Aunque no estuviera allí

_José-Francisco-Serrano-OcejaJOSÉ F. SERRANO OCEJA | Decano de Humanidades y CC de la Comunicación USP/CEU

“Ese complejo ejercicio de “desclericalizar” para que todos nos podamos encontrar con la Iglesia…”

Juan Rubio no estuvo aquella tarde en el cigarral de Casimiro Sánchez Aliseda, en aquel huertecico colgado sobre la brecha del Tajo. Aquellos Lamberto de Echeverría, Antonio Montero, José María Javierre, Ángel Orbegozo, José María Pérez Lozano y Francisco Izquierdo, pusieron ese día una pica en Flandes.

Jaime_Diz

Fue una jornada fría y soleada la de aquel 23 de diciembre de 1954. Don Casimiro, eminente liturgista, historiador, pastoralista, al fin y al cabo, “de pie, como nervioso y fatigado del asunto, pero metido en él hasta el tuétano”, desde su experiencia “aldeana”, su sagacidad y cierto pálpito en orden a lo “popular”, se inventó las siglas de PPC, raíz y razón en la historia, contexto del texto que es la revista Vida Nueva. Y pasaron los años.

Juan Rubio no estuvo aquel día, pero como es sacerdote y periodista –y ya sé que el orden de los factores sí sabe del producto– ha sido muy consciente de que uno, profesionalmente, es también el Panteón de los hombres ilustres del medio para el que trabaja. Un director a la altura de los suyos.

Don Lamberto, y vuelvo a lo que sé de PPC y de Vida Nueva y de Juan Rubio, hablaba del “Incunable para laicos”, es decir, de ese complejo ejercicio de “desclericalizar” para que todos nos podamos encontrar con la Iglesia. Un ejercicio no subordinado a la condición o al ministerio. Toma metafísica y dogmática. Y creo que Juan Rubio ha ido por ahí, y va a seguir caminando en esa dirección.

Que los nombres de tu Panteón periodístico te acompañen…

En el nº 2.905 de Vida Nueva

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