Los nuevos templos del domingo

El consumismo y los centros comerciales vacían de contenido la jornada dominical

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Los nuevos templos del domingo [ver extracto]

JOSÉ LUIS PALACIOS | “El domingo es un día de fiesta, un día de alegría y de descanso del trabajo”. Así lo proclama la Iglesia en Sacrosanctum Concilium, promulgada por Pablo VI.

Pero, para cada vez más personas, el domingo no pasa de ser un día más de trabajo, una jornada para ir de compras o la ocasión para practicar alguna de las muchas propuestas de ocio que ofrece el mercado del entretenimiento. De ahí que el papa Francisco se pregunte “si trabajar los domingos es una verdadera libertad”.

Jorge Mario Bergoglio lanzó esta interperlación el pasado mes de julio en el Aula Magna de la Universidad de Molise, en Campobasso, en un encuentro con el mundo laboral y fabril. Una cuestión más que oportuna cuando lo único que parece contar son los resultados económicos. En Europa, la apertura comercial en domingo, en países como Francia y Alemania, donde había recibido tradicionalmente una protección especial, ha sido polémica.

Adolfo Montes.

Adolfo González Montes.

Tanto es así que hasta los obispos europeos han alzado su voz para que la Unión Europea otorgue un trato adecuado al domingo. El obispo de Almería, delegado español en la Comisión de Conferencias Europeas de la Comunidad Europea (COMECE), Adolfo González Montes, especifica que:

En la declaración que hacíamos los obispos de COMECE ante las recientes elecciones al Parlamento Europeo, repetíamos lo mismo que venimos diciendo, unánimes con el Papa: apoyamos todas las medidas destinadas a proteger la consideración del domingo como el día común de descanso semanal.

En las negociaciones de las directivas europeas sobre los tiempos de trabajo, el Episcopado europeo siempre ha apostado, confirma González Montes, por “liberar el domingo de la obligación del trabajo, con el propósito de promover el descanso regular semanal, la convivencia familiar y el cumplimiento de los deberes religiosos y las actividades y relaciones humanas de tiempo libre”. De hecho, la COMECE ha mostrado su apoyo a la Alianza para la Protección del Domingo, que reúne a sindicatos, Iglesias y organizaciones civiles.

En España, la controversia por la apertura comercial en domingo ha sido un asunto de las comunidades autónomas, cuyos gobiernos deciden cómo aplicar la ley estatal. En la Comunidad de Madrid, abanderada de la liberalización absoluta, apenas quedan cuatro días de “cierres bajados”: el 1 y 6 de enero, el 1 de mayo y el 25 de diciembre. El obispo González Montes es de la opinión de que:

Una postura razonable no es la intransigencia con toda actividad comercial en domingo, pero los centros comerciales dan la primacía al mercado y anulan el significado religioso y social del descanso, motivando a las personas para vender y comprar, y convirtiendo de hecho al mercado en la alternativa al templo.

No obstante, llama la atención sobre la importancia de otras consideraciones. “La tradición cultural de la Unión Europea es incomprensible sin sus raíces cristianas”, puntualiza. De ahí que considere que:

Secularizando definitivamente el domingo, Europa y Occidente avanzan hacia este incomprensible suicidio cultural al que nos encaminamos, seducidos por el espejismo de que es posible una vida pública sin inspiración religiosa alguna y neutralmente laica.

Antonio Algora.

Antonio Algora.

En todo caso, en aras de la pluralidad religiosa de Europa se niega un trato preferencial al domingo. Adolfo González Montes, que fue miembro de la Comisión Episcopal de Relaciones Interconfesionales, recuerda que “la protección del domingo es compatible con medidas que amparen a los no cristianos, para que tengan también la posibilidad de cumplir con sus deberes religiosos o de disfrutar del domingo”.

Igual de categórico se muestra el obispo de Ciudad Real y responsable de la Pastoral Obrera, Antonio Algora: “El descanso semanal es una constante vital. Las grandes religiones han recogido este ritmo semanal y lo han incluido en sus prácticas religiosas. Las comunidades humanas, en general, necesitan también poderse reunir”.
 

