promotor de los derechos humanos, pero tampoco siguió de cerca su trabajo, algo que también ocurrió con algunas delegaciones como la de Trabajo o áreas como el ecumenismo, con las que no se sentía especialmente identificado. En cualquier caso, la asistencia de Osoro el 31 de octubre tiene mucho de gesto, sabedor de que tanto el arzobispo de Tánger, Santiago Agrelo, como el presidente y fundador de Mensajeros de la Paz, el padre Ángel García, no hubieran pasado antes el corte.

 

 

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