‘Destino Marrakech’: desiertos familiares

La alemana autora de En un lugar de África vuelve a este continente con una historia sobre relaciones paterno-filiales

Cine5

JOSÉ LUIS CELADA | No es preciso recurrir a los clásicos. Basta remontarse un par de décadas para confeccionar una lista que podría ser interminable: Una historia del Bronx (1993), La vida es bella (1997), Magnolia (1999), En un mundo mejor (2010), Los descendientes (2011), Días de pesca (2012), Nebraska (2013)… Desde los albores de este invento, las relaciones paterno-filiales han constituido una fuente inagotable de inspiración para cineastas de las más diversas épocas, ideologías y nacionalidades. Destino Marrakech, de Caroline Link, es el último título en sumarse a ese amplio catálogo.

Tras aquel sobredimensionado Óscar que conquistara En un lugar de África (2001), la directora y guionista alemana regresa al continente donde se localizaba su mayor éxito, para narrarnos el reencuentro entre un padre y un hijo en Marrakech y en otros exóticos enclaves del Atlas marroquí. Recién concluido el curso en su Alemania natal, el joven protagonista se dispone a volar hasta allí para pasar las vacaciones con su progenitor. Antes, sin embargo, Link decide “preparar” la cita con un afectado –y prescindible– discurso de su tutor sobre la familia (“todas las familias felices se parecen entre sí; las infelices lo son cada una a su manera”, le recordará parafraseando a Tolstói), los padres (“llega un día en que ya no son excusa”) y la oportunidad de “experimentar” durante su estancia lejos de casa.

Será solo cuestión de tiempo que el espectador descubra las inquietudes existenciales y literarias de ese muchacho tan desubicado y en busca de sí mismo, y nada mejor que un entorno extraño –incluso hostil– para poner a prueba sus límites y sus posibilidades. Sobre un interesante tapiz de contrastes culturales, la realizadora nos propone acompañarle en este viaje por los desiertos familiares; una travesía que arranca con un matrimonio roto entre una música y un dramaturgo, que deja por el camino un vástago obligado a crecer sin referente paterno y un hombre en pos del necesario perdón por su prolongada ausencia.

Los encuentros y desencuentros entre ambos personajes, amén de una fugaz relación con una chica del país, proporcionan a la cinta algunos de sus mejores momentos. También el consabido debate que subyace a lo largo de ella en torno a qué resulta más emocionante, la realidad o la imaginación, habida cuenta de todo lo que está viviendo nuestro aspirante a escritor. Sea como fuere, a ejemplo de los propios implicados en esta historia, será el paso por el desierto lo que levante el ánimo del patio de butacas, permitiéndonos disfrutar con el tira y afloja de cuanto sucede en pantalla.

Pero un accidentado desenlace nos desvía hacia la ruta equivocada, dando al traste con las prometedoras intenciones apuntadas hasta entonces. El espíritu de Hollywood irrumpe sin pudor en Destino Marrakech (Salida Marrakech sería su traducción literal, y más afortunada, del original), y uno solo busca la salida… de la sala. ¡Qué manera de dinamitar una película llamada a hacer más llevaderos los últimos sofocos estivales!

 

FICHA TÉCNICA

TÍTULO ORIGINAL: Exit Marrakech.

DIRECCIÓN: Caroline Link.

GUIÓN: Caroline Link.

MÚSICA: Niki Reiser.

FOTOGRAFÍA: Bella Halben.

PRODUCCIÓN: Peter Hermann.

INTÉRPRETES: Ulrich Tukur, Hafsia Herzi, Samuel Schneider, Josef Bierbichler, Marie-Lou Sellem.

En el nº 2.908 de Vida Nueva

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