Los 10 mandamientos de los fieles para el Sínodo

Decálogo de puntos clave según los fieles que deberá tratar el Sínodo sobre la Familia

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Los 10 mandamientos de los fieles para el Sínodo [ver extracto]

DARÍO MENOR (ROMA) | La incapacidad para entender el Magisterio, las relaciones fuera del matrimonio, las uniones homosexuales, los métodos anticonceptivos, las parejas interreligiosas, el machismo doméstico… El Sínodo a punto de comenzar en Roma va más allá de la polémica por el acceso a los sacramentos para los divorciados vueltos a casar. Será el primer paso para una actualización profunda de la pastoral familiar.

La Iglesia católica abre, del 5 al 19 de octubre, un período de reflexión y debate destinado a actualizar su posición frente a algunos de los temas que más dificultades plantean a la jerarquía en su trato con los fieles. Entre ellos, la transmisión de la fe de los padres a los hijos o el respeto a la doctrina en áreas tan sensibles como las relaciones fuera del matrimonio, las uniones homosexuales, los métodos anticonceptivos, las nulidades matrimoniales o el acceso a los sacramentos para los divorciados que se volvieron a casar.

También hay sobre la mesa asuntos ajenos a las comunidades cristianas de los países occidentales, pero que preocupan mucho en otros lugares del orbe católico: la poligamia y los matrimonios interreligiosos son dos buenos ejemplos. Todos estos argumentos serán tratados en el Sínodo extraordinario sobre la familia que, durante las dos próximas semanas, se celebra en Roma con la participación de 253 cardenales, obispos y expertos, entre los que se cuentan catorce matrimonios.

No hay que esperar grandes novedades al término de esta asamblea sinodal, que tendrá su continuación en un nuevo Sínodo sobre el mismo tema en octubre del año que viene. Al término de los dos encuentros, el papa Francisco realizará un documento magisterial donde se recojan las conclusiones y expongan las actualizaciones en la manera con que la Iglesia afronta los desafíos familiares. Previsiblemente en 2016, se conocerán los eventuales cambios que introduzca Jorge Mario Bergoglio. Será el culmen de este largo camino de reforma para dar otro trato a estos temas candentes, culpables del abandono de la fe de una parte importante de los bautizados.

El recorrido se inició con la publicación, el pasado otoño, de un cuestionario con 39 preguntas con las que los obispos, religiosos, expertos y fieles podían opinar acerca de “los desafíos pastorales sobre la familia en el contexto de la evangelización”, como reza el título de la inminente asamblea sinodal. Se trataba de una novedad sustantiva a la hora de afrontar el encuentro: en sínodos anteriores, las consultas previas se hacían solo a los obispos, quienes, si querían, trataban luego el tema en cuestión con los expertos de sus diócesis. En esta ocasión la reflexión ha estado abierta a todos los católicos.

Aunque la Secretaría del Sínodo no ha hecho público el número de cuestionarios recibidos, serían millones las páginas con respuestas llegadas tanto directamente a este organismo vaticano como a las distintas conferencias episcopales, encargadas de realizar los resúmenes de las consultas en sus territorios. Basta pensar que solo en Austria, donde viven alrededor de cinco millones y medio de católicos, las autoridades eclesiásticas recibieron más de 34.000 cuestionarios respondidos. El Vaticano recogió estas aportaciones en el Instrumentum laboris presentado a finales de junio. Más allá de este documento, los resúmenes de las respuestas publicados por algunos episcopados resultan imprescindibles para entender la magnitud de estos dos sínodos. La difusión era voluntaria, por lo que no se conocen las recopilaciones que enviaron a Roma muchas conferencias episcopales, como la española o las de los países latinoamericanos o africanos.

En la antesala de este momento de vital discernimiento para la Iglesia católica, Vida Nueva ofrece un elenco con los “temas calientes” que deberían ser tratados en el Sínodo, según los fieles. Para ello bebe de tres fuentes: los resúmenes divulgados por los episcopados de Alemania, Austria, Suiza, Francia, Bélgica y Japón; las encuestas realizadas por Univisión y el Pew Research Center sobre cuestiones de moral familiar en más de cuarenta países; así como las entrevistas personales mantenidas con algunos de los líderes episcopales encargados de recibir y resumir los cuestionarios contestados por los fieles. Estos son los 10 puntos clave del Sínodo sobre la Familia:

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1. Todos verdes ante el Magisterio

La mayoría de los bautizados conoce algo de la Biblia, pero no tiene ni idea de cuáles son y qué dicen los principales textos del Magisterio sobre la familia. Es una gran desconocida la exhortación apostólica Familiaris Consortio, publicada por Juan Pablo II en 1981 tras el sínodo sobre este tema celebrado el año anterior. Aquella fue la última asamblea conciliar centrada en este asunto que ahora vuelve a retomarse. También le ha caído una gruesa pátina de polvo a otro texto crucial, como la Humanae Vitae, firmada por Pablo VI en 1968.

