El preservativo en África ya no es un tabú

Así trabaja la Iglesia para erradicar el “genocidio silencioso” del sida

Hospital Nuestra Señora de los Apóstoles, en Akwanga (Nigeria).

Hospital Nuestra Señora de los Apóstoles, en Akwanga (Nigeria).

El preservativo en África ya no es un tabú [ver extracto]

Centro jesuita de atención a mujeres víctimas de sida en Kenia
Juan José Aguirre, obispo de Bangassou

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Como se pudo ver el lunes 6 en la apertura del Sínodo de la Familia, cuando, entre los testimonios de varios matrimonios, uno australiano narró cómo es su relación con su hijo homosexual, en la asamblea sinodal se abordarán de modo realista y concreto los retos que interpelan a las familias de todo el mundo.

Así, en África, no cabe duda de que uno de los asuntos que más cuestionan a la Iglesia a la hora de ofrecer una palabra comprometida en su acompañamiento a las personas es el uso de los anticonceptivos, sobre todo ante la amenaza del sida.

En este sentido, el magisterio eclesial expone de modo nítido que el modelo idóneo para evitar las enfermedades de transmisión sexual es la fidelidad. Sin embargo, ante la evidente proliferación de otras prácticas tradicionales en la sociedad africana (como la poligamia o el escaso valor concedido a las mujeres en ciertos contextos, donde son forzadas a casarse a edad muy temprana o pueden ser víctimas de violaciones incluso en varias ocasiones a lo largo de su vida), los propios papas se ven llamados, cada vez más, a posicionarse de un modo más específico sobre el uso de los anticonceptivos.

En ese sentido, la última matización se dio en 2010 con Benedicto XVI, quien, en el libro-entrevista Luz del Mundo, de Peter Seewald, se refirió así al uso de los condones: “En ciertos casos puede estar justificado, como cuando un prostituto utiliza un profiláctico, ya que puede ser el primer paso hacia una moralización, un primer acto de responsabilidad para desarrollar de nuevo la conciencia de que no todo está permitido ni se puede hacer todo lo que se quiere”. Todo tras aclarar que, si bien su utilización no se concibe “como una solución real o moral”, sí es aceptable, al menos, “en ciertos casos, cuando la intención es reducir el riesgo de contagio”.
 

Remedios que sea eficaces

Centro jesuita de atención a mujeres víctimas de sida en Kenia.

Centro jesuita de atención a mujeres víctimas de sida en Kenia.

A expensas de ver cómo es abordada la cuestión de los anticoncpetivos en el Sínodo, Juan José Aguirre, obispo de Bangassou (República Centroafricana) y conocedor directo de la compleja realidad que experimentan muchas familias en el continente, se muestra claro:

África está viviendo un genocidio silencioso llamado sida. En Centroáfrica, entre el 8 y el 12% de la población está contaminada. Cualquier remedio que pueda suponer un freno a este desastre es bienvenido. Se llame fidelidad, se llame continencia, se llame preservativo: cualquier remedio aconsejado por la OMS, si es eficaz, debemos usarlo en buena conciencia, porque estamos ante un drama en donde las discusiones valen poco.

El prelado cordobés ilustra su postura con la realidad que conoce desde hace 34 años:

Mi zona es de alto riesgo. En mitad del continente africano, en plena selva, hemos creado un centro para acoger a enfermos terminales de sida, donde lo que menos hacen falta son discusiones bizantinas: hay que ponerse al lado del enfermo como sea, con mucha ternura y sin prejuicios. Y hay que hacer propaganda para que no se contagien más y evitar muertes de madres, que dejan una fila interminable de huérfanos.

En su día a día, Aguirre se encuentra con situaciones complejas:

Juan José Aguirre, obispo de Bangassou.

Juan José Aguirre, obispo de Bangassou.

Algunos seropositivos no son católicos y sus esposas sí. Si no usan el preservativo, las van a contaminar. Y si ella se niega, él se va a ir a contagiar a otra. En el centro seguimos a medio centenar de enfermos infectados. A los que están en fase terminal, los acogemos, los alimentamos, les damos los medicamentos y les aconsejamos tranquilidad y sueño. Muchos no llegan porque las defensas están demasiado bajas y la carga viral es ya muy alta. Entonces, todo se derrumba… A veces solo tienen 25-30 años y no hay ni familia para enterrarlos. ¡No hemos venido a esta tierra para morir tan pronto!.

