Dignidad para el amor que nadie quiere ver

Un albergue en Ciudad de México atiende a 50 chicos incurables

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GUADALUPE ESQUIVIAS | Un día como otro de tantos en Ciudad de México. De repente, alguien que iba paseando por la calle advirtió que, de la bolsa negra que estaba tirada bajo el bote de basura, salía un chillido. Al acercarse, se dio cuenta de que se movía, llamó a la patrulla y un policía abrió la bolsa: era un bebé.

Se desconoce la identidad de la gran mayoría.

Se desconoce la identidad de la gran mayoría.

Fue trasladado a un centro de salud y se determinó que tenía 17 días de vida. No se supo cuánto permaneció dentro de la bolsa, pero ese tiempo le ocasionó asfixia y daño cerebral profundo al bebé, que tendría que vivir su vida solo y con una discapacidad profunda. A partir de ahí, el Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) fue su casa, hasta que se formalizaron los trámites para ser adoptado por una mujer madura, a la cual se le entregó.

Sin embargo, al cabo de unos meses, ese bebé volvió de regreso a la institución pública, ya que la mujer argumentó que era un niño que requería de mucha atención y cuidado, y no tenía tiempo para hacerse cargo de él. Después de tres años, otra familia realizó los trámites para adoptarlo y llevarlo a casa. Esta vez, apenas pasaron dos días antes de que el bebé les fuere entregado nuevamente a los responsables del DIF, que decidieron dejarlo finalmente en uno de sus centros.

Ese bebé se llama Juan Carlos y ahora tiene siete años. Vive feliz rodeado de la atención y el cariño de la que ya es su familia. Una familia en la que él es el más pequeño y que es realmente grande, pues tiene 49 hermanos que, al igual que él, no son hijos de nadie. Lo son de la vida y de Dios. Todos viven en el Hogar de Nuestra Señora de la Consolación, un centro para niños incurables ubicado al sur de Ciudad de México y que está a cargo de la Institución de Asistencia Privada (IAP), que es la encargada de proporcionar casa, vestido y sustento a estos 50 varones de distintas edades (aunque la mayoría son menores, también hay hombres de hasta 58 años) que en su día llegaron canalizados por la Procuraduría General de la República.

Dignidad para el amor que nadie quiere ver [íntegro solo suscriptores]

En el nº 2.910 de Vida Nueva

 

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