Jesús, en el incierto mosaico israelí

José Luis Corral y Antonio Piñero publican ‘El trono maldito’, novela en la que narran el contexto histórico de Judea durante la vida y muerte del Nazareno

Jesús, en el incierto mosaico israelí [ver extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | La figura de Jesús copa últimamente páginas y páginas de novelas. Sin embargo, relatos como Y que se duerma el mar, de Gustavo Martín Garzo; El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza, o Niños en el tiempo, de Ricardo Menéndez Salmón, se han adentrado, entre otros, con más o menos fortuna, en la figura de Jesús.

El último, distinto en cuanto al marco –una novela ambiciosamente histórica– es El trono maldito (Planeta), que han escrito mano a mano Antonio Piñero (Chipiona, Cádiz, 1941), catedrático emérito de la Universidad Complutense y siempre en el filo de la navaja en sus investigaciones sobre cristianismo primitivo, y José Luis Corral (Daroca, Zaragoza, 1957), reconocido narrador histórico que ha abandonado el medievalismo para embarcarse, como afirma, en “la historia de las historias” narrada a partir de fuentes como Guerra de los judíos, de Flavio Josefo; Historia romana, de Dión Casio; Cartas, de Plinio el Joven; Vidas de los doce césares, de Suetonio; Historia de Roma desde su fundación, de Tito Livio, y, por supuesto, los Evangelios.

“Los primeros años del cristianismo trascienden nuestra cultura –explica Corral–. Tener la posibilidad de adentrarme en ellos ha sido una oportunidad extraordinaria. Una historia muy humana, muy histórica, con la figura de Jesucristo muy presente. Y una relación muy convulsa, muy tensa, entre los herederos de Herodes, en un mundo en el cual el Imperio romano prácticamente ocupa toda la cuenca del Mediterráneo. Y en el que están presentes conflictos muy importante para la historia de los últimos dos milenios”. Piñero admite que la novela que ahora publican ambos sí que se inserta en ese marco –diverso y heterogéneo– de una creciente moda de novelización de Jesús, pero aclara: “Existe un interés, digamos amplio, por reconstruir la figura de Jesús desde el punto de vista de la novela contemporánea. Pero he visto que ese interés en algunos adquiere tintes muy espirituales y en otros responde a una fantasía absolutamente desbordada. Hay tratamientos esotéricos de un Jesús verdaderamente imposible y creo que los que somos historiadores no hemos caído en la tentación de un Jesús que nos dé pie a fantasear espiritualmente o conseguir un Jesús estrepitosamente íntimo. Creo que José Luis y yo no hemos caído en eso. Nos hemos mantenido en unos cauces históricos. Creo que nuestra novela es infidelísimamente fiel y fidelísimamente infiel. Las dos cosas. Porque es una novela”

Corral2-segundo intentoEsta afirmación le lleva, primero, a plantear el argumento novelístico de El trono maldito, que arranca en el año 4 antes de Cristo, con la muerte de Herodes el Grande y es, básicamente, el relato de intrigas, traiciones, venganzas, amores imposibles y bajas pasiones de lo que Piñero llama el “mosaico israelí”. Un mosaico en desintegración a partir de la enconada lucha por el trono vacante de Israel que protagonizan sus hijos: Antipas, Arquelao y Filipo. Y en el que están presentes también los emperadores Augusto, Tiberio y Calígula, hasta los sacerdotes Anás y Caifás, o Salomé y Livia, mujeres influyentes en la política de su tiempo. “La novela no es sobre Jesús, ni mucho menos –precisa el ensayista–. La novela da la clave, o al menos es lo que buscábamos, de aquellos otros personajes, aquellas otras figuras que, cuando se examina la historia de Jesús, componen el gran mosaico de fondo. Son aquellos que, de alguna manera u otra, ya conoce el lector por los Evangelios o por otras novelas históricas: Augusto, Herodes, sus hijos, Poncio Pilato, la policía de Herodes Antipas”. Es lo que sostiene también Corral: “El lector va a encontrar una historia que parece muy conocida, pero que tiene una perspectiva un tanto crítica. Nos hemos acercado a la historia de los descendientes de Herodes, a la historia de Cristo, que es novela, por supuesto, pero que hemos pretendido que responda a un Jesús histórico. Creo que desde una perspectiva de conjunto muy cercana a la realidad. Aunque es una figura que tiene evidentemente unas connotaciones tan espirituales y de creencia, trasciende a los espacios de fe. Ha sido difícil porque también ha sido una figura muy manida”.

José Luis Corral, catedrático de Historia Medieval y autor de ensayos divulgativos como El enigma de las catedrales o de novelas tan populares como El Cid, es la primera vez que se enfrenta abiertamente a la figura de Jesús: “Es un tema en el cual la creencia tiene un peso extraordinario. Y los lectores creyentes, sin duda, tienen un punto de vista predeterminado. Nosotros hemos actuado como si no supiéramos nada de Jesús. Hemos ido a las fuentes, nos hemos puesto a revisar la historia de Jesús y hemos actuado con toda la honradez. Claro que el nuestro es un punto de vista propio. Lo más importante, creo, es que los lectores van a poder acercarse a la figura de Jesús sin prejuicios. Particularmente me gustaría que se enfrentaran a la lectura de la novela como yo me he enfrentado a su escritura, como si fuera un personaje absolutamente desconocido”. Corral insiste, no obstante, en que la novela bucea con detalle en el contexto social, político y religioso en el que vive Jesús: “Su figura está totalmente condicionada por su marco histórico. Esto es lo que hemos querido hacer. Ponerlo en su tiempo y desde su tiempo. En Judea, que no era más que una pequeña provincia del Imperio, tuvo una trascendencia enorme. Sin embargo, en aquellos años, en el resto del Imperio fue irrelevante. Hemos querido dar una visión muy próxima de su tiempo. Ahora, la figura de Jesús es absolutamente grandiosa, pero ha sido un proceso construido a posteriori, a través de los siglos”.

La obra, en un relato lleno de intrigas, traiciones y venganzas, se acerca a la historia de los descendientes de Herodes, a todos aquellos personajes que están en el trasfondo de lo que se narra en los Evangelios

Piñero1Sin ánimo de polémica

Piñero no teme, ni cree, que El trono maldito pueda dar pie a polémica. “En principio puede que haya quien reciba la novela con uñas o, simplemente, con silencio –explica–. Pero si son honrados consigo mismos, les picará la curiosidad de cómo se ha traspasado a novela aquellas ideas de Jesús que algunos han criticado tanto y otros alabado. Creo que hay que enfrentarse a la novela con una mente abierta. Este es un género literario distinto. Tiene mucho atractivo”. Aun así, estima que “un juicio de cómo hemos presentado la figura de Jesús, de san Juan Bautista o del cristianismo en general” será favorable: “Creo que cuando vean la seriedad y el respeto con el que hemos tratado a Jesús, verán que no hay ninguna militancia, ningún sesgo, ni ninguna imagen predeterminada. He sido superrespetuoso y no me mueve ningún ánimo de polémica. Creo –estoy convencido– que es una novela que va a tener una acogida favorable, precisamente por ese respeto con el que muestra la figura de Jesús. Y, por supuesto, que no tengo el menor reparo en atender a un debate sobre en qué nos hayamos podido equivocar o en qué no hemos enfocado correctamente al Jesús histórico. O qué o qué no le puede servir a un sacerdote desde el púlpito. Hemos intentado ser ecuánimes, honrados y respetuosos. Y, al mismo tiempo, entretener con la verdad”.

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