México: la Iglesia denuncia la situación de los presos

Debido a la sobrepoblación de los penales las condiciones empeoran

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F. M. G. (CIUDAD DE MÉXICO) | Con un preocupante séptimo lugar a nivel mundial por la cantidad de reos en las cárceles, la mayoría de los penales en México enfrentan sobrepoblación e inestabilidad. “Ciertamente, cuando la gente vive uno sobre el otro se genera mucha violencia”, denunció el nuncio Christophe Pierre durante el XXXVI Encuentro Nacional de Pastoral Penitenciaria, desarrollado en Veracruz a inicios de agosto.

Según el Centro Internacional para los Estudios en Prisiones, la población carcelaria en México fluctúa entre los 230.000 y 240.000 presos (206 reos por cada 100.000 habitantes) y las 418 instalaciones de reclusión a lo ancho del país tienen capacidad apenas para 171.000. Por tanto, la infraestructura carcelaria está un 23% por debajo de la necesaria. Si a esto se le suma el que más de la mitad de los reclusos (el 53%, según la Primera Encuesta a la Población en Reclusión del Sistema Penitenciario Federal, realizada por el Centro de Investigación y Docencia Económica en 2013) está privado de su libertad bajo el concepto de “cárcel preventiva”, sin haber recibido sentencia ni condena, la situación en las cárceles mexicanas apremia.

Pablo Bernardo Ordoñez, superior de la Orden de la Merced, denunció en las jornadas las constantes violaciones en materia de derechos humanos que se producen en el interior de estos centros de readaptación social y consideró que, debido a los maltratos, las condenas injustas, los períodos de reclusión innecesarios y la poca facilidad para propiciar el reencuentro con la familia, “muchos de estos lugares no están preparados para educar ni reinsertar a las personas en la sociedad; tampoco para ponerlas de pie y curar las heridas”.

En este sentido, Pierre reconoció la labor que las diócesis mexicanas realizan en las cárceles y, junto al obispo Andrés Vargas Peña, titular de la dimensión de la Pastoral Penitenciaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM), destacó la labor de laicos, sacerdotes, religiosos y religiosas en esa área:

“No podemos dejarlos abandonados. Me alegra ver que nuestra Iglesia está presente en todas las cárceles para acompañar a los presos en sus necesidades más básicas, pero principalmente para decirnos que ellos no son abandonados por Dios y que la evangelización puede hacerse en una cárcel”.

En el nº 2.906 de Vida Nueva

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