Instituciones cristianas protestan contra el cierre del Consejo de Juventud

La Ley de Reforma de las Administraciones Públicas prevé su desaparición

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JOSÉ LUIS JIMÉNEZ | En 1983, aún con los ecos de la naciente democracia, nacía el Consejo de la Juventud de España (CJE). Se constituía como una plataforma de entidades juveniles de toda índole: políticas, sociales, sindicales, de ocio y tiempo libre… Y también cristianas. La Confederación de Centros Juveniles Don Bosco de España, la Federación de Entidades Cristianas de Tiempo Libre (Didania), las Juventudes Marianas Vicencianas (JMV), la Juventud Obrera Cristiana (JOC), el Movimiento Scout Católico (MSC), la Juventud Estudiante Católica (JEC) o la Juventud Idente han sido, y son, parte de esta institución, que el Gobierno de Mariano Rajoy ha suprimido en la Ley de Reforma de las Administraciones Públicas.

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Es cierto que, en sus más de 30 años de existencia, al CJE no le han faltado polémicas, que han sido un freno para entender cuál es el papel de las entidades cristianas que participan en él y cómo viven su trabajo. Pero este espacio de debatE tiene la riqueza de concentrar realidades juveniles y mentalidades diferentes, que permiten a los movimientos cristianos conocer, trabajar en la búsqueda de objetivos comunes y dar testimonio de su estilo de vida.

Así lo reconoce a Vida Nueva Héctor Sanz, hasta ahora presidente del Consejo:

La participación de las entidades cristianas no es algo nuevo, han estado siempre en el CJE. Y es una clara muestra de la pluralidad que recoge esta institución; tan importante es que estén ellas como el resto de entidades sociales, políticas, sindicales y autonómicas.

Por ello, el cierre del CJE no solo echa al traste una oportunidad de seguir trabajando por la juventud, sino que coarta la libertad de expresión y participación de los jóvenes.

Las entidades cristianas se han posicionado en contra de este cierre porque consideran que, independientemente de las creencias de cada asociación, merece la pena seguir apostando por un espacio de trabajo, presentación de iniciativas, formación e incidencia pública, siendo hasta ahora un canal para la presencia en la sociedad civil de los jóvenes.

La visión de seguir peleando por promocionar al excluido impulsa a las entidades cristianas a seguir luchando por la permanencia del CJE, para que los jóvenes no pierdan su voz.

En el nº 2.912 de Vida Nueva

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