Un día más de trabajo

Las dificultades para encontrarse los días de libranza han sido habituales para los trabajadores de los servicios de emergencia y otros sectores esenciales. Con la progresiva desregulación de los horarios, los ocupados en los grandes almacenes han visto cómo su jornada laboral se extiende a domingos y festivos. Son 218.000 trabajadores, según la última memoria de la Asociación Nacional de Grandes Empresas de Distribución (ANGED). “El domingo es un día más de trabajo”, dice la secretaria de la sección sindical de Carrefour en España, Pilar Montes. La representante sindical en esta empresa de cerca de 35.000 trabajadores denuncia que:

Pilar Montes.

Pilar Montes.

Los empleados no pueden conciliar, porque trabajan cuando los demás descansan o hacen vida social. La gente está quemada, no se hacen apenas contrataciones nuevas, sino que se alarga la jornada semanal para cubrir los sábados y los domingos, e incluso los días especiales en los que se cierra más tarde de lo habitual. Además, cada vez se exige más polivalencia. La gente llega a su casa agotada. Solo importa el punto de vista comercial. A muchos trabajadores, antes, les compensaba porque tenían un complemento por trabajar esos días, pero ya ni eso.

Los nuevos ritmos de trabajo y los cambiantes hábitos de consumo aparecen como un fenómeno nuevo. “Los centros comerciales son un modelo paradigmático de una nueva forma de entender el mundo, el trabajo y el territorio”, opina el profesor universitario Antonio J. Ramírez, quien ha estudiado a fondo, junto con sus compañeros del Departamento de Sociología de la Universidad de Murcia, “la ciudad de los centros comerciales” de la periferia norte de esa región.

Los investigadores entrevistaron a catorce trabajadores de grandes superficies. “No tener vida” era la expresión que mejor resumía el sentimiento de los empleados a la hora de valorar sus condiciones de trabajo, aseguran los sociólogos. Según Ramírez, “los trabajadores expresan lástima por perder las relaciones sociales, por no tener vida social”.

Resulta también muy problemático atender a los hijos o padres ancianos para las madres trabajadoras, debido al escaso reparto de las tareas familiares, apunta la citada investigación, titulada De la crisis a la desposesión: sostenibilidad de la vida y del trabajo en los Grandes Centros Comerciales:

Ninguna entrevistada tenía contratados servicios externos de cuidado de niños u otras personas dependientes

Elio Ganza.

Elio Gasda.

Muchos de estos empleados viven casi exclusivamente para trabajar. Al acabar una jornada laboral, solo les queda prepararse para la siguiente. “El descanso consiste en muchos casos en ver películas en casa e irse a dormir para acudir por la mañana al trabajo”, relata Ramírez, quien señala que un factor clave que explica lo que está ocurriendo es que “los inversores, los empresarios, persiguen cada vez más la gestión del tiempo de trabajo, a falta de incidir en otras variables, para obtener la máxima rentabilidad”.

Después de todo, parecería que el dinero gobierna el mundo. El teólogo y profesor de la Facultad jesuita de Belo Horizonte, autor de Fe cristiana y sentido del trabajo (San Pablo-Universidad Pontificia Comillas), Elio Gasda, sin embargo, subraya el carácter contracultural de la fe en Cristo. “Para el cristianismo, todo el tiempo es sagrado, el Señor del tiempo es Cristo, no el capital”, sentencia.

No puede estar más en sintonía con lo expresado por el propio Bergoglio cuando, al hablar de conciliar vida laboral y familiar, así como de la necesidad de “perder el tiempo” con los hijos, recalcó que “este es un punto “crítico”, un punto que nos permite discernir, evaluar la calidad humana del sistema económico en el que nos encontramos. Y dentro de este contexto también se coloca el tema de trabajar en domingo, lo que interesa no solo a los creyentes, sino que interesa a todos, como elección ética. Es este espacio de gratuidad el que estamos perdiendo”.
 

Tiempo sagrado

El domingo tiene un sabor especial para el cristianismo. Como insiste el teólogo carioca, “el tiempo sagrado que santifica el resto del tiempo es el domingo. Si tenemos que liberar el tiempo, empecemos por el día del Señor y sigamos por el resto de la semana”. La Eucaristía, subraya el jesuita latinoamericano, mantiene una relación muy especial con el trabajo: “La obra de Dios y del hombre se unen para la salvación y la redención de la humanidad a través de Cristo. El Jesús histórico eligió el pan y el vino como los signos más importantes de la salvación. Y nos dice: ‘Haced esto en conmemoración mía’”. Gasda propone “liberar el domingo, de verdad, no hay que llenarlo de actividades, ni ir al centro comercial, ni obsesionarse por el fútbol. Hay que liberar el domingo, y luego los demás días, del control, del capital”.