De hecho, el obispo de Bangassou echa en falta más medios materiales para hacer frente al sida:

El problema, muchas veces, es la escasez de remedios, incluso de preservativos, en el mercado, de manera que los contagios son continuos y el genocidio silencioso sigue imparable. A veces, el precio de los preservativos es prohibitivo para un centrafricano de mi región, que vive con medio euro al día.

Lo que lleva a cometer imprudencias con un alto coste para las familias:

Una persona que tiene un preservativo muchas veces no sabe, o no quiere saber, que es de usar y tirar. Así, utiliza muchas veces el mismo y transmite el sida aun creyendo que no.

Francisco Javier de la Torre, director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia Comillas (UPC) de Madrid, aboga por ahondar en el debate e ir más allá de lo habitual, que es preguntarse por los casos en los que el uso de anticonceptivos sería o no justificable:

Creo que hay que pensar el tema del preservativo desde otra perspectiva. Hay que repensar si de verdad hay una inmoralidad de principio que solo en determinados casos o circunstancias legitima su uso. No sé si lo mejor en este tema, como en otros de moral sexual, es buscar una serie de ‘excusas’ para hacerlo legítimo. Quizás tengamos que preguntarnos si debemos empezar a considerarlo bueno y, como todo medio, instrumento o artificio humano, aprender a utilizarlo con sabiduría, responsabilidad y respeto a uno mismo y a los otros.

En lo que sí hace distinciones De la Torre es en el caso específico de África, pues este continente afronta fenómenos que le son propios y no tienen comparación con otras realidades (alcanza los 20 millones de infectados de sida):

Hay que tener en cuenta que, en muchas áreas, más del 25% de los embarazos son de riesgo; que la mayoría de los embarazos no son fruto de un diálogo de la pareja, sino del deseo del marido; y que los métodos naturales, de baja efectividad, son poco adecuados en muchos contextos socioculturales africanos por su concepción del tiempo (del ciclo menstrual) y del cuerpo, así como por la falta de acuerdo y diálogo en la pareja y por falta de medios (termómetros).

 

Cambio de mentalidad

Consciente de la dificultad, el docente de Comillas pide trabajar en un cambio de mentalidad, sin “caer en el reduccionismo de pensar que el preservativo es la única medida que hay que tomar. Aunque sea más complejo y difícil, no podemos olvidar la importancia de educar la afectividad y la sexualidad, de intentar evitar ciertas conductas sexuales, de luchar contra la pobreza, la poligamia y el concubinato, el desempleo y la inmigración, la desigualdad de género y la prostitución. En este camino, los propios valores de las culturas africanas deben ser reivindicados y pueden ser un buen punto de partida”. Todo desde una base esencial a seguir: “Responsabilidad, respeto y sinceridad”.

José María Pardo Sáenz, profesor de Teología Sistemática en la Universidad de Navarra, apuesta por otra tríada como punto de partida para prevenir el sida:

En 2004 se aprobó el Consenso Lancet, donde 140 expertos de 36 países y de ideologías muy diversas establecieron el programa ABC: A, de abstinencia; B, de fidelidad (be faithful); y C, de condón. Este consenso señala que lo prioritario, lo 100% seguro, es abstenerse de relaciones sexuales. Lo mismo se puede decir de la fidelidad. Finalmente, y en el caso de que fueran rechazadas las recomendaciones anteriores, ya es cuando se habla de la C, advirtiendo de que reduce, pero no elimina totalmente, el riesgo de contagio.

Un consenso que, recalca, “coincide con lo que la Iglesia católica lleva enseñando desde hace siglos en materia sexual.

De ahí que Pardo insista en que, respecto a la Iglesia:

Lo más importante debería ser ofrecer una adecuada educación afectivo-sexual, que empieza desde niños e impregna a toda la persona. Para lograr este objetivo, es imprescindible el apoyo de la familia.

Una misión que, como lamenta, encuentra muchas de las trabas en nuestra sociedad:

Desde algunos países occidentales se está fomentando e imponiendo la distribución de anticonceptivos en África. Un ejemplo es el caso de Uganda. Tras la puesta en marcha del programa ABC, allí se pasó de un 31% de nuevas infecciones por sida en 1990 al 4% en 2003. Por desgracia, hoy en día la tasa de infección ha vuelto a subir (7%) en Uganda debido al cambio de política sanitaria nacional (más preservativos), que ha cedido a la presión de la multimillonaria e influyente industria del sexo.

En el nº 2.912 de Vida Nueva

 

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