Ocho años, ocho logros

Raúl Berzosa, obispo de Ciudad RodrigoRAÚL BERZOSA | Obispo de Ciudad Rodrigo

“Un ¡gracias! sincero al director saliente, que ha dado generosamente lo mejor de su saber y hacer, y una petición a los editores: no ahorren esfuerzos para consolidar un buen equipo…”

Me llega la noticia del relevo del hasta ahora director de Vida Nueva, D. Juan Rubio. Han sido ocho años de andadura nada fácil. Ocho años en los que, más allá de las connotaciones biográficas, se ha sufrido un tiempo de retos y desafíos muy profundos en la Iglesia universal y en la Iglesia en España. Una navegación editorial, semana a semana, en un mar revuelto y tempestuoso en el que no era sencillo pilotar la nave para acercarla a “los puertos” que la actualidad dictaba en cada momento.

Se necesitaba un piloto con experiencia y con buena orientación. Un piloto capaz de tener credibilidad entre quienes estaban embarcados en el mismo crucero y entre quienes recibían “la mercancía”.

Dicen que el número siete es más perfecto que el ocho. Pero algo lo desmiente: los cristianos vivimos desde el “octavo día”, el de la Resurrección. Me atrevo a resumir en ocho palabras lo que ha supuesto Vida Nueva en estos ocho años:

  • Lo primero, “actualidad”: de aquí y de allá.
  • Lo segundo, “profesionalidad” en su quehacer.
  • Por lo mismo y tercero, “credibilidad”.
  • Lo cuarto, “apertura” a nuevas fronteras, especialmente latinoamericanas.
  • Lo quinto, sano y necesario “pluralismo”, reflejo de lo que es la Iglesia, donde la comunión no significa “uniformidad”.
  • Lo sexto, “diálogo” socio-cultural, porque no es una revista “clerical” o cerrada en lo intra-eclesial.
  • Séptimo, “equipo”: no sería posible esta aventura editorial sin la fuerza y el trabajo de un conjunto.
  • Y, octavo, “milagro”: el de mantenerse desde el punto de vista comercial, en esta profunda crisis.

¿Qué deseo para un futuro? Que no se pierda lo mejor de lo conseguido por Juan Rubio y que se tome conciencia de que Vida Nueva, en su género, es revista líder y “única”.

Sin tópicos, un “¡gracias!” sincero al director saliente, que ha dado generosamente lo mejor de su saber y de su hacer, y una petición a los editores: que no ahorren en esfuerzos para consolidar un buen equipo. Con mis mejores deseos.

En el nº 2.905 de Vida Nueva

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