Desde el Episcopado español se comparte la visión del teólogo brasileño. El obispo González Montes insiste en que “cada vez hay menos tiempo para el encuentro interpersonal y, naturalmente, para la oración, la escucha de la Palabra de Dios, la instrucción en la fe y la Eucaristía”. Por no hablar de los fines de semanas de los jóvenes, que –confiesa– merecerían una reflexión aparte. A su juicio, “no solo la liberalización del comercio amenaza el significado religioso del domingo”, sino también “las actividades alternativas al trabajo de cada día, algunas de estas muy estresantes, como los desplazamientos y los deportes de masas”.

Coincide Antonio Algora en señalar que “al sistema económico parece interesarle solamente el individuo productor y consumidor. Las demás dimensiones de su ser aparecen como secundariamente tratadas”. La debida santificación de las fiestas y del domingo –añade– “no es una cuestión de los dirigentes de una confesión religiosa, está en el ser de la persona que confiesa una fe y que, por ser más que individuo, persona, no lo es sin los miembros de su comunidad católica”.

El titular de la Diócesis de Almería comparte la idea de que “no hay libertad sin domingo; y sin tiempo para Dios, tampoco hay tiempo para el hombre, para el descanso, las relaciones humanas, el encuentro con uno mismo y con los demás, el ocio creador y el juego”. También se muestra rotundo el responsable de la Pastoral Obrera en España: “El Papa ha dicho que los cristianos sabemos que tenemos un apoyo verdaderamente importante en nuestra fe para enfocar la vida y ser verdaderamente libres. No solo libres para trabajar cuándo, dónde y cómo nos manden, sino para hacerlo a la medida del ser humano”. Y termina advirtiendo que “no vamos a ser ‘más ricos’ por no tener descanso semanal común donde poder escuchar con toda verdad: ‘El Señor esté con vosotros’”.

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Sirenas, campanas y caja registradora

Más de diez millones de personas asisten regularmente a misa, según los datos de la última memoria de actividades de la Conferencia Episcopal Española. Sábados por la tarde y domingos por la mañana son los preferidos para esta celebración sacramental. “La disminución en la asistencia a la misa dominical viene más por la pérdida de motivación y de sentido de la Eucaristía”, asegura Ángel Macho, presbítero asuncionista, cuya comunidad atiende a las parroquias de San Antón y de El Espíritu Santo, de los Palmerales y la pedanía de Alzabares Alto, de Elche. A la parroquia de San Antón, de la que es el párroco, van bastantes personas a la misa del domingo de las 12: 00 horas, “porque vienen los padres de los niños que están haciendo la catequesis de iniciación”. Sin embargo, hace dos años, probaron a celebrar una misa a las nueve de la mañana, pensando en adultos y en quienes tuvieran cosas que hacer a lo largo del día, pero el resultado no fue el esperado.

José Luis Iglesias.

José Luis Iglesias.

Su compañero de ministerio, el sacerdote de la Diócesis de Bilbao José Luis Iglesias, lo atribuye al cambio cultural que se está produciendo: “Vivimos en lo que se ha llamado la sociedad líquida. En esta nueva época, todo es flexible: las relaciones sociales, el trabajo y también la sensibilidad religiosa”. No obstante, destaca que “el fin de semana de la gente está lleno de cosas: desde descansar a consumir, pasando por el ocio y las tareas del hogar”. Eso sí, admite, “el trabajo configura la vida: si no tienes, te encierras en casa; y si lo tienes, te adaptas a lo que sea para mantenerlo; y si te piden flexibilidad, dices que es lo que toca y te conformas”.

Para Andrés Sánchez, párroco de Nuestra Señora del Sagrario, en Madrid, “cada vez es más difícil conseguir horarios y días en que padres e hijos estén libres”, por lo que se pregunta: “¿Cuándo se va a poder reunir toda la familia para ir a misa o, simplemente, para disfrutar juntos y reforzar los lazos afectivos?”. Tiene claro que “la liberación de horarios laborales responde a un esquema socioeconómico brutal, que antepone los beneficios empresariales a las necesidades básicas de las personas. Aquí ya no se puede hablar del trabajo como una forma de realización de la persona y de contribución a una sociedad mejor”.