En general, las nuevas generaciones de católicos no la conocen, mientras que los más maduros tienen una versión parcial de esta encíclica. En los países centroeuropeos se ve como un documento lleno de prohibiciones y se obvian, salvo en algunos casos, sus propuestas para una paternidad responsable. Se acusa a la Iglesia de mantener posiciones superadas socialmente y que, incluso, irían en contra de la misericordia mostrada por Jesucristo. Las fuertes críticas contra estos y otros textos eclesiásticos contrastan con la amplia aceptación de las enseñanzas bíblicas. En este sentido, se compara la sencillez y comprensibilidad de las palabras de Jesús con la exagerada extensión y lenguaje farragoso en que suelen caer los textos doctrinales. En muchas de las encuestas, el reconocimiento de la ignorancia frente a la posición oficial ante el matrimonio y a la familia va unido a un deseo de contar con una mayor formación en estos ámbitos. Por ello se invita a la Iglesia a comunicar mejor.

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2. Pastoral familiar: demasiadas oportunidades perdidas

Para la inmensa mayoría de los fieles, la familia y el matrimonio son cuestiones muy importantes en sus vidas, incluso cuando viven en contextos culturales donde priman el individualismo y el desarraigo familiar. Prueba de ello es lo unánime que resulta el deseo de ofrecer una educación religiosa a los hijos. Como subraya algún episcopado en las recomendaciones que adjunta a sus resúmenes, la Iglesia tiene una excelente oportunidad para evangelizar si es capaz de responder con certeza a las inquietudes de los fieles cuando llaman a la puerta de los templos con el deseo de recibir alguno de los sacramentos.

Muchos de quienes piden casarse en una parroquia, sean o no practicantes, reconocen tener un conocimiento superficial de lo que supone este paso como cristianos y aceptan encantados los cursillos prematrimoniales. También escuchan de buen grado la experiencia de matrimonios católicos más veteranos. Ocasiones valiosas se le presentan igualmente a la Iglesia en los funerales o cuando padres alejados de la fe quieren que sus hijos reciban el bautismo o la primera comunión. Pese a los esfuerzos de muchos sacerdotes y de numerosas diócesis en este campo, los cuestionarios muestran el poco aprovechamiento de estas oportunidades. El objetivo de convertir a la familia en una “Iglesia doméstica” queda muy lejano en buena parte de los países occidentales, ya sea por efecto de la descristianización y el poco tiempo que pasan los hijos con los padres, o por el escaso éxito de los métodos utilizados en las parroquias.

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3. Relaciones fuera del matrimonio y poligamia: ¿importan de verdad?

Los encuestados consideran la fidelidad un valor al que aspirar, pero sus puntos de vista cambian cuando hablan de relaciones antes del matrimonio o fuera de él. En los países occidentales, hasta un 90% de las parejas que se casan en las parroquias llevan a sus espaldas algún tiempo de convivencia ad experimentum. No ven nada de malo o pecaminoso en ello e, incluso, consideran que es una irresponsabilidad casarse sin haber vivido antes un tiempo con el futuro compañero de vida.

También es amplio el respaldo a las parejas de hecho en Europa y América. En Alemania, por ejemplo, el 28,8% de los niños católicos nacidos en 2012 tenía una madre que no estaba casada. Con las relaciones extramatrimoniales, la cosa cambia. Mientras en naciones como Francia solo un 47% las considera moralmente inaceptables, según la encuesta del Pew Research Center, en El Salvador y Filipinas la cifra asciende al 90%. Aunque en países africanos como Ghana, Kenia o Uganda más del 80% de los encuestados censura estas prácticas, en ellos existe la poligamia. Los encargados de resumir los cuestionarios en África coinciden en señalar que se trata de uno de los problemas que más preocupa. Una parte de los bautizados no acaba de entender ni aceptar la monogamia que propone la doctrina católica: considera que va contra sus propias tradiciones.

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4. Uniones homosexuales: dos polos opuestos

Es el tema que más división provoca entre los católicos, con posiciones enfrentadas según los países de proveniencia. Si solo un 6% de los españoles considera la homosexualidad moralmente inaceptable, esta cifra está por encima del 85% en naciones africanas como Ghana, Uganda, Kenia o Nigeria. En América Latina hay diversidad: mientras que un 70% de los salvadoreños la ve como algo inmoral, solo piensa lo mismo un 40% de los mexicanos y un 27% de los argentinos. En algunas comunidades católicas minoritarias, como la japonesa, la cuestión sencillamente se ignora.

