‘Perdida’: Fincher sin red

Cine4


JOSÉ LUIS CELADA | Cada vez que David Fincher figura a la cabeza de un proyecto, suele ser sinónimo de que nadie va a quedar indiferente. Baste recordar algunos de sus títulos más conocidos: Seven (1995), The Game (1997), El club de la lucha (1999), La habitación del pánico (2002), Zodiac (2007), El curioso caso de Benjamin Batton (2008), La red social (2010)… Aunque se sirva a menudo de guiones ajenos, cada una de estas producciones acaba adquiriendo el sello inconfundible de un cineasta que ha llegado a definirse a sí mismo como “un gran manipulador”.

Su último trabajo, Perdida, es la adaptación de Gona girl, el best seller de Gillian Flynn que lleva más de 50 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo. Y, como ya nos tiene acostumbrados Fincher, también aquí nada es lo que parece. Salvo que una mujer desaparece de casa en su quinto aniversario de boda y que su marido pone este hecho en conocimiento de la policía. Arranca entonces una investigación que crece al ritmo impuesto por los acontecimientos y por la capacidad del medio televisivo para amplificar –y manipular– las emociones. Incluso para fingirlas.

Lo que en manos de cualquier director no pasaría de ser uno de tantos telefilmes siguiendo el rastro de un familiar ausente, en esta cinta alcanza cotas inimaginables de complejidad gracias a la mirada analítica de una cámara que no se conforma con urdir un inquietante thriller, sino que invita a asomarse a la trastienda de una relación para descubrir qué ocurre cuando una pareja se quiere pero no puede sacar adelante su relación. Circunstancia que, a tenor de lo que nos narra Perdida, constituye “una verdadera tragedia”. Porque los flash-backs que ilustran la felicidad del matrimonio años atrás se erigen en preciso contrapunto de las muchas preguntas sin respuesta que se suceden en el presente.

¿En qué piensas? ¿Cómo te sientes? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro? ¿Qué nos haremos?… El amor casi perfecto de entonces iría derivando en recelo, control, daño mutuo…, hasta que se abre el fuego de las sospechas y las condenas. El mismo en el que participan la familia y la sociedad entera. Quizá porque, como los propios protagonistas de esta historia (un Ben Affleck en exceso agarrotado y la bella Rosamund Pike), quien más quien menos interpreta un papel o –dicho de otro modo– todos estamos demasiado pendientes de lo que queremos que los demás crean que somos.

Así, entre proyecciones varias, versiones divergentes y mucho ruido mediático, la verdad trata de abrirse camino tras más de dos horas en vilo. Ni por esas. En este primoroso ejercicio de funambulismo cinematográfico, sinceridad y complicidad se confunden en un perfecto –y calculado– juego de equívocos. Nunca el drama de un extravío proporcionó tan sorprendentes hallazgos a lo largo de su búsqueda ni mayor disfrute para el espectador. El mejor Fincher está de vuelta.

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Gone girl.

DIRECCIÓN: David Fincher.

GUIÓN: Gillian Flynn, sobre su propia novela.

MÚSICA: Trent Reznor y Atticus Ross.

FOTOGRAFÍA: Jeff Cronenweth.

PRODUCCIÓN: Ceán Chaffin, Joshua Donen, Arnon Milchan, Reese Witherspoon.

INTÉRPRETES: Ben Affleck, Rosamund Pike, Neil Patrick Harris, Tyler Perry, Carrie Coon, Kim Dickens, Patrick Fugit, David Clennon, Lisa Banes, Missi Pyle.

En el nº 2.913 de Vida Nueva

Compartir