Jorge Hernández Duarte.

Jorge Hernández Duarte.

La visión de Jorge Hernández Duarte, sacerdote de Gran Canaria, difiere algo de la de sus compañeros. Asegura que en Valsequillo, un pueblo de 9.000 habitantes donde ejerce su ministerio, “todos los domingos se llenan los bancos”. Este cura canario no cree que “los horarios laborales influyan”. En su opinión, la participación en la Eucaristía tiene más relación con “la capacidad que tengamos de hacer celebraciones dignas, festivas, acogedoras, bien preparadas las homilías, facilitar la presencia de los niños…”. Y recomienda “mucha participación y creatividad para que sea Buena Noticia, porque la Palabra tiene que responder a las situaciones, vivencias, experiencias que tiene la gente”.

De lo que no hay duda es de que la práctica religiosa está cambiando. El sacerdote Iglesias, que junto con otro compañero atiende cinco parroquias en Basauri, con una población de 42.000 habitantes, recuerda que, cuando era niño, “la sirena de la siderurgia marcaba el ritmo entre semana; y las campanas de la Iglesia, el de los domingos”. Ahora los biorritmos vienen determinados por el timbre de la caja registradora o el tono del whatsapp. “El descanso dominical protegía un derecho de la familia de fe, para ir a misa, pero también un derecho de la familia humana”, recuerda el presbítero madrileño Sánchez.

 

Atados al comercio y vacíos de valores

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“Los domingos que trabajo no voy a misa”, afirma Alejandro Martínez, de 41 años, casado, padre de un hijo de dos años. Trabaja como mecánico de bicicletas en un centro comercial de Majadahonda (Madrid), de lunes a sábado de 15:00 a 22:00 horas, a lo que hay que añadir unos 25 domingos y festivos al año.

Este antiguo catequista de Confirmación de la parroquia de San Rafael Arcángel (Getafe) pertenece a un equipo de matrimonios. Admite que su horario le influye a la hora de participar en la comunidad. En varias ocasiones han cambiado los días y horas de las reuniones. “Ahora nos vemos un domingo por la mañana con el tiempo justo”, comenta. También su vida familiar se ha visto fuertemente condicionada por su horario laboral. Detalla:

Alejandro Martínez.

Alejandro Martínez.

Para compartir tiempo con mi mujer y mi hijo, solo dispongo de los domingos que no trabajo y de los sábados por la mañana

Y se lamenta de perderse “todo el crecimiento de mi hijo y no tener tiempo de calidad con mi mujer”.

Ana del Collado, trabajadora de una gran superficie comercial en San Fernando (Madrid), se siente una afortunada ahora que sus hijos tienen 14 y 18 años, aunque denuncia que “muchos compañeros tienen que recurrir a los abuelos o dejar a los niños solos”. Su familia sabe que no puede contar con ella los fines de semana, al menos, hasta dentro de varias semanas, cuando la temporada de ventas haya bajado y la empresa le conceda un domingo de descanso. Sus días libres entre semana los pasa limpiando o haciendo las tareas del hogar; apenas ve a los amigos o a sus familiares.

“El martes o el miércoles que te dan libre, los demás están trabajando y no coincides con nadie”, completa su compañero, Ángel Fraile, de 30 años, trabajador en Tarragona, una de las zonas que podría ser declarada de interés turístico con el fin de ampliar los diez domingos y festivos de apertura comercial permitidos hasta ahora. Declara este joven andaluz emigrado a Cataluña:

Las empresas dicen que abren porque los consumidores lo demandan, pero yo creo que lo hacen más que nada pensando a largo plazo, para ir acostumbrando a los potenciales clientes; de hecho, tienen ofertas especiales solo para los domingos.

El antiguo catequista de la Diócesis de Getafe lo tiene claro:

La Iglesia debe hacer más hincapié para que el descanso dominical sea más respetado. Debe condenar con fuerza este consumismo voraz que nos está dejando vacíos de valores.

En el nº 2.906 de Vida Nueva

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