Como podía esperarse, es unánime el rechazo de las autoridades eclesiásticas a la equiparación entre el matrimonio y las uniones civiles homosexuales reconocidas legalmente en algunos estados. Los fieles de los países occidentales, por su parte, piden a la Iglesia mayor acogida y comprensión para las parejas del mismo sexo. Las desean tanto para ellos como para sus eventuales hijos, quienes parecen no encontrar rechazo en las parroquias por el hecho de no provenir de una familia heterosexual, según los resúmenes publicados. Incluso en naciones con planes pastorales amplios y ambiciosos, la atención a las parejas homosexuales es escasa, a pesar de que una parte de los fieles pide que reciban algún tipo de rito de bendición.

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5. Métodos anticonceptivos: aceptación general

La doctrina de la Iglesia católica en este campo, sustentada por la encíclica Humanae Vitae, ha provocado el alejamiento de un gran número de fieles en Europa y América. Lo certifican los propios cuestionarios del Sínodo. Incluso entre los católicos practicantes son solo una pequeña minoría quienes apuestan por los llamados sistemas naturales para prevenir el embarazo, como el método Billings. En algunos países se cuestionan las preguntas del cuestionario, pues en ellas se inquiere sobre cómo la Iglesia “favorece el aumento de los nacimientos”: no acaba de entenderse por qué la comunidad cristiana debería preocuparse por ello. De hecho, muchos fieles no ven choque alguno entre el uso de anticonceptivos y el acceso a los sacramentos.

Tampoco faltan críticas a la doctrina católica por su postura frente al uso del preservativo: hay quien dice que de esta manera no se contribuye de forma adecuada a la lucha contra el sida e, incluso, que se actúa de manera inmoral. En cambio, en otros países de mayoría católica, como Filipinas, un 30% de los encuestados está en contra de los métodos anticonceptivos artificiales. En la República Democrática del Congo (RDC), el porcentaje sube hasta el 49%, mientras que en una nación europea pero profundamente católica como Polonia, la cifra es del 19%. España es uno de los países más liberales: solo un 2% ve los anticonceptivos como moralmente inaceptables.

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6. Divorcio: mucho ruido y ¿pocas nueces?

Ha sido tanto el ruido mediático en torno al acceso a los sacramentos de los divorciados vueltos a casar que una parte de la opinión pública no ha acabado de enterarse de que las miras del Sínodo son más amplias. Los cuestionarios certifican el aumento en el número de divorcios y de aquellos que vuelven a casarse: en algunas naciones europeas llegan a romperse un tercio de los matrimonios. En las comunidades occidentales es general la petición a la jerarquía eclesiástica para que ofrezca una mayor acogida a los divorciados. Son también numerosos quienes señalan que la doctrina católica debería seguir el ejemplo de las Iglesias ortodoxas y permitir segundas uniones una vez pasado un tiempo de penitencia y comprobada la estabilidad de la nueva pareja. Hay incluso quien denuncia la supuesta falta de sensibilidad y de contacto con la realidad de los autores del cuestionario por escribir que estas familias están en “situación irregular”.

La encuesta de Univisión arroja algo más de luz a este polémico punto: mientras el 72% de los congoleños y el 50% de los filipinos están de acuerdo con que la Iglesia niegue la comunión a quien se casó dos veces, solo un 12% de los españoles piensa de la misma manera. Sí que es unánime, en cambio, la súplica para que se simplifique, agilice y divulgue más el proceso para lograr la nulidad matrimonial. Francisco ha respondido en parte al crear una comisión específica para estudiar este punto.

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7. Aborto: casi todos los que responden están de acuerdo

Es el único punto en el que se ponen de acuerdo la mayoría de las personas que contestan al cuestionario. Frente al aborto voluntario, hay un rechazo unánime y un común sentimiento de culpa y de que supone la exclusión de los sacramentos. En cambio, los sondeos muestran que los habitantes de estas naciones, con población mayoritariamente católica, no comparten del todo la opinión de quienes respondieron a las preguntas del Sínodo. Solo un 26% de los españoles considera moralmente inaceptable el aborto, según el Pew Research Center. Lo mismo piensa el 41% de los italianos y el 47% de los polacos. Al otro lado de la clasificación se encuentran naciones como Filipinas, El Salvador o Bolivia, con porcentajes del 93, el 85 y el 83%, respectivamente.

