Cristóbal López: “Lo que importa de un signo no es su cantidad, sino su autenticidad”

Provincial de la nueva Inspectoría Salesiana de María Auxiliadora con sede en Sevilla

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Cristóbal López: “Lo que importa de un signo no es su cantidad, sino su autenticidad” [ver extracto]

M. Á. M. NUÑO | El salesiano Cristóbal López, nacido en Almería y formado entre Valencia y Barcelona, es desde el pasado 7 de junio el provincial de la Inspectoría Salesiana de María Auxiliadora, cuya sede está en Sevilla. Su nombramiento se produjo en el marco de la reestructuración de la familia salesiana de España, que pasó de seis a dos provincias.

P: ¿Quién es Cristóbal López?

R: “Mi casa es el mundo, y mi familia, la humanidad”. Este lema me ha inspirado desde joven y me ha facilitado sentirme en casa en todas partes. Me siento un seguidor enamorado de Cristo con el estilo de Don Bosco y, por tanto, salesiano. Todo lo demás, incluido el sacerdocio, lo integran esa palabra: salesiano. Y como tal, padre, maestro y amigo de los jóvenes.

P: De provincial de Bolivia a animar la vida religiosa y la acción apostólica de los salesianos de media España. Un cambio muy brusco, ¿no?

R: Más brusco fue pasar de Paraguay a Marruecos: ahí fue un cambio de lengua, de cultura, de ambiente religioso. Fue un empezar de cero… ¡pero salió bien, por la gracia de Dios! Ahora el cambio ha sido brusco por lo inesperado y por dejar en Bolivia una tarea a medias, pero estoy hecho a este tipo de cambios. Y en este caso, al menos conocía a muchos hermanos, la lengua, la historia, la cultura… Ha sido un volver al amor primero, a la casa primordial, al origen. Creo que el Señor me ha dado una cierta capacidad de adaptación y de encarnación rápida a ambientes y lugares, y quiero ponerla al servicio de la misión entre los hermanos y los jóvenes.

P: Misionero ad gentes y ahora en Europa. ¿Cómo se percibe la vida cristiana en esta orilla?

R: Por su práctica religiosa y el sentido de pertenencia a la Iglesia, me parece que España es hoy día más país de misión ad gentes que Latinoamérica. Y yo veo aquí la vida cristiana purificada y clarificada: son menos los que se consideran y declaran oficialmente católicos, pero con un mayor nivel de autenticidad y de compromiso. Los cristianos no somos la masa, sino la levadura. Somos, como Iglesia, signos e instrumentos del Reino. Y de un signo lo que importa no es la cantidad, sino su autenticidad y legibilidad.

P: Usted llega a España de Latinoamérica. De allí vino Francisco. ¿Cómo lo ve?

R: Viendo cómo se desempeña en su rol de obispo de Roma, constato con alegría cómo los impulsos del Espíritu en Puebla, Santo Domingo y Aparecida, y el pensar y actuar de la Conferencia Latinoamericana de Religiosos están tomando carta de ciudadanía universal. ¡La savia espiritual latinoamericana está alimentando todo el árbol de la Iglesia! Es un enriquecimiento para todos.

López en la ceremonia que selló la reestructuración salesiana.

López en la ceremonia que selló la reestructuración salesiana.

P: Recientemente, han celebrado Capítulo General.

R: ¡He podido constatar que Don Bosco sigue vivo, gracias a tantos religiosos y laicos! Hemos vivido todos la experiencia de la universalidad de dicha vocación, de la adecuación de su carisma y espíritu al mundo de hoy. He disfrutado con las realizaciones de nuestros hermanos en tantos países. Me he conmovido al constatar la vitalidad del espíritu salesiano en hermanos que son verdaderos héroes de la caridad, en el entusiasmo y crecimiento de la Familia Salesiana. Me he sentido orgulloso de ser lo que soy y no he podido sino dar gracias a Dios por esta vocación.

P: ¿Qué se pretende con la reestructuración de la familia salesiana en España?

R: Una casa se compone de varias habitaciones y espacios. Cuando no son ya funcionales, se reestructuran para que la casa siga ofreciendo las mejores prestaciones a quienes en ella habitan: se derriba un tabique y se hace un salón más grande, se amplía la cocina… La casa salesiana de España ya no era funcional porque el número de los religiosos que en ella habitan está disminuyendo. Pero la familia sigue viva y las tareas vigentes. Es una ocasión para relanzar el carisma, para vivirlo con mayor radicalidad y autenticidad, y para prestar un mejor servicio a la juventud. Los salesianos vamos a dar batalla, porque los jóvenes están ahí y nos necesitan, y porque nuestro estilo de vida es un don de Dios a la Iglesia y a la sociedad.

P: Los informes no son muy halagüeños en lo que respecta a jóvenes y fe.

R: Por naturaleza y por fe, soy optimista. Creo que el Espíritu puede dar un bufido en cualquier momento y transformar en poco tiempo esta realidad materialista, egoísta e individualista que nos hemos dado, y que envuelve a los jóvenes, en otra. De hecho, los expertos hablan de una recuperación de la interioridad y de la trascendencia… no institucionalizadas. Creo en Cristo resucitado, gracias al cual, aunque perdamos algunas batallas, tenemos asegurado el triunfo final. Tengo esperanza.

En el nº 2.906 de Vida Nueva

 

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