Pasión Pop Art

El Thyssen y el Reina Sofía dedican dos grandes retrospectivas al movimiento artístico que revolucionó el siglo XX

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Pasión Pop Art [ver extracto]

JUAN CARLOS RODRÍGUEZ | Al percatarnos de que había pasado casi un cuarto de siglo desde la última exposición dedicada al Pop Art en Madrid, decidimos que había llegado el momento de ofrecer al público un nuevo panorama de este movimiento”.

Así explica Paloma Alarcó, jefa de conservación de Pintura Moderna del Museo Thyssen-Bornemisza el origen de Mitos del Pop, la gran exposición del verano en Madrid, que coincide –y eso no lo sabía Alarcó, también comisaria de la muestra– con la que en el Reina Sofía le estaban preparando Vicente Todolí y Paul Schimmel a uno de los precursores de este movimiento: Richard Hamilton.

A través de una selección de más de un centenar de obras, que incluye tanto las experiencias pioneras del Pop británico y americano como su expansión por el resto de Europa –explica Alarcó–, la exposición rastrea las fuentes comunes del Pop internacional con la intención de mostrar que, en buena medida, existió una misma actitud irónica y mordaz hacia el estilo y la iconografía. Su adscripción decidida a la nueva cultura de la tecnología y el consumo echaba por tierra los anhelos heroicos y subjetivos de las vanguardias anteriores y reintegraba el arte al mundo real.

Mitos del Pop por múltiples razones. En primer lugar, como apunta Alarcó, porque:

Con el incesante intercambio entre el arte y todo tipo objetos de la cultura visual y de la cultura popular, el Pop acabó con la separación entre la alta y la baja cultura y abrió un nuevo debate sobre las relaciones entre lo estético y lo antiestético.

Además, la comisaria apunta hacia lo evidente:

Su novedosa fórmula para analizar el universo secularizado de la contemporaneidad a través de nuevos modos de representación sigue aún vigente en el arte de nuestros días, podríamos afirmar que el Pop, la tendencia artística que más se preocupó por los mitos modernos, terminó convirtiéndose en un mito en sí mismo.

Contra uno de esos mitos, pretende en gran parte combatir la muestra del Thyssen:

Si bien es evidente que el Pop fue un movimiento que transformó nuestro modo de mirar y abrió el camino a la posmodernidad, a la vez manifestó una clara orientación hacia el pasado.

 

No rompió con nada

No fue una ruptura. Como señala la comisaria:

La ambición del Pop de conectar con la tradición utilizando nuevos medios artísticos derivados de la televisión, la publicidad o el cómic se concentró sobre todo en la nueva valoración de los estilos y los géneros artísticos y en la reinterpretación de las obras de los maestros antiguos de las que haría homenajes o parodias irreverentes.

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En esa paradoja aún no se ha insistido lo suficiente:

Mitos del Pop elimina las etiquetas nacionales y presenta el Pop Art en su conjunto para rastrear las fuentes comunes del pop internacional, con ese espíritu globalizador que tienen nuestra colección y nuestro museo. Desde las obras pioneras de británicos y americanos hasta las derivaciones del Pop en Francia, Alemania, Italia y España, queremos dejar claro que, en buena medida, todos ellos compartieron las mismas ambiciones de ruptura con una reflexión sobre el arte y la realidad, el arte y la tradición, o sobre el arte y los museos.

La iconografía religiosa, por ejemplo, está muy ligada a este Pop Art que irrumpió en los años 50 y comienzos de los 70. Por ejemplo, en sus fundadores, como en Andy Warhol, que manifestó una verdadera obsesión por la imaginería cristiana, especialmente con sus versiones de La Última Cena. O en el propio Richard Hamilton, más incisivo y rebelde, visible en el Museo Reina Sofía.

Explica uno de los comisarios de la exposición, Paul Schimmel:

La exposición representa la extraordinaria variedad de medios y géneros que caracteriza la producción de Hamilton. Está integrada por pinturas, grabados, dibujos, fotografías, impresiones informáticas, obras de diseño industrial y réplicas, piezas en las que el artista abordó géneros como la naturaleza muerta, el retrato, la representación figurativa, el paisaje, los interiores, la pintura histórica, la propaganda política, la iconografía religiosa y la apropiación de elementos de la cultura popular y de la historia del arte. Sus fuentes también se caracterizan por su diversidad, desde los dibujos mecánicos a la cultura popular, pasando por la obra de maestros antiguos como Fra Angelico y Giorgione, o de artistas modernos como Marcel Duchamp.

La retrospectiva del Reina Sofía es la más completa realizada hasta la fecha, que incluye 270 obras realizadas a lo largo de 60 años. Aunque a Hamilton se le ha calificado como “profeta” del Pop Art, más precisamente lo define Manuel Borja Villel, director del Reina Sofía:

Hamilton, uno de los artistas más influyentes del siglo XX, es a juicio de muchos uno de los fundadores del arte Pop. Pero su importancia se extiende mucho más allá de esta paternidad. Su actividad como pintor, profesor, diseñador de exposiciones, activista político, artista gráfico y tipógrafo, así como sus trabajos experimentales con los medios de comunicación y con la obra de otros artistas, siguen despertando el interés de nuevos aficionados en todo el mundo.

Vicente Todolí y Paul Schimmel, los comisarios, llaman precisamente la atención sobre un Hamilton precursor del apropiacionismo, la instalación y otras tendencias posmodernas. “El proyecto surgió de las numerosas conversaciones que ambos mantuvieron con Hamilton antes de su muerte –explica Villel–. Todolí, que había trabajado mucho tiempo con el artista y había desarrollado una estrecha amistad con él, le convenció de la necesidad de incluir en la muestra la primera reconstrucción de Growth and Form, la exposición que Hamilton diseñó para el ICA de Londres en 1951”.

La exposición, concebida por el propio Hamilton para el Reina Sofía y antes de su fallecimiento, el 13 de septiembre de 2011, se puso en marcha gracias a la insistencia de Todolí y Schimmel.

Uno de los rasgos distintivos de esta retrospectiva es la reconstrucción de cinco instalaciones de gran envergadura. Hemos reconstruido también algunas de las primeras exposiciones importantes que organizó, diseñó o en las que tomó parte, y hemos instalado varias series artísticas completas. A través de esta selección –explica Schimmel–, pretendemos examinar en profundidad numerosos aspectos de su obra con el objetivo de expresar la tremenda relevancia y la actualidad del trabajo de Hamilton, y poner de manifiesto la solidez de los cimientos intelectuales, literarios y conceptuales sobre los que se asienta su revolucionaria obra.

Aunque Hamilton se distinguía por utilizar como fuente de inspiración la obra de otros artistas y escritores, desde James Joyce a Kurt Schwitters, desde Dieter Roth a Jasper Johns, fue Marcel Duchamp quien le influyó de manera especial y quien le obsesionó.

Incluso la íntima relación que tuvo con España se debió a Duchamp, que en 1963 le invitó a Cadaqués, donde acabaría comprándose una casa.

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