Un grito contra los intereses que devastan Tierra Santa

En plena espiral de violencia, la Iglesia pide que solo se escuche a los líderes constructivos

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Un grito contra los intereses que devastan Tierra Santa [ver extracto]

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA | Al cierre de esta edición, la campaña de castigo Margen Protector, infringida a Hamas por el gobierno israelí de Benjamin Netanyahu, se saldaba en la Franja de Gaza con 204 muertos y unos 1.500 heridos, en su mayor parte civiles.

Ese es el desolador balance de una crisis ininterrumpida (tras el fracaso de la mediación de Egipto, que el martes 15 de julio conseguía que Israel aceptara una tregua de paz de 48 horas, aunque no así Hamas) desde el 30 de junio, cuando el ejército israelí descubrió los cadáveres de tres jóvenes judíos secuestrados dos semanas atrás por dos personas supuestamente ligadas a Hamas (VN, nº 2.901).

Pese a que la milicia islamista negó su implicación en los hechos, los primeros bombardeos contra Gaza se produjeron ya en las horas siguientes. Un tiempo que coincidió con el asesinato de un joven palestino por parte, se cree, de ultraortodoxos judíos. Desde ese momento, se inició una escalada de violencia por la cual Hamas no cesa de lanzar cohetes a territorio israelí (causando por ahora una víctima, civil), mientras que Israel, por su potencial tecnológico, ha causado un alto número de muertos y daños materiales.

En plena incertidumbre ante la mayor tensión entre Israel y Palestina en dos años, la Iglesia está haciendo un enorme esfuerzo en todos los sentidos. Primero, por atender a las víctimas –Israel habría advertido a unos 100.000 gazatíes que deberían abandonar sus casas– y, segundo, desde un punto de vista profético, tratando de concienciar a las partes enfrentadas para que apuesten por la paz.
 

“Echan leña al fuego”

En este sentido, el mensaje más interpelante es el ofrecido, el 8 de julio (recogido por Fides), por la Comisión Justicia y Paz de la Asamblea de los Ordinarios Católicos de Tierra Santa, que carga directamente contra la élite política de Israel y Palestina, entendiendo que “echan leña al fuego” con declaraciones y actos desproporcionados.

Respecto a las autoridades hebreas, consideran que argumentar el asesinato de tres jóvenes “para infligir un castigo colectivo contra el pueblo palestino en su conjunto y en su legítimo deseo de ser libres, es una instrumentación de esa tragedia y solo aumenta la violencia y el odio”. Y es que, a juicio de los prelados, el discurso más belicista en Israel:

Es alimentado por las actitudes y expresiones de un liderazgo que continúa promoviendo un discurso discriminatorio, los derechos exclusivos de un grupo y la ocupación, con todas sus consecuencias desastrosas. Se construyen nuevos asentamientos, las tierras son confiscadas, las familias son separadas y los seres queridos son detenidos e incluso asesinados.

En cuanto a lo que ocurre en Palestina, se constata que el ansia de venganza “es alimentada por las actitudes y expresiones de aquellos que han perdido toda esperanza de llegar a una solución justa al conflicto por medio de negociaciones”, siendo protagonistas “aquellos que buscan construir una sociedad monolítica totalitaria, donde no haya lugar para ninguna diferencia o diversidad, y ganar apoyo popular mediante la explotación de esta condición de desesperación”.

Por ello, defienden desde la Comisión, es necesario apoyar a los referentes políticos palestinos que sí están por la paz, debiendo concretar Israel sus juicios:

La resistencia contra la ocupación no se puede equiparar con el terrorismo. La resistencia a la ocupación es un derecho legítimo, el terrorismo es parte del problema.

En definitiva, concluyen los obispos, el futuro pasa por “liberarse de cualquier liderazgo que alimente el ciclo de la violencia” e impulsar a los líderes que aceptan “que Dios ha plantado aquí tres religiones: el judaísmo, el cristianismo y el islam, y dos pueblos, palestinos e israelíes”.

En un tono similar se expresa la Comisión General de Justicia y Paz, que ha mostrado su “horror, indignación y profunda tristeza” y considera “absolutamente inaceptable y criminal la actuación de las partes implicadas en este nuevo episodio de guerra”.

Por su parte, Cáritas Jerusalén lamenta que la población de Gaza “ya vive en una situación trágica por el embargo al que está sometida desde hace 12 años y por los tres conflictos que ha sufrido en ocho años”. Igualmente, a la vez que reconocen “el derecho de Israel a vivir en paz y seguridad”, aseguran que este solo se podrá alcanzar “reconociendo al pueblo palestino el derecho a vivir en libertad en su propia tierra y permitiendo que Gaza se abra al mundo”.

En el nº 2.903 de Vida Nueva

 

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