En general, puede decirse que en los países subsaharianos, latinoamericanos y asiáticos no se acepta el aborto, mientras que ocurre lo contrario en Europa occidental. Completa el cuadro la encuesta de Univisión, pues tiene en cuenta supuestos. En los Estados Unidos, por ejemplo, un 66% de los consultados considera que debe permitirse en algunos casos, como cuando la vida del feto o la de la madre está en peligro. En la RDC solo un 35% piensa lo mismo, mientras que el 56% opina que el aborto debería estar siempre prohibido.

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8. Ancianos: los olvidados custodios de la fe

Las mejores evangelizadoras son las mujeres. Las madres y, sobre todo, las abuelas, forman la correa de transmisión que ha permitido a la Iglesia el paso de la fe de una generación a otra durante estos dos milenios de historia. Parecen haberse olvidado de ello en Europa occidental, Norteamérica, Japón y parte de América Latina, donde los ancianos son víctimas habituales de la “cultura del descarte” de la que tanto habla el Papa. Los desafíos que plantea la mayor esperanza de vida son objeto de preocupación para algunas Iglesias locales, como la de Japón y la de Alemania, dos de los países más envejecidos de la Tierra. En la nación centroeuropea se señala que uno de los factores que facilita la descristianización es el alejamiento físico de los abuelos respecto a los hijos y a los nietos.

La comunidad cristiana japonesa, por su parte, solicita que se brinden espacios adecuados dentro de la sociedad, de manera que los ancianos estén atendidos y se sientan apoyados y útiles. El envejecimiento de los fieles es un problema con varias caras y que afecta a numerosos países occidentales. Si cuando van a las parroquias los jóvenes solo ven ancianos, es difícil que se sientan atraídos para participar en la vida espiritual de la comunidad. De hecho, hay cuestionarios donde puede leerse que una parte de la juventud considera a la Iglesia una suerte de club social para personas mayores.

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9. Machismo doméstico: cuando manda solo el hombre

En algunos países, la acción de la Iglesia se topa con un fuerte machismo, lo que provoca que las mujeres, las mejores transmisoras de la fe, tengan dificultades para brindar una educación religiosa a los hijos y cultivar su propia vida espiritual. Estos problemas se dan tanto en naciones con familias interreligiosas como en países donde el llamado “agnosticismo práctico” hace a uno de los cónyuges contrario al cristianismo. Por otro lado, hay entre los cuestionarios quien tacha la doctrina católica de machista por impedir que las mujeres puedan recibir la ordenación sacerdotal.

Sobre este asunto, la encuesta de Univisión ofrece algunos datos de interés: el 79% y el 76% de los encuestados en la RDC y en Filipinas, respectivamente, se muestra en contra de que haya mujeres sacerdotes. En Argentina, España y Francia están a favor de este supuesto el 60, el 78 y el 83%, respectivamente. En medio se sitúan países como Colombia, en el que un 48% es contrario y un 47% favorable.

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10. Matrimonios interreligiosos: un cóctel complicado

En Europa y América Latina suele olvidarse que, en la mayoría de África, Asia y Oriente Medio, los católicos están en minoría. Para los fieles de aquellas regiones es muy habitual acabar formando parte de un matrimonio interreligioso. En Japón, por ejemplo, donde los católicos son solo el 0,35% de la población, en el 90% de las bodas celebradas en parroquias, uno de los novios no está bautizado. En estas familias con más de una fe, la educación de los hijos en el catolicismo resulta complicada: se hace más potente la presión de la sociedad y su eventual arrinconamiento del hecho religioso. La pastoral familiar en estas comunidades cristianas es dificultosa y conlleva en ocasiones el enfrentamiento entre los cónyuges, como a la hora de bautizar a los hijos o de participar en la misa dominical.

Son frecuentes en los cuestionarios recabados por estas conferencias episcopales los llamamientos a los padres sinodales para que afronten con valentía este desafío, que toca tanto el ámbito pastoral como el canónico o el del diálogo interreligioso. Una buena parte de los matrimonios entre personas de distintos credos se produce en un contexto de migración, cuando un católico deja su país y llega a otro en el que su comunidad de fe es minoritaria. En ese ambiente se dan otros dos problemas que el cuestionario del Sínodo apenas ha tenido en cuenta. El primero es el de la emigración, el de cómo responder a las necesidades de estas familias partidas. La otra gran cuestión es la pobreza, que dificulta que salgan adelante millones de familias en los países en vías de desarrollo.

En el nº 2.911 de Vida Nueva

 

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