En defensa de las víctimas de la “cultura del descarte”

Cáritas reclama que la economía no sea un instrumento de exclusión e injusticia

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FRAN OTERO | Somos testigos de la desesperación de numerosas personas que acuden a Cáritas en busca de ayuda y seguimos asistiendo con dolor al desmantelamiento de los servicios sociales y restricciones de derechos, y al abandono a su suerte de todas esas personas que, como denuncia el papa Francisco, son víctimas de esa cultura del descarte en la que el dios-dinero está en el centro”.

Así empieza la declaración que Cáritas Española aprobó en su Asamblea General [ver íntegra], celebrada entre los días 27 y 29 de junio en El Escorial (Madrid), en la que denuncia que, a pesar de que los datos macroeconómicos empiezan a trasladar al imaginario colectivo la idea de que la crisis ha terminado, “sus efectos más graves no han desaparecido en el día a día de las personas más desfavorecidas”. Añade la nota:

Es más, una eventual salida de la crisis dejaría tras de sí una sociedad más desigual y precaria, con nuevas víctimas que se suman a las que ya existían antes de la recesión, con unos derechos sociales más restringidos y expuestas a una forma de analizar la realidad que, sin rubor, entiende que las personas solo son rescatables si las leyes de la economía lo permiten.

Y aunque el camino hacia un escenario mejor es incierto, desde Cáritas creen que es necesario cambiar para responder mejor a las nuevas situaciones, o como dice Francisco según recoge la declaración, “a salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio”.

Además de la denuncia y de la llamada al cambio, el documento dibuja una especie de líneas maestras por las que deben discurrir la propia Cáritas y nuestra sociedad. Se puede leer en el texto:

Una sociedad que ponga en el centro a las personas y donde la economía esté a su servicio; que apueste por reafirmar los valores comunitarios de solidaridad y fraternidad a favor de todas las personas, especialmente las más débiles; que fortalezca su compromiso con el desarrollo global y la cooperación con los países del Sur; que se abra a la realidad de un mundo global y sin fronteras; que se base en la corresponsabilidad, donde los distintos actores asuman sus derechos.

En este sentido, pide a las administraciones públicas que no se desentiendan de su misión de garantes de un Estado de Bienestar de calidad, mientras que a los mercados les reclama cumplir con su responsabilidad social a favor del bien común. A la sociedad civil la anima a tomar un rol proactivo y comprometido, que vele por que el Estado desarrolle su función, mientras que a cada persona la invita a una vida con actitudes más sencillas.

Con todo, la propia Cáritas se compromete, entre otras cosas:

  • “Salir a las periferias para acompañar a los que quedan excluidos de todos los espacios y a desarrollar iniciativas innovadoras y significativas”.
  • Denunciar “las estructuras de injusticia, dolor y sufrimiento”.
  • Realizar propuestas.
  • Apostar por el diálogo con los Gobiernos.
  • Reafirmar “la defensa y el respeto de los Derechos Humanos y la dignidad de todas las personas.
  • Apostar por que la ciudadanía “no se adquiera solamente por la vía del empleo”.
  • “Creer en la participación de los más pobres”.
  • Fortalecer la animación comunitaria; y a trabajar en redes, nacionales e internacionales.

Asumimos estos compromisos empujados por una realidad en la que se siguen construyendo muros cada vez más altos, verjas que cercenan sueños y cruces trenzadas por concertinas. Siguen existiendo espacios prohibidos para muchos, derechos que ya no lo son y lógicas que nos invitan a pensar únicamente en nuestro propio bienestar”, remata la declaración de Cáritas.
 

Fruto de la reflexión

Es un texto que nace del análisis de la realidad realizado durante la Asamblea, de la mano de los expertos del Equipo de Estudios de Cáritas Española, Francisco Lorenzo y Guillermo Fernández, y que contó, además, con el complemento de la experiencia de los directores de Cáritas Senegal y Cáritas Costa Rica, Ambroise Tine y Edwin Aquiluz respectivamente.

También participaron la directora de Cáritas Mallorca, Margalida Riutort, que presentó los Retos en el Desarrollo de Personas, y del director de la casa de acogida Padre Damián de Cáritas Salamanca, Toño Villalón, que ofreció una ponencia titulada Repensando los Derechos Humanos en la acción de Cáritas.

La Asamblea sirvió también para dar una cálida despedida al obispo de Barbastro-Monzón, Alfonso Milián –fue los últimos 12 años el responsable de Cáritas en la Comisión Episcopal de Pastoral Social– y para acoger a su sucesor, el obispo de Sigüenza-Guadalajara, Atilano Rodríguez.

Le acompañaron el presidente de Cáritas, Rafael del Río, así como el delegado episcopal y el secretario general, Vicente Altaba y Sebastián Mora respectivamente.

En el nº 2.901 de Vida Nueva

 

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