Carlos Osoro: “Entremos en la dinámica del amor y no en la del juicio”

Carlos Osoro clausura unas jornadas de la UPSA con una ponencia programática

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Carlos Osoro: “Entremos en la dinámica del amor y no en la del juicio” [ver extracto]

JOSÉ LORENZO. FOTOS: SERGIO CUESTA | La intervención del arzobispo electo de Madrid, Carlos Osoro, en la clausura de la jornada que la Universidad Pontificia de Salamanca (UPSA) había organizado el pasado día 16 en el Instituto Superior de Pastoral de Madrid sobre Los lenguajes del papa Francisco [ver programa] sonaba a programática. Y, efectivamente, puede decirse que su conferencia, titulada La Iglesia del papa Francisco, desarrolló puntos que espera poner en marcha a partir del 25 de octubre, tras su toma de posesión. Señaló Osoro:


Tenemos que empezar por dos cambios: el viaje interior y el viaje del encuentro hacia el otro, la alteridad. Este es el más específicamente cristiano y, como camino, también nos ayuda a encontrarnos con nosotros mismos. Ambos son esenciales en esta salida misionera que le pide el papa Francisco a la Iglesia, y que es lo mismo que el Señor le pidió a los apóstoles, viviendo una comunión sincera con Nuestro Señor y encontrándonos con los hombres en las situaciones concretas que les toca vivir.

En esta Iglesia son imprescindibles, según el arzobispo:

La caridad y la misericordia, aunque a veces las hemos desacreditado con nuestro comportamiento”. Pero también es necesario “vivir en la dinámica del amor y no en la dinámica del juicio” y “ofrecer con humildad la fe de manera adecuada sin detenernos en explicar polémicas antiguas que no interesan, porque no hemos venido a condenar, sino a salvar.

En esta Iglesia, abundó:

Somos llamados a generar vida y a recordar la esperanza. El descontento y la quejumbre son calificativos que a veces podrían calificarnos a nosotros. Quitemos la dinámica del juicio y volvamos al texto de la Transfiguración. La subida al monte era quejumbrosa; la bajada, ilusionante.

Y es esta actitud más alegre la que, a su entender:

Genera encuentro e ilusión, que no desencanto o descarte. Una alegría que va a buscar a todos, que capacita para encontrarte no con los que a uno le gustan, que eso es fácil, sino con todos.

Por eso reiteró “entrar en la dinámica del amor y no en la del juicio”, donde “la Iglesia tiene que ser un lugar de misericordia, donde todos sean acogidos y perdonados para una vida nueva”. Aunque advirtió:

Hay estructuras que pueden condicionar esto. Sin vida nueva, cualquier estructura, aunque sea nueva, se corrompe.

Para desarrollar esa Iglesia, se necesita:

Una pastoral en clave de misión, una Iglesia con las puertas abiertas y no cerrar esas puertas a los sacramentos por una razón cualquiera [porque] la gente, si ve las puertas abiertas, entra aunque sea para buscar un poco de silencio, un poco de calor, pero entra…

Y esa pastoral reclama también “involucrarse en la vida de la gente” y “no llevar la tristeza a los demás, porque eso no es nuestro”, aunque “hay especialistas en entrar en los sitios y ver solo las arrugas. Esos no sirven”, sentenció.

Imagina también Osoro “espacios de acción y de comunión para llegar al corazón de las personas, con mayor participación de todos, laicos, mujeres, niños, con más importancia a la religiosidad popular, que la tiene”, y sin olvidar que también “se evangeliza por el camino de la belleza”, por el ejemplo, a través de la liturgia.

La inclusión social de los pobres y el diálogo social, las nuevas esclavitudes o la importancia de la parroquia (“pero no parroquialitis, no intentando los unos someter a los otros”), fueron otros aspectos señalados por el arzobispo para tenerlos muy en cuenta en el período que ahora se abre.

La jornada, en la que habían intervenido destacados ponentes de la UPSA y de Deusto, concluyó con unas palabras del rector salmantino, Ángel Galindo, quien reiteró el compromiso de servicio y colaboración de esa institución “a la Iglesia que peregrina en Madrid”.

 

“Tenía que cumplir mi compromiso”

Participar en un acto del Instituto Superior de Pastoral nueve días antes de ser consagrado como nuevo arzobispo de Madrid tenía su miga. Y tanto los organizadores como el propio Carlos Osoro lo sabían. Por eso, antes de pronunciar una sola palabra, fue recibido con un cerrado aplauso de un auditorio acostumbrado a resistir. Y por eso también, él tuvo el tiento de señalar que la invitación a ese acto se había producido antes de conocer su nombramiento y que le parecía que era un compromiso “que tenía que cumplir”, además de subrayar su cercanía a la UPSA. En la comunión establecida con el auditorio durante su conferencia, pidió ayuda para su nueva tarea en Madrid, entre ellos. Y encontró una mano tendida y una petición de calado que alumbró sonrisas: “Primeree usted, señor arzobispo”.

En el nº 2.914 de Vida Nueva

 

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