Juan María González-Anleo: “El consumo es el opio de los jóvenes de hoy”

Entrevista con el autor de Consumidores consumidos. Juventud y cultura consumista

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Juan María González-Anleo: “El consumo es el opio de los jóvenes de hoy” [ver extracto]

FRAN OTERO. FOTOS: JAVIER RODRÍGUEZ. | El sociólogo Juan María González-Anleo está convencido de que para comprender a los jóvenes de hoy es necesario conocer su dimensión de consumo. Haciendo esto, se podrán superar los prejuicios y tópicos que todavía se mantienen arraigados en nuestra sociedad.

Y es que, según afirma González-Anleo, el consumismo forja hoy la identidad de los jóvenes hasta el punto de convertirle en un objeto de deseo, en un objeto consumido. Es esta una de las ideas que recorre su ensayo Consumidores consumidos. Juventud y cultura consumista, prologado por Juan Rubio y editado por Khaf.

Este joven investigador habla desde un gran conocimiento académico, pues es doctor en Ciencias Políticas y Sociología, pero también desde el contacto con los jóvenes, a los que trata en el CES Don Bosco y en el ESIC. Y lo hace con verdadera pasión. Así lo transmite.

P: ¿Son realmente los jóvenes consumidores consumidos?

R: Los jóvenes no han tenido un papel destacado a lo largo de la Historia. Es a partir de la revolución industrial cuando empiezan a ser estudiados por las ciencias sociales, y, a principios del siglo XX, cuando se presentan como un gran mercado cuyo primer contenido estrella fue la música. Más tarde se convertirían en lo que hoy son: una estética de consumo para una sociedad en la que las modas están en constante movimiento.

Y es que el joven encarna este espíritu de cambio, la sociedad de consumo. Antes, el joven tenía como ideal lo adulto, era un período de tránsito, una sala de espera. La sociedad de consumo ha convertido lo joven en un tiempo por sí y para sí, tiempo del que no se quiere salir y que se añora cuando se deja atrás.

P: ¿Qué diferencias hay entre la generación joven actual y la de sus padres o abuelos en relación al consumo?

R: Nuestros padres o abuelos tenían la mentalidad del primer capitalismo. Es una sociedad que consume mucho, pero cuyos valores son el trabajo, el esfuerzo, el sacrificio, el ahorro… Con la generación posterior, el ahorro ya no es un valor, lo es el gasto; el trabajo no es un valor, lo es el ocio… La identidad hoy se forja a través del consumo.

P: Entonces, consumismo no es simplemente tener muchas cosas, ¿no?

R: El consumismo es fundamentalmente una forma de pensar.

P: ¿Es negativo?

R: Es una pregunta complicada. Desde mi punto de vista, es algo negativo porque nos hace esclavos de una forma de pensar. Que los jóvenes se identifiquen por un corte de pelo o por un tipo de camisa y que se autorrealicen no en su trabajo, sino en el ocio, me parece un poco triste. Desde un punto de vista ecológico, me parece una salvajada.

Pero también es cierto que si acabamos con esto, enviamos a millones de personas al paro. Es muy bonito y utópico y deberíamos plantear a largo plazo acabar con el consumismo como forma de pensar y de pensarse, pero si lo eliminamos nos queda paro y problemas sociales. El sistema funciona así y no lo podemos parar de repente.
 

Valores del consumo

P: Algún valor tendrá…

R: La sociedad de consumo tiene muchísimas ventajas, también inconvenientes. La sociedad de consumo es la que más libertad ha traído. Uno de los valores del consumismo es la libertad de elección, aunque esto, a veces, puede llevarnos al problema del relativismo. Además de ser una forma de pensar, aporta novedad, exaltación de la persona, tecnología, gasto…

P: Hablas en el libro de la rebeldía. ¿Son los jóvenes rebeldes?

R: Se creen rebeldes. Tal y como se puede comprobar en los estudios que publican el INJUVE o la Fundación SM, no lo son con sus padres, pues apenas tienen fricciones con ellos, como tampoco lo son con la sociedad. Pero tienen una forma de rebeldía, que es la rebeldía consumista: ponerse la gorra hacia atrás, llevar caídos los pantalones… Se trata de rebelarse contra la moda anterior.

Así, convenciendo a los jóvenes de que son rebeldes se les adormece frente a la verdadera rebeldía, que debería llevarles a la calle a reclamar trabajos y sueldos dignos. No, ellos ya son rebeldes, se creen rebeldes. Podríamos decir, siguiendo la idea de Marx sobre la religión, que el consumo es hoy el opio de los jóvenes. También se dice del fútbol. A la sociedad de consumo le encanta decir al joven que es rebelde, único, excepcional… y, al convencerle, le anestesia.

P: También sostiene que el consumo ha ido apropiándose de los ritos de paso de los jóvenes.

R: La libertad y la autonomía se adquieren con el consumo. Ha ido robando muchos espacios que antes cumplían otros mecanismos. El matrimonio o el servicio militar podían marcar el inicio de la edad adulta. Hoy en día no hay ganas de pasar a lo adulto, pero la formación de una identidad propia viene determinada por el consumo y por aquello que se consume.

P: ¿Se ha convertido la juventud en un ideal a lograr, a consumir en definitiva?

La juventud se ha convertido en objeto de deseo. No solo la apariencia física, sino también la mentalidad. En este contexto, aparece el síndrome de Peter Pan, que no es otra cosa que el consumo de juventud. Hoy la sociedad se vuelve hacia el joven y le convierte en el ideal de todo, en una forma de pensar y de entenderse.

P: ¿En qué medida ha afectado esta sociedad consumista a la generación de una crisis como la que vivimos en España?

R: Seguimos teniendo un nivel de vida envidiable, que ya quisieran muchos países para sí. En Latinoamérica se ríen cuando les decimos que sufrimos una crisis. Estamos fundamentalmente ante una crisis de consumismo. La generación de los que ahora son hijos o empiezan a ser padres estaban acostumbrados a un nivel de consumo muy elevado, muy poco responsable y que ahora no podemos mantener. De hecho, una mayor conciencia sobre el consumo es una de las cosas buenas de esta crisis, junto con la vuelta de los abuelos a la familia, que ha traído la crisis.
 

Sin grandes cambios

P: ¿Cambiará esta situación nuestra manera de consumir?

R: No creo que se vuelva atrás. Nuestra sociedad capitalista está basada en el consumo. Si la gente no puede consumir, quiebran las empresas y, al venirse abajo las empresas, el sistema no funciona. Por eso, tengo esperanza en que saldremos de esta crisis, pues para que el sistema funcione habrá que pagar más a la gente, porque si no se hace así, no aumentará el consumo.

Como decía, el consumismo es fundamentalmente una forma de pensar, e intentar que una generación prescinda de eso es imposible. Nos interesa a todos que el sistema consumista siga en pie, porque si se cae, caemos todos.

P: Una de las razones de este libro es romper las simplificaciones que se hacen sobre los jóvenes, ¿no?

R: Sí. Creo que acusar a los jóvenes de consumistas es simplificar demasiado, no ir más allá, porque no se trata de tener muchas cosas, sino de una forma de pensar. No es cuestión de que quiera una camiseta cuando tiene 25 en el armario, es cuestión de que esa camiseta le da identidad.

P: ¿Otra de esas simplificaciones puede ser la falta de valores?

Los jóvenes de hoy tienen unos valores. Han perdido unos, pero han ganado otros. Si bien es cierto que han perdido los valores de solidaridad, de lucha por un ideal… también lo es que tienen muy arraigada la amistad y la familia.

En el nº 2.905 de Vida Nueva

 

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