Los católicos de Ucrania, sin respuestas sobre su futuro

El prelado de la minoría católica explica que la anexión de Crimea por parte de Rusia ha dividido en dos su diócesis

El obispo Jacek Pyl con un grupo de fieles.

El obispo Jacek Pyl con un grupo de fieles.

JOSÉ LUIS CELADA | El obispo auxiliar de la diócesis católica de rito latino de Odessa-Simferopol, en Ucrania, Jacek Pyl, ha denunciado la difícil situación de su país, donde se acumulan las preguntas, pero “hay muy pocas respuestas”. A pesar de la guerra y de que Crimea se encuentra bajo dominio ruso desde marzo, la Iglesia católica de la zona aún puede ejercer su ministerio. Sin embargo, “no sabemos nada sobre nuestro futuro”, se lamenta Pyl, misionero de los Oblatos de María Inmaculada.

Aprovechando la visita, a principios de este mes, de una delegación de Ayuda a la Iglesia Necesitada, el prelado de la minoría católica ucraniana ha explicado que la anexión de Crimea por parte de Rusia no solo ha supuesto la división de esta península, sino también la de su diócesis en dos partes: la catedral está ubicada en Simferopol, en Crimea, mientras que el arzobispado se encuentra en Odessa, en territorio ucraniano y a unos 460 kilómetros de Simferopol. La diócesis, cuya extensión equivale a un tercio de Polonia, cuenta actualmente con 3.000 católicos y 64 sacerdotes.

Pyl ha recordado, asimismo, que el conflicto está provocando “heridas increíbles en las parejas y las familias”, por lo que desea que los católicos “puedan trabajar por la sanación y la reconciliación”. Sin embargo, las limitaciones de efectivos son evidentes. En Crimea celebran la Eucaristía en tres idiomas, sobre todo en ruso, pero también en inglés (para los estudiantes llegados de la India y de África a Simferopol) y en español para Sebastopol. “A veces, incluso celebramos en ucraniano y en polaco. Si tuviera más sacerdotes, sería capaz de abrir varias parroquias nuevas”, relata el religioso.

Mientras tanto, a la espera de que la situación se estabilice, el pastor sueña con construir una catedral para sustituir al local que actualmente utilizan como templo, demasiado pequeño. “Llevamos 20 años aguardando el permiso para construir una iglesia –explica Pyl con pesar–. Hace poco hablé con el metropolita ortodoxo Lazar, representante del Patriarcado de Moscú en Simferopol. Mostró cierta apertura e interés por el tema, pero fue arrestado cuando Rusia tomó el control de la ciudad y no sabemos si tenemos que empezar el proceso desde el principio ni qué sucederá con este proyecto”.

En el nº 2.909 de Vida Nueva

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