“Es un primer acercamiento para acompañar a la familia del siglo XXI”

Entrevista con Carlos Aguiar Retes y Santiago Silva Retamales

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DARÍO MENOR | La voz de la Iglesia de América Latina se ha escuchado en abundancia en el Sínodo sobre la Familia. Además del Papa, quien presidía la asamblea, también provenían de esta región 32 de los 191 padres sinodales, los obispos con derecho a voto. Entre ellos estaba la cúpula del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), formada por su presidente, el mexicano Carlos Aguiar Retes, arzobispo de Tlalnepantla, y su secretario general, el chileno Santiago Silva Retamales, obispo auxiliar de Valparaíso. El primero acudió al Sínodo por designación pontificia, mientras que el segundo forma parte del consejo ordinario de este organismo eclesiástico.

Para Aguiar, la asamblea sinodal celebrada en el Vaticano del 5 al 19 de octubre responde a la necesidad que tiene la Iglesia “de ofrecer el camino, la verdad y la vida para el hombre de cada generación”. Por eso, la comunidad cristiana “siempre se está renovando”.

En este recorrido, el Sínodo recién concluido es el “inicio de un itinerario” hacia la segunda parte de este encuentro, que tendrá lugar en octubre de 2015 y que estará dedicado igualmente a la familia. sostiene el presidente del CELAM sobre la asamblea sinodal clausurada el pasado domingo:

Carlos Aguiar.

Carlos Aguiar.

Sin duda será un primer acercamiento a la realidad familiar que ayudará a la Iglesia para continuar el replanteamiento de su manera de orientar y acompañar a la familia del siglo XXI.

A su juicio, el documento final de este encuentro constituye una “expresión muy importante de la colegialidad y del camino sinodal”, pues 59 de sus 62 puntos recogieron las dos terceras partes de los votos necesarios para ser considerados expresión de la asamblea. Los tres apartados restantes, dedicados a las uniones homosexuales y a los divorciados casados en segundas nupcias, superaron la mayoría absoluta, pero no llegaron al quórum exigido. La relación final servirá de documento de preparación de cara al Sínodo del año que viene.
 

Pastoral incisiva

Al hablar sobre cuáles han sido los asuntos tratados en el Aula del Sínodo que más preocupaban a los católicos latinoamericanos, Aguiar destaca “la necesidad de plantear las dificultades sociales, económicas, políticas y culturales que afectan fuertemente a la familia” en toda la región.

Silva, por su parte, sostiene que estos temas se trataron con una mirada “siempre pastoral, lo que no significa que no sea teológica”.

A su juicio, una “pastoral incisiva”, que realmente responda a las cuestiones que hoy la familia vive, necesita “profundos presupuestos cristológicos, eclesiológicos y antropológicos”. Y es que “para repetir lo que todos sabemos no se hace un Sínodo”, destaca el secretario general del CELAM. “A todos nos preocupó vivir con intensidad lo que el mismo Papa nos pedía: hacernos cargo de los desafíos pastorales de la familia en vista de la nueva evangelización. Creo que en gran parte se logró”, asegura el prelado chileno, subrayando que no debe olvidarse que las reflexiones continúan con la asamblea del año próximo.

Al plantear cómo la emigración y la pobreza afectan a la vida de las familias en América Latina, los padres sinodales comprobaron que existen “convergencias en varios países y, en general, en todos los continentes”, destaca Aguiar. Para el obispo auxiliar de Valparaíso, por su parte, la cuestión de la pobreza no solo ha de ser tenida en cuenta por los problemas que provoca “con los medios de subsistencia, la educación de los hijos o la posibilidad de romper el círculo viciado de la miseria”. También tiene mucho que ver “con la dignidad de las personas y la autoestima”. En cuanto a la emigración, advierte que la solución a los problemas que origina hay que buscarlos precisamente en su primera víctima, la institución familiar:

Santiago Silva.

Santiago Silva.

Toda la familia queda involucrada y expectante cuando alguno de sus miembros tiene que buscar mejores horizontes.

Tanto el presidente como el secretario general del CELAM destacan el ambiente de escucha “atenta y respetuosa” vivido en el Aula del Sínodo y consideran que la relación que recogía las reflexiones de la primera semana reflejaba lo tratado hasta entonces.

Este texto se vio envuelto en la polémica por la apertura que proponía frente a los homosexuales y los divorciados vueltos a casar, lo que no gustó a algunos padres sinodales. “De ninguna manera era un documento definitivo, sino en proceso”, recuerda el arzobispo de Tlalnepantla. El prelado chileno, entretanto, reconoce que hubo “algunas tendencias contrapuestas en el aula” y lo considera un escrito “importante”, tanto por el contenido como por “el tono y el espíritu que refleja: apertura para tratar las dificultades de la familia y buscar soluciones que no debilitarán la indisolubilidad del matrimonio”. “La tarea no es fácil”, reconoce, “pero la apertura fue una dimensión que ciertamente se palpó”.

La polvareda levantada en torno a la relación de la primera semana pudo deberse a que “el propósito de comunicar con transparencia el diálogo sinodal” conlleva el peligro de que no se entienda desde fuera cómo funciona el discernimiento interno del grupo. “Es decir, confundir lo conversado y discutido con lo definitivo”, explica Aguiar.

Para Silva, parte de la responsabilidad la tienen algunos medios de comunicación por las expectativas creadas frente al eventual acceso a los sacramentos para los divorciados vueltos a casar, entre otros temas. Asegura:

Me parece que el Sínodo, que no es el definitivo, tuvo la valentía para plantearse todos los problemas que parecieron importantes. La solución habrá que seguir estudiándola. Lo que se puso una y otra vez en la base de todo fue la inmensa alegría de contar con tantas familias que, no sin sacrificios, viven su comunión familiar con un don divino que no lo cambiarían por nada. La familia, para muchos, es su mejor tesoro.

 

Doctrina y praxis

En el delicado equilibrio entre doctrina y praxis pastoral al que se referían algunos padres sinodales, el presidente del CELAM considera que no debe olvidarse que “las enseñanzas de Jesús son para la vida”. Es por ello que la doctrina y la vida “están llamadas a ser parte de una misma realidad. No se puede entender una sin la otra”. “El cristianismo”, subraya el secretario general, “no nos toca inventarlo. Nos toca discernir las coyunturas sociopolíticas para descubrir los signos de los tiempos y responder, desde Cristo, a esos desafíos”.

De este discernimiento versaron precisamente las intervenciones de Silva. Uno de los temas que trató fue “la importancia de la conciencia ‘formada’ como lugar de encuentro con Dios y de decisiones libres respecto a las respuestas que cada uno tiene que dar al Señor”. Frente a quienes “buscan más un cristianismo de la legalidad que de la gratuidad y responsabilidad”, hay que tener claro que “la Iglesia no está para dominar conciencias ni para imponer lo que cada uno tiene que hacer”. Su tarea, en cambio, “es anunciar la plenitud de la verdad, es decir, de Cristo revelado para salvación de todos”.

El otro asunto del que habló fue el de “la ley de la gradualidad”, entendida como “la gradualidad de la vivencia profunda en cada uno de lo revelado por el Señor”. “Es evidente que el Señor trata a cada uno según quien es y según pueda responderle; eso es lo que le exige. No se trata de debilitar la radicalidad evangélica, sino de discernir y exigir a cada uno y a cada familia lo que el Señor le está pidiendo”, concluye Silva.

En el nº 2.914 de Vida Nueva

 

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