Francisco pide combatir la “competición desenfrenada que genera egoísmo”

Durante su primera Misa en Corea, de la Asunción de la Virgen y ante 50.000 fieles

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JAVIER RODRÍGUEZ. FOTOS: YONHAP | El segundo día de su visita a Corea del Sur, el papa Francisco presidió la Misa por la Solemnidad de la Asunción de la Virgen María a la que asistieron en torno a 50.000 fieles que llenaron el estadio mundialista de Daejeon, a unos 160 kilómetros de la capital.

En este día tan singular en que Corea del Sur conmemora los 69 años desde el fin de la ocupación japonesa y la división en dos países de la península, decenas de miles de personas esperaban desde primeras horas de la mañana la llegada de Francisco, quien viajaba desde Seúl.

Para ese traslado el Papa alteró el programa previsto y en vez del helicóptero anunciado, eligió un tren bala de Korean Train eXpress (KTX) para ir a Daejeon, causando gran sorpresa entre los demás viajeros. El cambio pareció pillar desprevenido incluso al comité organizador de la visita papal, cuyo portavoz Hur Young-yup declaró en rueda de prensa que “necesitaría comprobar por qué el Papa decidió cambiar sus planes originales, pero es verdad que así tendría más oportunidades para conocer a los lugareños“.

Sonriente apareció Bergoglio en el coche Kia que hace las veces de Papa-móvil, momento en que la multitud congregada empezó a agitar pañuelos blancos y a vocear “Viva Papa” y “Mansei” (“larga vida” en coreano). El Papa se detuvo varias veces para repartir saludos y besos entre los presentes.

La Misa tuvo lugar en un escenario cubierto y con pantallas gigantes a cada lado para aquellos situados en lo alto de las gradas trufadas de banderas surcoreanas y mensajes como “We Will Always Follow You” (“siempre le seguiremos”), “We Love You” (“le amamos”) o “Pope Hope” (“Papa Esperanza”). En la homilía [ver íntegra], leída en italiano y traducida al coreano, el Papa pidió a la Virgen:

Que los cristianos de esta nación sean una fuerza generosa de renovación espiritual en todos los ámbitos de la sociedad. Que combatan la fascinación de un materialismo que ahoga los auténticos valores espirituales y culturales y el espíritu de competición desenfrenada que genera egoísmo y hostilidad. Que rechacen modelos económicos inhumanos, que crean nuevas formas de pobreza y marginan a los trabajadores, así como la cultura de la muerte, que devalúa la imagen de Dios, el Dios de la vida, y atenta contra la dignidad de todo hombre, mujer y niño.

Las palabras del Papa parecen especialmente relevantes en un país como Corea del Sur que padece una elevada tasa de suicidios, particularmente entre los jóvenes, y en la misma línea pueden interpretarse las que siguieron:

La esperanza que nos ofrece el Evangelio, es el antídoto contra el espíritu de desesperación que parece extenderse como un cáncer en una sociedad exteriormente rica, pero que a menudo experimenta amargura interior y vacío.

Casi un centenar de sacerdotes y religiosas se encargaron de distribuir el Sacramento de la Comunión a los miles de fieles. Al final de la Santa Misa, antes del rezo del Ángelus, Bergoglio tuvo también unas palabras [ver íntegras] de emotivo recuerdo a para las víctimas de la tragedia del ferry Sewol ocurrida el 16 de abril.

El barco transportaba 475 personas, incluidos 330 estudiantes de secundaria de Asan (suburbio de Seúl), desde Incheon a la ciudad de Jeju y se encontraba a unos dos kilómetros y tres horas de su destino (la isla de Byungpoong) cuando naufragó por causas aún por esclarecer cobrándose más de 290 vidas.

Según ha informado el portavoz vaticano Federico Lombardi en el estadio donde se celebró hoy la Santa Misa, el Papa bautizará mañana en la Nunciatura de Seúl al padre de uno de los estudiantes fallecidos en el Dewol, Lee Ho-jin de 62 años de edad. El hombre lo habría solicitado al Santo Padre tras “una larga peregrinación portando una cruz y rezando por su joven hijo”.

Asimismo, en la Misa se encontraban ocho supervivientes y dos padres de las víctimas acompañados por el sacerdote Lucas Kim. El Papa les saludó personalmente, acercándose y bendiciendo a cada una de ellas.

 

Con los jóvenes en casa del primer sacerdote coreano

Tras la celebración de la Misa, un almuerzo con los jóvenes del Seminario Mayor de Daejeon esperaba al papa Francisco, para de seguido dirigirse en helicóptero al Santuario de Solmoe, la tierra donde nació el primer sacerdote católico coreano, el mártir san Andrés Kim Tae-gon.

El santo nació en Solmoe en 1821 en el seno de una familia católica que siendo niño tuvo que exiliarse por las persecuciones. Su bisabuelo había muerto martirizado en 1814, como le ocurriría a su padre en 1839 y a él mismo en 1846.

Andrés fue ordenado diácono en China y recibió la orden sacerdotal en Shangai, regresando a Corea en 1845 como asistente del tercer Vicario Apostólico que tuvo el país.

Apenas un año después fue arrestado al tratar de facilitar la entrada en Corea de misioneros franceses. Tras tres meses de presidio, fue decapitado cerca de Seúl a la edad de 26 años. Sus últimas palabras [ver fuente] fueron:

En esta última hora de mi vida, escúchenme atentamente: si he mantenido comunicación con extranjeros, ha sido por mi religión y mi Dios. Es por el que yo muero. Mi vida inmortal esta en su punto inicial. Conviértanse al Cristianismo si deseáis la felicidad tras la muerte, porque Dios alberga castigo eterno para aquellos que rehusaron conocerle.

Al hogar natal de san Andrés Kim Francisco ha llegado acompañado del obispo de Daejeon, Lazzaro You Heung-sik, y ha rezado unos minutos frente a la casa del mártir. Después se ha encontrado con los 6.000 jóvenes procedentes de 23 países que participan en la VI Jornada de la Juventud Asiática, en un ambiente muy festivo que recordaba el de la JMJ de Brasil.

 

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