Brasil asiste al ascenso del poder evangélico

La emergencia de Marina Silva introduce nuevas variables en las elecciones presidenciales del 5 de octubre

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ÓSCAR ELIZALDE PRADA (PORTO ALEGRE) | Uno era el escenario electoral en la disputa por la presidencia de Brasil antes del trágico accidente aéreo del 13 de agosto, que se cobró la vida del candidato del PSE, Eduardo Campos, y de seis personas más. En ese momento, la candidata-presidenta Dilma Rousseff, del PT, y Aécio Neves, representante del PSDB, se postulaban como posibles vencedores de la primera vuelta, que tendrá lugar el 5 de octubre.

Silva, portada de Rolling Stone edición brasileña.

Silva, portada de Rolling Stone edición brasileña.

Sin embargo, la inusitada y arrolladora emergencia de la ecologista evangélica Marina Silva, tras asumir entonces las banderas de Campos –de quien fuera su vicepresidenta– a menos de dos meses del cierre de la contienda electoral, ha venido a poner en evidencia, una vez más, que la política es una amalgama de variables impredecibles.

Las últimas encuestas de Ibope y Datafolha han sido reiterativas, al señalar el favoritismo de de Rousseff y de Silva. Por primera vez en la historia de Brasil, dos mujeres podrían disputar la presidencia de la República el 26 de octubre, cuando se lleve a cabo la segunda vuelta electoral. Más aún, al cierre de esta edición, las estadísticas señalaban que Marina podría poner fin a los doce años de gobierno petista, al vencer por siete puntos de ventaja a Dilma (46% sobre 39%, según Ibope; y 48% sobre 41%, según Datafolha).

Si a este contexto se suma el apoyo amplio y manifiesto que los evangélicos están dando a Marina, no es extraño que muchos se estén preguntando si su campaña también es una plataforma para que el poder evangélico, que ya viene conquistando múltiples espacios en los medios de comunicación, llegue, de una vez por todas, al Palacio de Planalto.
 

Los devotos también votan

Se estima que los católicos son el 60% del electorado brasileño, los evangélicos pueden llegar al 24%, y las demás religiones –incluyendo a los agnósticos– representarían el 16% de los electores. Frente a este panorama, los candidatos no se han mostrado ingenuos ante la posibilidad de sumar votos en los templos, considerando el dinamismo de los devotos en las urnas. De ahí que ninguno haya faltado al debate electoral promovido por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB, por su siglas en portugués) en el santuario de Aparecida (ver despiece), el pasado 16 de septiembre, pero tampoco haya desaprovechado la ocasión para aproximarse a las grandes Iglesias evangélicas, como la Universal del Reino de Dios, que recientemente inauguró su imponente Templo de Salomón en São Paulo, cuya extensión supera casi cuatro veces el santuario de la padroeira de Brasil.

Con más de 1,87 millones de seguidores, según el censo de 2010 del Instituto Brasilero de Geografía y Estadística, no es extraño que la Universal convoque a la clase política del país. Además, 42,3 millones de evangélicos brasileños constituyen un codiciado bastión electoral, teniendo en cuenta que se trata del grupo religioso que más ha crecido en los últimos años.

Con todo, más allá de que el poder evangélico rodee la campaña de Marina Silva, para el teólogo Vanildo Zugno:

Lo que realmente preocupa es que se llegue a un punto de moralización política y de politización de la moral, propio de los tiempos de cristiandad, donde el Estado y la religión se tornan indisolubles.

 

Fundamentalismo religioso

Silas Malafaia.

Silas Malafaia.

De hecho, los temores a una excesiva dependencia de la candidata evangélica ante los grupos conservadores se intensificaron cuando retiró algunos puntos de su propuesta de gobierno, referidos a la defensa de las reivindicaciones de las comunidades LGTBI, después de que el pastor Silas Malafaia, reconocido por su influencia en las redes sociales, manifestara su indignación en un tuit: “La candidata miembro de la Iglesia Evangélica Asamblea de Dios está haciendo una defensa vergonzosa de la agenda gay”. Malafaia amenazó diciendo que sería “contundente” con Marina si no asumía una posición al día siguiente.

Aunque algunos opinan que la influencia de la religión en una hipotética administración de Marina es discutible, porque Malafaia y otros pastores no tendrían en el gobierno el mismo poder que han tenido en la redacción de sus propuestas, el fantasma del fundamentalismo religioso ronda en el imaginario electoral, al punto de que fue necesario que su vicepresidente, Beto Albuquerque, saliera en su defensa diciendo que “ni la política debe mandar en la religión, ni la religión en la política”.

En temas como los derechos de los homosexuales, la legalización de la droga, la reducción de la mayoría de edad penal y el aborto, es evidente la radicalización de las posturas religiosas y las fricciones son más que previsibles. No obstante, afirmar que la religión se está comenzando a meter en la política no es un asunto novedoso, según el historiador Leandro Karnal:

En Brasil, Estado e Iglesia estuvieron fundidos hasta la República. Pueden variar los actores, pero el camino es muy antiguo. No hay nada nuevo bajo el sol. El Estado laico es un sueño centenario; la teocracia, una realidad milenaria.

Karnal también asegura que es un error mantener el viejo cliché de que “la religión es el opio del pueblo”, dado que las organizaciones religiosas pueden encarnar actitudes críticas, e incluso revolucionarias, de cara a la realidad política y social. Por último, frente a la idea de que los evangélicos están cambiando la política brasileña, el historiador replica que:

Hasta el momento, eso no puede ser sostenido con datos. También sería posible decir lo contrario: la política brasileña está cambiando a los evangélicos, considerando que Geisel era luterano; Fernando Henrique Cardoso, ateo; y Lula, católico.

 

“La Iglesia no puede ignorar la política”

Con la presencia de ocho candidatos presidenciales, el 16 de septiembre, la CNBB lideró, en el santuario de Aparecida, un debate con el fin de “colaborar en la construcción de una sociedad justa, democrática y fraterna”, según expresó el cardenal Raymundo Damasceno Assis, en la apertura del encuentro, que fue transmitido por ocho canales de televisión de inspiración católica y 230 emisoras de radio y portales católicos.

debate-cnbb-aparecida

Uno a uno, los candidatos Aécio Neves (PSDB), Dilma Rousseff (PT), Eduardo Jorge (PV), José Maria Eymael (PSDC), Levy Fidelix (PRTB), Luciana Genro (PSOL), Marina Silva (PSB) y el pastor Everaldo (PSC) presentaron sus posturas frente a la propuesta de reforma política de la CNBB, así como a diversas problemáticas que se constatan con relación a la calidad de la educación, el fortalecimiento de la familia, el acceso a la salud, la dignidad de vida de los habitantes de la calle, el incremento de la violencia, la desigualdad social, las situaciones de muerte que amenazan a la juventud, la tolerancia religiosa, la democratización de la comunicación, los derechos humanos, la reforma agraria, el desconocimiento de los territorios que corresponden a los pueblos indígenas y la reforma tributaria, entre otros.

Aunque la metodología y el tiempo de intervención de cada uno limitaron la profundidad de las reflexiones, que en la mayoría de los casos condujo a respuestas muy generales, el debate posibilitó que hasta 70 millones de potenciales electores tuvieran claridad sobre algunas de sus propuestas más representativas.

El debate de los presidenciables reiteró el llamado de la CNBB a consolidar “una experiencia cristiana madura en la que se impone el enfrentamiento de la realidad y su transformación para que todos tengan vida en plenitud”.

En el nº 2.909 de Vida Nueva

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