Editorial

El abrazo más valiente a las familias

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La Iglesia busca ir un paso por delante y, en medio de la sociedad, aborda todos los retos que interpelan a todas las familias

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VIDA NUEVA | A lo largo de su bimilenaria historia, la familia ha sido uno de los grandes ejes referenciales de la Iglesia a la hora de buscar ofrecer a todas las comunidades humanas una palabra nutritiva en su caminar de fe y, en general, existencial.

Pero, si es un hecho que la familia siempre ha (pre)ocupado enormemente a la Iglesia, lo cierto es que esta, en muchas ocasiones, no ha sabido ofrecer una palabra que, más allá de lo recogido en el Magisterio, haya afrontado la situación concreta de muchas familias en situaciones de dificultad.

Sin embargo, ahora sí se está dando un paso valiente y que va más allá de lo convencional y lo seguro. El mismo se ha empezado a fraguar, este jueves 26 de junio, con la presentación del Instrumentum laboris de la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos, que, en octubre, versará sobre Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización [ver documento preparatorio]. A lo largo de sus 70 páginas, se aprecia un tono diferente del que estábamos habituados en las últimas décadas.

Porque, si ya de por sí fueron avezadas las preguntas que se remitieron a los episcopados de todo el mundo, que incluyeron todas las posibles formas de familia que se dan en nuestro tiempo (separados, divorciados, parejas de hecho, homosexuales…), las respuestas obtenidas y condensadas en este documento de trabajo no se quedan atrás: sin perder de vista la referencia esencial del Evangelio, el Magisterio y la Tradición, las comunidades eclesiales de los cinco continentes reflejan fielmente las realidades con que se encuentran ordinariamente.

Y, en todas las situaciones, siempre buscan ofrecer una perspectiva de encuentro y fraternidad con personas que, durante demasiado tiempo, se han sentido ya no solo alejadas de la Iglesia, sino invisibilizadas por esta.

Así, el gran reto de nuestros días a la hora de favorecer la relación con las familias, parte siempre de la perspectiva del respeto y la misericordia. ¿Quiere decir esto que dicha actitud no se practicaba hasta ahora? ¿Acaso estaba ausente en el mismo Catecismo de la Iglesia?

No, la práctica de la fraternidad con toda persona humana, por su propia condición, siempre ha sido un eje en la Iglesia. Pero, desgraciadamente, se han dado demasiadas excepciones y casos de antitestimonio a lo largo de décadas. Ahora se busca sistematizar la respuesta a la familia. A todas las personas que, más allá de su situación, pertenezcan a una familia. Este es el gran reto del Sínodo.

En todo caso, y partiendo de la base de que el contenido de la asamblea sinodal solo se concretará una vez que esta se celebre y el Papa defina su espíritu en la consiguiente exhortación apostólica, lo cierto es que hay que valorar la evolución positiva en estos meses de trabajo.

En las respuestas remitidas a Roma por las conferencias episcopales, se percibe que ya no hay miedo a “enfermarse”. Como pedía Francisco, ahora la Iglesia busca ir un paso por delante y, abierta a todos, se sitúa en medio de la sociedad, abordando directamente y sin complejos todos los retos que interpelan a todas las familias.

Ocurra lo que ocurra, quedarse parada y encerrada en sí misma era lo que la “enfermaba”. Quizás irremediablemente.

En el nº 2.901 de Vida Nueva