Editorial

Hay vida más allá de la ficción

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¿Leer o releer? ¿Vivir o revivir? ¿Ser otro para ser yo? El abrazo de un libro es una sabia elección para sentirnos vivos

Libros-que-vuelan

VIDA NUEVA | Cada nuevo verano, con el consabido y necesario tiempo de descanso, llega el momento de reponer fuerzas, aunque son muchos también los que aprovechan estas fechas para rescatar aquellas lecturas que se han ido aparcando entre el fragor de la agenda diaria. Y, a modo de cantinela estival, resuena la misma pregunta de siempre: ¿qué libro(s) meto en la maleta?

Las novelas ligeras –por lo general, negras, románticas o de aventuras– suelen ser las compañeras habituales de viaje, quizás por aquello de que los rigores de la canícula son mucho más llevaderos teniendo a mano algo refrescante y de fácil digestión. Los hay también que vuelven a los clásicos para evitar sobresaltos. O incluso quienes devoran cuanto se pone a tiro.

Sin embargo, hay vida más allá de la ficción. Tanta como la que atesoran las incontables biografías que pueblan los estantes de nuestras librerías y bibliotecas, un género que franquea la aureola de las hagiografías para brillar con luz propia.

Las páginas del Pliego recogen solo una pequeña muestra de ellas; suficientes, en todo caso, para descubrir que, bajo los nombres de ilustres políticos, pensadores, literatos, deportistas… o simples ciudadanos anónimos, ha fluido y fluye desde épocas inmemoriales un generoso caudal de historias y experiencias (heroicas o triviales, inéditas o populares…) capaz de saciar nuestra sed de curiosidad, de conocimiento o de puro deleite.

Las tradicionales vidas de santos han llenado y llenan (basta repasar los catálogos de las editoriales religiosas) páginas y páginas a lo largo de los siglos, en un loable esfuerzo por proponer sus virtudes como modelo de vida para el creyente. Paralelamente, otros autores nos han venido invitando desde siempre a acercarnos a tantos y tantos personajes públicos que han dejado una huella indeleble en la memoria de la humanidad.

Pese a todo, todavía hoy los historiadores muestran cierto desprecio hacia la biografía como género literario, seguramente heredado de los siglos XIX y XX, cuando –como observa el prestigioso intelectual francés François Dosse en El arte de la biografía (Universidad Iberoamericana, 2007)– dicha práctica narrativa quedó en manos de “novelistas, periodistas, de escritores aficionados y de no pocos mercenarios del género”.

No parece que actualmente pueda mantenerse tal “sospecha”. Sobre la mesa de novedades de una librería cualquiera afloran aquí y allá biografías de autoría reconocida, lo cual no garantiza la fidelidad a los hechos originales que reivindican los “guardianes” del dato, pero sí su calidad literaria. Porque solo la prosa libre, oxigenada por la ventana de la imaginación, posee el don de recrear a la altura de su recuerdo la figura de esos hombres y mujeres inmortalizados en el tiempo.

Y, lo que es más importante, de regalarnos una imagen suya cercana y accesible que ni las mejores hemerotecas o archivos podrían revelarnos.

Llegados a este punto, el lector se ve asaltado por la misma pregunta que el autor suele formularse a menudo al término de su particular “parto”: ¿era realmente así el protagonista de esta obra? Nunca lo sabremos con exactitud, pero tanto uno como otro deberán darse por satisfechos si han alcanzado a transmitir y comprender mejor el significado, la trascedencia, de esa vida que se ha puesto en sus manos. Eso que algunos han dado en llamar “el espíritu de la letra”.

¿Leer o releer? ¿Vivir o revivir? ¿Ser otro para ser yo? Cada cual elegirá el mejor modo de escribir sus días. De lo que no cabe duda es de que buscar el abrazo de un libro es una sabia elección para seguir sintiéndonos vivos.

En el nº 2.905 de Vida Nueva